«Quiero poner mi vida a disposición de todos «para que tengan Vida»»

Llegó a la diócesis el 28 de noviembre de 2015 y se convirtió en el cuadragésimo noveno arzobispo de Burgos, sucediendo en la responsabilidad a Francisco Gil Hellín. Abulense de nacimiento, Fidel Herráez Vegas recibió la ordenación sacerdotal hace 48 años en Madrid, donde ha sido obispo auxiliar durante dos décadas. A su llegada a Burgos aseguró sentirse «indigno y pequeño» al asumir su responsabilidad como pastor de una diócesis de larga historia a la que quiere «amar y servir», como ha asegurado en numerosas ocasiones. Conciso en sus respuestas, repasa en esta entrevista cómo es la diócesis que se ha encontrado, los retos pastorales que quiere seguir afrontando y el talante con el que está asumiendo su misión en Burgos.

 

fidel herraez vegas

Don Fidel, en su despacho.

 

Hace ya un año que llegó a la diócesis. Ha pasado tiempo suficiente para hacerse una idea de la realidad de la misma. ¿Cómo es, a grandes líneas, la Iglesia que se ha encontrado? 

Es una Iglesia viva, caminando y avanzando positivamente. Y esto es fruto de todo un pasado más lejano y más cercano; la realidad actual de la diócesis es fruto también de su pasado.

 

¿Tenía alguna idea preconcebida? ¿Cómo esperaba que fuera la diócesis, o qué referencias tenía de ella?

Yo venía abierto, apoyándome en Dios que a través de la Iglesia me enviaba aquí. Externamente tenía muy buenas referencias, como una diócesis donde se podía trabajar bien pastoralmente.

 

¿Qué es lo que más le ha impactado?

Sin tratar de halagar los oídos a nadie –lo digo con toda sencillez y con toda verdad– me ha impresionado la mucha gente buena que hay. No percibo divisiones ni grupos enfrentados, sino que, con las características propias de una diócesis amplia, hay una coherencia de conjunto que es muy de agradecer y sumamente grata.

 

¿Y a los burgaleses? ¿Cómo nos calificaría? 

Sois gente castellana, serios por fuera y acogedores y cálidos por dentro. Yo mismo soy castellano; los diez primeros años de mi vida los pasé en Ávila y mis raíces son claramente castellanas.

 

¿Y a nuestros gobernantes locales? Ya se ha entrevistado con todos y de la situación política española mejor no hablar… o sí. ¿Qué opinión le merecen nuestros políticos?

En Burgos me he entrevistado ya con todos: políticos, militares, universitarios, ámbitos de comunicación y de prensa… y he establecido buenas relaciones con todos ellos. Respecto a los de Burgos –vuelvo a repetir que no quiero halagar a nadie el oído–, considero que son buenos, están llevando responsablemente las tareas que tienen encomendadas. Otra cosa es el ámbito nacional y ahí estoy hondamente preocupado. He tenido oportunidad en el pasado y el presente de tener relación con muchas personas implicadas en la vida pública y veo diferencias considerables: antes se pensaba más en el bien común. Ahora se sigue más el interés partidista y personal y menos el bien común. Y eso ya vemos los frutos que está dando.

 

¿Le preocupa que le comparen con sus predecesores? ¿Cómo calificaría la labor que han desempeñado antes que usted? 

No me preocupa que me comparen; cada uno hace su tarea con la ayuda de Dios y de los demás. Esta diócesis es fruto de un pasado que me ha dejado muy buena herencia. Por consiguiente, no me preocupa, sino que acojo con gratitud lo que se ha hecho anteriormente, incluido mi pasado inmediato. Me llevo muy bien con mi antecesor, con don Francisco. Ojalá yo realice también adecuadamente la tarea durante el tiempo que Dios quiera que sirva a esta Iglesia diocesana.

 

Muchos lo han visto como un arzobispo cercano, que intenta estar con la gente y conocer toda la realidad de la diócesis a pie de calle. Incluso mucha gente tiene ya su propio número de teléfono. ¿Por qué esa cercanía? 

No sé si es exagerada la afirmación, pero no sé ser de otro modo. Es más, en este punto tampoco quiero ser de otro modo… Mis referencias a la hora de llevar mi vida diaria son dos: intentar seguir a Jesús en su trato con los demás, y acoger el ejemplo de quienes han sido y son sus seguidores más coherentes, personas que han vivido con los demás de forma sencilla. Ojalá que yo pueda ser también buen seguidor de Jesucristo e imitador de estos seguidores suyos.

 

El día de la imposición del palio, repitió una vez más desde el día en que llegó, que su vocación es servir. ¿Es fácil servir y contentar a todos?

Dios me hizo percibir desde el principio de mi quehacer como sacerdote que mi vida tenía que ser para servir. Hace ya más de 48 años que el Señor me ha querido como servidor suyo y mediador de él para los demás en el ministerio sacerdotal, de los cuales los 21 últimos años han sido de servicio episcopal. Dios me ayudó a percibir que así debería ser mi vida y ese fue mi lema sacerdotal desde el principio, «para que tengan vida». Y para que otros tengan vida yo tengo que poner la mía a disposición. Y esto lo hago no porque intente tener contentos a todos, sino porque es lo elementalmente coherente para seguir a Jesucristo.

 

Eso le ha llevado ya a recorrer cientos de kilómetros con su visita pastoral. ¿Cómo ve la pastoral de esta diócesis tan rural?

He recorrido la diócesis de norte a sur, de este a oeste… He estado ya en bastantes parroquias para diversas actuaciones pastorales y haciendo visita pastoral en otras 60. Nuestra diócesis tiene una superficie grande y es variada en su geografía. Ciertamente me preocupa la atención adecuada en toda la zona rural y estoy seriamente empeñado en ver cómo hacerlo. Sin embargo, también debemos tener en cuenta que la población más numerosa está en los no muchos centros urbanos más poblados. Una y otra de estas dos realidades quiero que sean atendidas lo mejor posible.

 

¿Le preocupa que no se pueda atender pastoralmente la vida de tantas parroquias rurales?

Repito: me preocupa y mucho. Teniendo en cuenta lo que ya se ha hecho en este sentido, voy a procurar que se reflexione sobre nuevas soluciones. Hay que reconocer el admirable ejemplo, quehacer y entrega de los sacerdotes que están en estos ámbitos rurales. Entrega que es desconocida para muchos, pero para mí, que lo estoy conociendo, me resulta francamente admirable.

 

¿Qué preocupaciones le transmite la gente de los pueblos que visita?

Los encuentros son muy cordiales y cercanos. Me hablan de su pueblo, de su parroquia con los problemas de sus goteras y sus vigas; que desearían celebrar más frecuentemente la Eucaristía… Lo que me presentan con interés y cercanía son las realidades concretas de su día a día.

 

Además de salir, también pasa muchas horas en su despacho. La luz de su habitación está encendida bien entrada la noche. ¿Cuáles son los asuntos que más le urgen o preocupan?

Dios hasta este momento me ha dado buena salud: me levanto pronto y me acuesto tarde. Con pocas horas de dormir tengo suficiente. Los asuntos que más requieren mi atención quedan reflejados en el Plan Pastoral que hay que ir desarrollando en los próximos cuatro años. Hay algunos otros proyectos referidos a realidades organizativas que afectan a la vida pastoral de la diócesis, que iremos madurando y concretando progresivamente.

«Hasta este momento, Dios me ha dado buena salud: me levanto pronto y me acuesto tarde. Con pocas horas de dormir tengo suficiente. Los asuntos que requieren mi atención quedan reflejados en el plan pastoral… y en otras realidades organizativas que iremos madurando y concretando».

Quizás uno de esos proyectos es el plan diocesano de pastoral. ¿Por qué cree que la diócesis debe apostar por su conversión pastoral y dedicarse a lograr «discípulos misioneros»?

El título del Plan es una buena síntesis para nuestra actuación pastoral: «Discípulos Misioneros». Discípulos que intentan día a día y en toda su vida seguir a Jesucristo en actitud de mejorar cada vez más, en continua conversión. Misioneros, que cuenten y contagien a los demás lo que para nosotros es lo más importante y da sentido fundamental a nuestras vidas: Jesucristo y la alegría del Evangelio. En este sentido, gozamos del abundante testimonio de los 730 misioneros de nuestra diócesis.

 

Unos de los principales colaboradores del arzobispo son los sacerdotes. Con muchos ya se ha encontrado. ¿Cómo valora al clero burgalés? 

Mi valoración es muy buena, de nivel alto. Me he entrevistado ya con 260 hermanos sacerdotes. El Seminario, los sacerdotes precedentes, la Facultad de Teología, y sus familias han sido factores muy importantes en la preparación teológica y pastoral de nuestros sacerdotes. Siento verdadera gratitud y admiración por los sacerdotes mayores.

 

La formación de los sacerdotes es uno de los asuntos que ha abordado, nombrando nuevos rector y director espiritual en el Seminario. ¿Por dónde le gustaría que fuera la formación de los seminaristas?

El sacerdote es mediador fundamental, aunque no único, en la vida de la Iglesia y en el anuncio de la Buena Noticia de Jesucristo. Por eso, hay que educar a los jóvenes seminaristas para que vayan siendo, en el mundo de hoy, muy buenos amigos de Dios y muy  buenos servidores de los demás, especialmente de los más necesitados. También hemos de orar y trabajar por nuevas vocaciones.

 

Otro de los cambios significativos ha sido el nombramiento del Consejo de Gobierno. ¿Por qué ha confiado en estos sacerdotes? 

En nuestro clero no es difícil encontrar y contar con muy buenos colaboradores. Lo que les pido es que estén muy cerca de la vida de cada día, muy cerca de Dios y sirviendo a todos.

 

Muchos ven en su elección una clara apuesta por la pastoral y el ámbito social…

En las muy diversas actuaciones intento, como he dicho, que mi elección esté en la verdadera unión con Dios y en el mejor y más pleno servicio a los demás para que sean mediadores de la Buena Noticia en los diversos ámbitos personales y sociales.

 

Entre esos vicarios destaca uno nuevo: el de la Vida Consagrada. ¿Por qué esta apuesta decidida por la vida religiosa?

Es y será siempre una de las realidades fundamentales de la Iglesia en general y de nuestra diócesis en particular. Precisamente, por ahí comencé. En las primeras semanas de mi estancia aquí recorrí los 31 monasterios de vida contemplativa –27 femeninos y 4 masculinos– y estuve con las cerca de 80 familias de vida consagrada.

 

También quiere que la economía esté al servicio de la pastoral con un vicario. La de Burgos es una diócesis con mucho patrimonio, muchos tejados, una majestuosa Catedral… ¿Qué hará para mantener en pie tanta riqueza cultural?

En la Iglesia la economía adquiere su sentido adecuado cuando está al servicio de las realidades fundamentales de la misma. No puede ser, por consiguiente, ajena al gobierno pastoral del conjunto de la diócesis. Por eso, he querido que esté presente un vicario dentro del Consejo de gobierno. Ciertamente el patrimonio es impresionante en nuestra diócesis y es fruto de la vida cristiana de nuestros antepasados. Nosotros tenemos una doble tarea: recibir agradecida y activamente el abundante mensaje que en él se dio de fe, de entrega y servicio a los demás, y el mantenerlo lo mejor posible para que puedan también contar con él en el futuro. Esto es muy importante y otra de mis preocupaciones. Sé que esta tarea no es fácil por ser abundantísimo ese patrimonio; lo hacemos lo mejor que podemos, conscientes de que las limitaciones económicas nos dejan llegar solo hasta donde llegamos.

 

¿Por qué ha apostado por confiar a laicos puestos de responsabilidad diocesanos? Recientemente nombraba a una delegada de apostolado seglar y a un matrimonio como delegados de familia…

La Iglesia es Pueblo de Dios en camino, nos dijo el Concilio Vaticano II. Todos, laicos y no laicos, formamos parte viva de este pueblo. Por eso, las tareas han de estar lo más posible llevadas a cabo por todos: consagrados, sacerdotes, laicos…, todos miembros del Pueblo de Dios. En cuanto al matrimonio y la familia, el cuidado de esta realidad es también necesario y decisivo.

 

El otro día presentaba los datos de la Iglesia diocesana: bautismos, comuniones, confirmaciones, matrimonios… que van disminuyendo año tras año. Cada vez hay menos jóvenes en las parroquias, menos vocaciones al sacerdocio, etc. ¿Le preocupa la secularización? ¿Cómo afrontará este reto?

La disminución a la que aludes tiene diversas causas. Una de ellas es la bajada de la natalidad. Otra, el avance del secularismo de la sociedad en su conjunto, con el consiguiente materialismo. ¿Cómo afrontarlo? Trabajando con los jóvenes y tratando de vivir seriamente el seguimiento de Jesucristo, con nuestro servicio de amor generoso siempre y a todos.

«Deseo vivir con coherencia, en servicio de amor generoso siempre y a todos».

¿Y la remodelación de las estructuras diocesanas? ¿Cómo van esos cambios en arciprestazgos o la misma curia? Usted ha dicho que desea que la Casa de la Iglesia sea una casa de todos, pero a algunos sacerdotes incluso les da reparo acercarse por allí…

Esa puesta a punto de nuestras estructuras externas ha de acompañar hoy y aquí nuestra tarea del anuncio coherente del Evangelio. Y esto en todos los ámbitos y estructuras diocesanas que sea posible, no solo en la Casa de la Iglesia, como dices. Es preciso que intentemos vivir y concretar el ser «discípulos misioneros» en todos los ámbitos.

 

Y ahora, ¿qué?

Seguir caminando en el día a día, sabiendo que cada uno de ellos es nuevo y forma parte de una bella e importante historia humana que, abierta a Dios, sin dejar de ser humana, va siendo al mismo tiempo historia de salvación. También me gustaría que quedaran reflejadas en la entrevista otras dos realidades. Una, la importancia del ámbito educativo; estamos procurando colaborar también ahí para que se lleve adelante su finalidad fundamental: la educación sistemática, armónica e integral de los niños y jóvenes, de forma que se vayan desarrollando adecuadamente en cada uno el conjunto de sus capacidades, dimensiones y valores. La otra realidad es el Camino de Santiago en nuestra diócesis. Antes lo desconocía, pero es muy importante y uno de los símbolos que he querido incluir en mi escudo episcopal. Ha conllevado y seguirá ofreciendo realidades importantes para las miles de personas que quieren encontrarse un poco más con Dios, consigo mismas y con los demás.

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