In Memoriam Jenaro Galajares Rueda

Cuando esta tarde, me comunicaban la muerte de D. Jenaro, me vino al pensamiento esta idea: un hombre de bien, un briviescano de pro, un sacerdote auténtico ha pasado a la historia.

Un hombre de bien. Me lo decía un compañero suyo, Jenaro es bueno, bueno por naturaleza, y lo he experimentado personalmente. Atento siempre, sabía escuchar, brutalmente sincero, generoso, optimista, alegre, un amigo fiel y leal, de quien te podías fiar, consecuente, sin disimulo, con lo que pensaba.

Un briviescano. Briviesca y sus cosas, sus calles y plazas, santa Clara, santa Casilda, sus gentes, eran sus señas de identidad. Últimamente, cuando le cantaba el himno, balbuciendo, entusiasmado intentaba seguirlo: “relicario de arte, cuna de hidalguía, de la fe baluarte…”.

Sacerdote auténtico. Allí donde estuvo dejó huella por su vivir aquello que, entusiasmadamente, anunciaba, Villagonzalo, Quintanar, el Seminario, la Catedral, las religiosas Salesas son testigos se su convencido y apasionado decir, de su bien hacer y de su amor sincero a la Iglesia.

D. Jenaro ha muerto. Un hombre bueno, un briviescano de pro, un sacerdote auténtico nos ha dejado.
Para los creyentes vive, nos acompaña, aunque de forma distinta, como hasta ahora. Y estamos convencidos qué, como siempre, nos va a ayudar.Jenaro, una vez más, me vas a permitir:

“….En ti anhelo, ciudad mía,/cuando muera, descansar,
al amparo de la Virgen/tu Patrona celestial.
Las aguas del Oca/caminan al mar
así hacia Briviesca/mis anhelos van.”.

¡Descansa en paz, Jenaro!

Jesús Yusta Sainz

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