In Memoriam José Luis Ramos González

Nos acompaña en esta celebración D. Francisco, nuestro Arzobispo. Ayer, por teléfono me pedía os trasmitiera su unión el dolor y su palabra de consuelo y esperanza. A la vez, que ofrecía su oración por José Luis.

José Luis Ramos ha muerto. En Septiembre de 2011 ingresaba en el Hospital Los Santos Reyes de Aranda. Aquello que parecía iba a ser algo rutinario, así me lo comunicaba días antes de la operación, se convirtió en un largo Vía Crucis. Desde entonces, el Hospital fue su segunda, casi primera, residencia. Herido de muerte, hubo de pasar dos largos perídos en la UVI, meses totalmente sedado, incomunicado. El tesón y buen hacer de los profesionales, que nunca desesperaron, hizo que fuera superando obstáculo tras obstáculo. Finalmente, cuando todo parecía superado, cuando, contra todo pronóstico parecía haber logrado vencer, cuando todos esperábamos verle caminar, José Luis, sin tiempo para despedirse, moría.

La historia de José Luis, comienza en este pueblo, Villafruela, un 17 de Febrero de 1936. Aquí, en este Iglesia, nació a la vida cristiana. Un sacerdote, D. Zacarías Esteban, le orientaría para ingresar en el Seminario, y el 23 de Julio de 1961, D. Demetrio Mansilla, le ordenaba sacerdote. Recuerdo haber visto las diapositivas de su ordenación.

Como sacerdote estuvo en Dobro,, Ahedo de Butrón, Porquera de Butrón, Pesadas de Burgos, Villaesucsa de Butrón, Huidobro, Escábados de Arriba, Escóbados de Abajo, Villalta; Posteriormente fue trasladado a Arandilla, Coruña del Conde, Valverde, Peñalba de Castro, Hinojar del Rey. Aún recuerdo el entusiasmo con que vivía las cosas de estos pueblos, y con qué viveza e ilusión las contaba en los encuentros de los curas de este pueblo: la Romería del Santito, la aventura de Diego Martín Aguilera, el castillo de Coruña, …también el mes que estuvo en Roma, para él, una experiencia nueva y enriquecedora. Y, en este contexto, de servicio, no puedo por menos de mencionar a Maxi, su sirvienta, a quién en nombre de los sacerdotes agradecemos lo que ha ayudado a José Luis.

José Luis, un sacerdote, ha muerto. La muerte de un sacerdote, a todos, nos debe interrogar, precisamente, sobre la vida del sacerdote. ¿Cómo es posible que siga habiendo personas que dejándolo todo apuesten por Jesucristo y el anuncio del Evangelio?. También el preocupante vacío que deja.

En un mundo, como el nuestro, lleno de cosas pero vacío de sentido, poseído por las posesiones y desesperanzado, narcisista, roto, la presencia y la palabra del sacerdote que nos orienta e invita a dirigir la mirada a los auténticos valores, es más necesaria que nunca. Necesitamos alguien que nos saque de nuestra monotonía, que nos presente valores capaces de responder a ese desfondamiento radical que sufre el hombre. Es cierto que para ello se requiere estar muy atento a ese Dios que, hoy, como ayer, pasa por nuestro pueblo, nuestras familias, al lado de nuestros jóvenes invitando y solicitando respuesta. Difícil oír, embarazoso escuchar y temerario y heroico responder en un mundo saturado de ruidos, de mensajes vacíos de sirena y embotado de posesiones.

De este pueblo hace años surgieron seis sacerdotes, varios religiosos y religiosas, prueba evidente de la vida cristiana de muchas familias que sabían dónde estaba el auténtico tesoro.
Hoy, en el recuerdo de Eloy y de José Luis, por su mediación, pedimos al Señor que también hoy se fije en nuestro pueblo, bendiga a las familias, a los jóvenes, a todos, y nos dé fuerzas para seguirle allí donde Él nos quiere.

José Luis, ¡Descansa en paz!

Jesús Yusta Sainz

Comentarios

Se el primero en publicar un comentario.

Danos tu opinión