Encuentro diocesano de cofradías
Villalmanzo – 18 mayo 2013
1. Una vez más nos reunimos para celebrar esta fiesta de las cofradías de nuestra diócesis, cada vez más consolidada y revitalizada. Damos gracias a Dios, de quien procede todo bien, al abad Don Javier, a los consiliarios y todos y cada uno de vosotros, y a las Juntas directivas de cada Cofradía. Damos gracias también a la parroquia de Villalmanzo que nos acoge fraternalmente, a su párroco y a los demás sacerdotes que han colaborado en la organización y celebración.
2. La primera lectura nos ha presentado un texto muy importante, no sólo porque es el final del libro de los Hechos de los Apóstoles, sino porque señala el cumplimiento de su programa: el testimonio de Jesucristo Resucitado llega realmente a los confines de la tierra. San Lucas, que es el autor del evangelio que lleva su nombre, sitúa toda la doctrina, actividad y obra de Jesucristo en un camino que va de Galilea a Jerusalén. En la ciudad santa culmina el cumplimiento de lo que habían anunciado la Ley y los Profetas sobre el Mesías, a saber: que sería despreciado, humillado y muerto; pero que resucitaría de entre los muertos y su salvación llegaría a todos los hombres y mujeres del mundo. En el libro de los Hechos, del que es también su autor, san Lucas prosigue ese camino, pero dándole un horizonte misionero y universal. Jesucristo envía el Espíritu Santo a los Apóstoles en Jerusalén, les hace comprender perfectamente su misión y los lanza a todo el Imperio entonces conocido, culminando en Roma, capital de ese Imperio. Allí llegó el anuncio del Evangelio y desde allí se difundió al mundo entero. Así nos lo ha recordado la lectura que hemos proclamado hace poco y, por eso, es tan importante. San Pablo llega a esa ciudad, cuando ya hay una comunidad, que previamente había fundado san Pedro. Pero él prosigue la predicación del evangelio. No le importa estar prisionero y tener que ganarse la vida para poder vivir. Él no puede dejar de llevar a cabo su gran pasión: anunciar que Jesucristo ha muerto y resucitado por nuestros pecados y para nuestra salvación. Más aún, lo hace con gran constancia y valentía.
Tenemos aquí una importante lección. El plan de salvación de Dios, realizado por la muerte y resurrección de Cristo e impulsado por el Espíritu Santo tiene que llegar a todos los lugares y ambientes, porque es universal. La Iglesia es el gran instrumento del que Cristo y el Espíritu santo se sirven para realzarlo. La Iglesia no puede cansarse de anunciar y realizar este gran misterio. Nos toca a nosotros, que somos Iglesia, anunciarlo y realizarlo hoy. Hemos de tomar conciencia de que la misión de evangelizar no es exclusiva de los obispos y de los sacerdotes. También los seglares tienen que llevarla a cabo, en virtud de su sacerdocio bautismal, como ha recordado el Concilio Vaticano II y no han dejado de repetir los últimos Papas. El Papa Francisco, en el corto espacio de tiempo, ya lo ha repetido varias veces. Esa evangelización se realiza con el testimonio valiente de nuestra palabra y de nuestra vida.
3. Para vosotros, la pertenencia a una Cofradía es un modo de encauzar este compromiso. En efecto, cuando procesionáis las imágenes de Cristo en los distintos momentos de su Pasión, cuando lleváis en hombros a Jesucristo clavado y muerto en la Cruz, cuando portáis la Dolorosa y cuando hacéis la Procesión del Encuentro de Cristo Resucitado y su Madre gozosa, no hacéis una manifestación folclórica profana, ni desfiláis en una pasarela para satisfacer la curiosidad y el deleite de los turistas. Menos aún, una exhibición de poderío social o de afianzamiento de la propia excelencia. No. Vosotros hacéis una manifestación pública de vuestra fe, de vuestras convicciones más profundas, de vuestro amor al Señor que ha muerto por nosotros, y de dolor por vuestros pecados y los de todos los presentes y ausentes. ¡Eso ya es evangelización, predicación del mensaje salvador! Porque es un anuncio, sencillo pero verdadero, de que creéis en Jesucristo y en su Madre.
4. Más aún, como eso entra por los ojos y por los demás sentidos de quienes os contemplan, el anuncio se convierte en una llamada a los demás. Sin decírselo con palabras, les decís con gestos y símbolos que ellos están invitados a aceptar y vivir lo que vosotros les presentáis en las imágenes de Cristo y de la Virgen. Y así ocurre de hecho. Nadie sabe hasta qué punto depende de estas manifestaciones de fe sencilla y popular de Semana Santa, la fe de nuestro pueblo. Un pueblo que hoy, además, es cosmopolita, debido a que la inmigración ha traído a nuestro suelo gentes de otros países y etnias, muchos de los cuales nunca han oído hablar de Jesucristo, de la Virgen, de la Iglesia. Y ellos, aunque no sea más que por curiosidad y cultura, también participan en vuestras procesiones.
Esto pone de manifiesto la necesidad ineludible de preparar lo mejor posible esas manifestaciones. No me refiero a lo material y organizativo, donde está patente vuestro buen hacer. Me refiero, sobre todo, a la formación religiosa, espiritual y caritativa que debéis adquirir cada día más y mejor. Es, además, la mejor manera de que lo material y organizativo no se venga abajo, porque un cuerpo sin alma se corrompe, y una organización sin espíritu degenera y se autodestruye. La mejor manera de que vuestras Cofradías sigan existiendo y procesionando por nuestras calles y plazas es renovar vuestra fe y vuestra vida cristiana.
5. Os invito a que a partir del principio del nuevo curso pastoral, que tendrá lugar a mediados de septiembre o primeros de octubre, os reunáis para preparar espiritualmente la Semana Santa de 2014. Hay muchas cosas que se pueden hacer: conocimiento y difusión de la Palabra de Dios, mediante charlas y conferencias que enseñen el uso y manejo de la Biblia, retiros mensuales o trimestrales, semana de formación del cofrade sobre el sentido de la Semana Santa, etc.
Hoy se habla mucho de nueva evangelización. El Papa Francisco os ha dejado este encargo en un discurso a las Cofradías del mundo que han peregrinado a Roma a principios de mayo: «»Sed vosotros auténticos evangelizadores. Que vuestras iniciativas sean ‘puentes’, senderos para llevar a Cristo, para caminar con Él». El Papa quiere, por tanto, que vosotros seáis miembros activos en la difusión del evangelio en vuestro ambiente: la propia familia, los amigos, los compañeros de profesión, etc.
El Papa también ha dicho a los Cofrades: «Estad atentos a la caridad. Cada cristiano y cada comunidad es misionera en la medida en que lleva y vive el Evangelio y da testimonio del amor de Dios por todos, especialmente por los que se encuentran en dificultad. Sed testigos del amor y de la ternura de Dios por todos». La caridad hacia los pobres, enfermos y necesitados es una nota esencial de las Cofradías. Yo os invito a que seáis creativos y salgáis al encuentro de las necesidades que experimentan tantas personas en este momento.
6. Decía el evangelio, que es la conclusión del evangelio de san Juan: «Tú sígueme». Se lo decía Jesús a Pedro. Y a cada uno de nosotros nos dice: «Tú sígueme, bien unido a los pastores, especialmente al Papa, a quienes yo he encomendado el cuidado de mi pueblo». Vayamos todos a Cristo muy unidos y formando una comunión de hermanos. ¿Quién nos puede llevar con mayor acierto y seguridad que la Santísima Virgen, Madre de Jesús y madre nuestra?