Rito de elección de catecúmenos adultos
Parroquia de la Sgda. Familia – 3 marzo 2013
Las familias numerosas tienen que comunicar con frecuencia a sus parientes y amigos alguna noticia importante: el nacimiento de un hijo, su primera comunión, su boda; y, también la muerte del padre o de la madre o de un familiar próximo. La Iglesia es una gran familia y hoy tiene que comunicaros a todos vosotros una gran noticia: la próxima Vigilia Pascual se va a enriquecer con varios nuevos hijos, todos ellos mayores. Cinco tienen alrededor de diez años y otros tres entre 25 y 30. Estos tres se encuentran aquí presentes. Dentro de poco les escucharéis decir el nombre que han elegido para hacerse cristianos.
Quizás os extrañe esto, pues estamos acostumbrados a que los niños se bauticen al poco de nacer. Es lo que ocurrió con todos nosotros, a quienes nuestros padres llevaron a bautizar a los pocos días o semanas. Desde hace algunos años las cosas han cambiado. Un alto tanto por ciento de los niños que nacen siguen bautizándose al poco de nacer. Es estupendo que esto sea así. Porque el Bautismo es un don inmenso, una especie de premio gordo de un lotería espiritual.
Sin embargo, hay un tanto por ciento significativo que no son llevados a bautizar en ese momento. Algunos lo piden ellos o sus padres cuando llega la edad de la Primera Comunión. Bendito sea Dios, porque es una cosa maravillosa pedirlo entonces.
Además, hay bastantes personas mayores –emigrantes y nacidos en España– que no están bautizados y –llegado un determinado momento– ellos piden recibir las aguas bautismales. Cada día serán más los no bautizados y también los que piden el bautismo siendo mayores. Demos también gracias a Dios, que a cada uno llama en su momento y a todos quiere hacer hijos suyos. No es una novedad, en sentido estricto, porque durante los primeros siglos del cristianismo era lo normal.
Como es lógico, la Iglesia les acoge con alegría y les prepara para que puedan recibir el Bautismo. Esa preparación es larga, porque la conversión no suele darse de repente, sino de modo gradual y poco a poco. La norma es que sea de alrededor de dos años.
Esto es lo que ha hecho con estos tres. Ahora, próxima ya la Pascua, les prepara con más intensidad, mediante una serie de celebraciones, en las que Dios tiene la parte más importante. Estas celebraciones son: a) la que hoy estamos realizando y b) la entrega del Credo y del Padre nuestro, es decir, la fe y la oración, que son los dos grandes tesoros que la Iglesia puede ofrecerles antes del Bautismo.
Hoy me he hecho presente, porque es el obispo de la diócesis –como sucesor de los Apóstoles– el que recibe a los candidatos en nombre de la Iglesia, para que la próxima Pascua sean bautizados. Dentro de quince días celebrarán la entrega del Credo y del Padre Nuestro. Dos en esta parroquia y otro en Baños de Valdearados.
Hermanos: hoy resuenan con una fuerza especial el mandato de Jesús: «Id por todo el mundo y predicad el Evangelio, los que crean y se bauticen se salvarán». Todos hemos de sentirnos urgidos por este mandato y ver si conocemos en nuestra familia o en nuestro ambiente alguna persona a la que podamos invitar a hacerse cristiano.
Hoy es también un día especialísimo para renovar nuestro Bautismo: dar gracias a Dios por este gran don y examinar cómo estamos cumpliendo nuestros compromisos de discípulos.