Inauguración de curso en el Seminario Menor
Seminario Menor – 17 septiembre 2013
Iniciamos este curso académico 2013-2014. Yo quisiera en esta breve reflexión fijarme en tres verbos que serían: «saber», «conocer» y «servir». Como veréis cada uno de ellos se refiere a un área especialmente oportuna en vuestra vida.
El primero es «saber». Aquí están unos profesores, un claustro de profesores que tiene toda la capacidad para hacer de vosotros hombres que conozcan el «saber» fundamental y la cultura de nuestro tiempo. Cada uno de vosotros con el esfuerzo personal tiene que ir asimilando lo que hoy un chico de vuestra edad y mañana un joven bien conocedor de la cultura de su tiempo debe poseer para moverse en la vida con competencia. Se requiere por tanto, como un elemento esencial, que el posible futuro sacerdote sea un hombre conocedor de los saberes fundamentalmente humanísticos que son propios de la cultura en la que vive. Por ello yo os animaría a tener una ilusión santa de saber. Los profesores están con la ilusión de ir transmitiéndoos todas esas habilidades pero requieren lógicamente una disposición por parte de cada uno de vosotros para asimilar. No tengáis dificultad en preguntar lo que no habéis entendido o no habéis captado. Pero lógicamente para preguntar hace falta también haber mantenido la atención, fundamental ante las explicaciones. Por tanto, «saber». Tenéis que tener el orgullo santo de saber. De saber todas esas asignaturas, materias, que de una manera coordinada han establecido como plan de estudios.
El segundo verbo que quiero subrayar es «conocer». Lo he reservado para la relación directa y personal con Cristo y todo su misterio. El «saber» es más propio y específico de las ciencias. Pero cuando se trata de conocer a una persona y entrar en los sentimientos y llegar a tener una relación de amistad es más propio el verbo «conocer». Por ello este segundo plano específico que quiero ahora subrayar es que a través de vuestros ratos de oración, a través de la reflexión de la Palabra de Dios, a través de la Eucaristía, a través de vuestras oraciones, lleguéis a «conocer» a Jesús, como se conoce a un amigo, como se conoce a una persona querida. No es cuestión simplemente de saber si mide uno setenta, o dos metros. No. No son sólo cosas materiales cuando se trata de conocer a un amigo. Sino que se trata de conocer los sentimientos, los deseos, lo que le produce alegría, lo que por el contrario le provoca tristeza. Así podéis ir conociendo cada vez más profundamente a Cristo Jesús, que no es sólo esa persona mayor que ya discurría por las calles y por los campos de Palestina, sino que también tuvo vuestra edad. Y por tanto, vuestras inquietudes, vuestras preocupaciones, vuestros deseos nobles… Rogad a Cristo, y en este caso pedidle al Santo Espíritu, a la tercera persona de la Santísima Trinidad, que os haga conocer a Cristo. Y como no, a Santa María, la Madre, que os muestre a Cristo Jesús. No físicamente, sino sobre todo que os haga conocer su corazón.
Por tanto» saber». Ahora insistía en el «conocer» a Cristo, y el misterio de Cristo que es la Iglesia.
Y el tercer término que he dicho es «servir». Nosotros, los que somos sacerdotes de Cristo, somos «ministros» de ese plan de Dios de amor para con los hombres. Y los que queréis un día ser sacerdotes, debe ser para «servir». Para servir a los hermanos, a todos los hermanos. A los creyentes en Jesús, a los cristianos por tanto, y a todos los hombres. En vuestro hogar habéis visto que mamá, que papá fundamentalmente os han servido como fruto de una relación de amor, y están siempre dispuestos a ayudaros. Pues en el plano cristiano los sacerdotes tienen que servir a los cristianos fundamentalmente en las cosas de Dios. Pero ya esa disposición natural que habéis podido percibir en el hogar es lo que puede dar como un sustento, un fundamento a esa actitud de servicio, de ser servidores de Dios.
Pues vamos a ilusionarnos para que este curso en convivencia entre vosotros, aunque sois un grupo reducido, pueda desarrollarse en un ambiente gozoso y positivo, para ser también foco de atracción para otros chicos que puedan desear y puedan apetecer lo mismo que vosotros deseáis. Que vuestra relación con profesores, que vuestra relación con los superiores vaya en este orden de cosas.
Por lo tanto, «saber». Ojalá entre todos los que estudian de vuestra edad, vosotros seáis especialmente adelantados, especialmente competentes. «Conocer»: Ojalá este año suponga para cada uno de vosotros un escalón importante en ese conocimiento de Cristo y por tanto en esa relación de amor. «Servir»: Ojalá que a través de vuestra convivencia, a través de vuestra amistad, a través de vuestros juegos, tengáis ese espíritu desarrollando más y más en el servicio para disponeros el día de mañana a ser oficialmente para la Iglesia de Cristo ministros, servidores del plan de Dios para vuestros hermanos y para todos los hombres.
Vamos a pedirle a Santa María, la Madre, que sea la maestra que os vaya indicando en lo profundo de vuestro corazón esas actitudes, esos deseos de ir creciendo y robusteciéndoos en estos tres apartados que hemos querido diferenciar y subrayar. Amén.