La hora de peregrinar al santuario de nuestra comarca

Cope – 7 abril 2013

Cuando se asciende a una montaña empinada desde un valle profundo, es frecuente que el excursionista se detenga en las curvas del camino y mire hacia atrás. Lo hace con ánimo de tomar un respiro y continuar cuesta arriba con nuevo impulso. El pasado 12 de octubre iniciamos la subida al monte del Año de la Fe, cuya meta final está situada en el último domingo de noviembre de este año. La Cuaresma, primero, y luego la Semana Santa han servido para avanzar a más ritmo que de costumbre en esa subida. Ahora, el tiempo de Pascua, el alargamiento de los días, la llegada de la primavera y el horizonte cercano del mes de mayo nos invitan no a detenernos pero sí a respirar otro aire. La Iglesia, que además de Madre es Maestra, tiene una buena pedagogía y sabe pulsar en cada momento la tecla que mejor puede sonar.

Una tecla que suena muy bien es la de las romerías a los santuarios famosos que hay en cada una de nuestras comarcas, con ánimo de ganar la indulgencia plenaria que la Iglesia nos otorga con motivo del Año de la Fe. Celebramos hoy la fiesta de la misericordia. El amor, hecho perdón, es lo que cambia a las personas porque las devuelve la esperanza y el reconocimiento de su dignidad. La renovación de la fe bautismal y la visita a los santuarios diocesanos permitirá hacernos ‘un chequeo en la caridad’. Si Dios practica misericordia conmigo, debo practicar la caridad con el hermano. Sólo así obtendremos la indulgencia del jubileo y la invitación definitiva a participar en el banquete de la vida eterna. La indulgencia plenaria es una puesta a cero de la cuenta que tenemos pendiente con Dios por nuestros pecados. El sacramento de la Penitencia perdona la ofensa de nuestros pecados y la pena eterna que merecen, si son graves. Pero deja un saldo negativo en cuanto a la pena temporal que hemos de purificar antes de entrar en el Cielo y encontrarnos con Dios. La indulgencia plenaria nos da la posibilidad de poner esa cuenta a cero, de modo que, en el supuesto de una muerte inmediata después de lucrarla, iríamos directamente a gozar de la visión de Dios en el Cielo. Es, por tanto, una gracia excepcional, que la Iglesia nos concede echando mano de los méritos infinitos logrados por Jesucristo en la Cruz, y los de la Santísima Virgen y de los santos.

La Iglesia no es muy exigente, pues sabe que Dios es rico en misericordia y que él disfruta perdonando a sus hijos. Por este motivo, el Beato Juan Pablo II quiso que el segundo domingo de Pascua –el de hoy, precisamente– fuera un domingo dedicado a celebrar y disfrutar de modo especial la misericordia de Dios. Asumiendo este deseo y proyectándolo en el Año de la Fe, la diócesis de Burgos invita a todos los creyentes a iniciar alguna peregrinación a los santuarios donde se puede lucrar la indulgencia plenaria. Son los siguientes: santa Casilda, en la Bureba; la Virgen de las Nieves, en Espinosa de los Monteros; Nuestra Señora de Altamira en Miranda; Nuestra Señora de la Vega, en Valdelucio; Manciles, en Lerma; Nuestra Señora de Revenga, en Quintanar de la Sierra; la Virgen de las Viñas en Aranda. En Burgos ciudad, son lugares de indulgencia la iglesia de la Real y Antigua de Gamonal y la Catedral con Santa María la Mayor. Junto a esta visita es preciso confesarse, comulgar, rezar por el Papa.

Esta gracia de la indulgencia puede ayudar mucho a mejorar nuestra vida. Pues, quien se siente amado o perdonado, él mismo irradia misericordia en su derredor, al tener la experiencia del gozo que conlleva el ser perdonado. El amor hecho perdón devuelve la esperanza y cambia a las personas. La peregrinación a uno de los lugares de la indulgencia puede ser, por tanto, una buena oportunidad de renovar nuestra fe bautismal a nivel personal y comunitario. ¡Qué hermoso es ver a una comunidad peregrinar a un santuario con el deseo de celebrar su fe y sentir el gozo de la fraternidad y de la hermandad! Os animo cordialmente a todos a realizar esta experiencia.

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