Sembradores de estrellas

por administrador,

sembradores-de-estrellasEs una de las actividades bonitas y significativas para los niños y adolescentes cristianos en vísperas de la Navidad. Los niños y adolescentes de las catequesis y colegios salen a las calles ofreciendo a la gente una estrellita de Navidad en que está escrito “Jesús nace para todos”. Con ese sencillo gesto los chavales se sienten misioneros, y en nombre de los misioneros repartidos por el mundo anuncian como ellos la Buena Nueva de un Dios con nosotros: Emmanuel.
En Burgos ciudad se ha realizado el día 21 de Diciembre, Sábado. El Arciprestazgo de Gamonal en la Parroquia de la Antigua a las 11:00 horas. Y los Arciprestazgos del Vena y Vega en la Parroquia de S. Martín de Porres a las 11:30 horas. Y en Aranda el día 24. Después de una pequeña celebración de envío, los chavales con sus catequistas y monitores salieron por las calles de la ciudad repartiendo la “alegría cristiana de la Navidad”.

Felicitación navideña

por administrador,

Capilla de la Facultad de Teología – 21 diciembre 2013

Muchas gracias, señor Vicario, por las palabras que me ha dirigido en nombre suyo y en el de los sacerdotes, religiosos y seglares de la diócesis. Muchas gracias, especialmente, por encomendarme al Señor y desear seguir colaborando amorosamente en el cuidado pastoral de esta diócesis de Burgos.

A sus palabras quiero, por mi parte, añadir otras dos: una de gratitud y otra de deseo. En el año que está concluyendo Dios ha seguido derramando sus bendiciones sobre todos y cada uno de nosotros, sobre todas las personas de la diócesis y sobre todas nuestras tareas pastorales. Estas bendiciones son tantas, que nos desbordan por los cuatro costados de nuestra vida. Si ahora nos fuera posible pasarlas en una rápida visión cinematográfica, quedaríamos sorprendidos por su número y calidad. Algo parecido ha ocurrido con toda la Iglesia. Por eso, os invito a uniros a mi agradecimiento al Señor por todos ellos y entonar un Te Deum, al menos interior, antes de concluir el año.

No obstante, quisiera subrayar algunas gracias especiales que Dios nos ha concedido durante este año 2013.

Ante todo, el Año de la Fe, que ha supuesto un paso decidido en el gozo de sentirnos discípulos del Señor y comunicar a los demás que Jesucristo es su único Salvador y el hombre en el cual todo hombre encuentra su plenitud. Sólo Dios conoce lo que ha supuesto en la diócesis, pero tengo la firme convicción de que ha sido una gran gracia.

Junto al Año de la fe, la renuncia del Papa Benedicto XVI a seguir pilotando la nave de Pedro, con el fin de que otro Pontífice pudiera encarar los problemas actuales de la Iglesia. Sólo una persona verdaderamente santa, humilde y generosa pudo dar un paso tan histórico como este. Máxime, tratándose de una persona tan extraordinariamente dotada y lúcida.

El Señor ha premiado su gran humildad y disponibilidad, dándonos un Papa que en nueve meses de Pontificado ha llevado el rostro positivo y amable de la Iglesia a las páginas y telediarios de todo el mundo. Hasta el punto de ser declarado por la revista americana Time «Hombre del Año». Pidamos al Señor que ayude y proteja al Papa Francisco en la profunda reforma vital y estructural de la Iglesia que se ha propuesto y cuyas líneas maestras nos ha entregado ya en la exhortación Evangelii gaudium (La alegría del Evangelio). Pienso que todos tenemos la impresión de que en la Iglesia han entrado aires de renovación y esperanza gozosa. Demos, pues, gracias a Dios, de quien procede todo bien y toda bendición.

Junto a ella, quiero expresaros un deseo que ahora está particularmente presente en mi corazón de pastor. Me gustaría que todos y cada uno de nosotros abramos nuestra mente, nuestro corazón y nuestra acción pastoral y apostólica a los aires de renovación que nos está trasmitiendo el Papa Francisco. Abrir nuestra mente implica leer sus escritos. Desde las homilías diarias en Santa Marta hasta la exhortación antes citada, pasando por las audiencias de los miércoles y las alocuciones del ángelus de cada domingo, y los discursos y mensajes en diversas circunstancias. Esta lectura ha de ser creyente y orante, escuchando en ella la voz del Buen Pastor. De este modo, iremos empapándonos de su talante y cambiando nuestros esquemas mentales.

Abrir el corazón implica acoger con docilidad, humildad y amor lo que el Papa nos vaya diciendo. Pero no de una forma meramente pasiva, sino con responsabilidad y creatividad, tratando de que el nuevo espíritu que el Papa trasmite con su vida y palabras vaya moldeando la realidad concreta en la que cada uno estamos inmersos.

Finalmente, es preciso abrir toda nuestra acción pastoral a la radicalidad evangélica que postula el Papa. Esto implica que cada día pongamos más en el centro de nuestra vida y de nuestra actividad a la Persona de Jesucristo. Siendo conscientes de que Él y sólo Él es el Salvador y Redentor de los hombres y que a nosotros se nos pide estar plenamente dedicados a su servicio, en obediencia amorosa a su elección gratuita e inmerecida. A Jesucristo, lo sabemos bien, le encontramos en su Palabra, de modo eminentísimo en la Eucaristía celebrada y adorada, en el sacramento del perdón –recibido y dado–, y en el servicio de la caridad, especialmente de los más pobres.

Y todo ello, con gran alegría. La alegría es la característica de todo el Evangelio. Alegre fue el saludo del Ángel a María en la Anunciación; alegría llevó María a la casa de santa Isabel; alegría anuncian los ángeles a los pastores; alegría comunican estos a los habitantes de Belén; alegría causaban los apóstoles en todos los lugares donde fundaron iglesias después de la venida del Espíritu Santo; alegría vivía la primera comunidad cristiana cuando celebraba la Eucaristía y compartía sus bienes; alegría y esperanza necesita nuestro mundo.

No quiero concluir sin manifestaros mi profunda gratitud por vuestro servicio pastoral y apostólico. Sin él, sería imposible llegar a todos los lugares y situaciones que exige la atención a las almas en este momento.

¡Que Dios os premie vuestra entrega y la acreciente de día en día!

Seguid pidiendo al Señor que me ayude a ser el Pastor que Él espera de mí.

Terminemos el año 2013 y comencemos el 2014 bajo el manto de nuestra Madre, Santa María la Mayor, Estrella de la nueva evangelización en nuestra diócesis.

Celebración Navideña y agradecimiento a María Ángeles por los años prestados a la delegación de misiones

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El día 17 de Diciembre, en la Delegación de Misiones, con todos los voluntarios, y amigos de la Delegación de misiones tuvimos una pequeña celebración y confraternización y agradecimos a María Ángeles los más de 25 años trabajados con tanta dedicación y cariño en la Delegación de misiones.
María Ángeles, en nombre de todos los misioneros y misioneras burgaleses y en nombre de la Delegación GRACIAS.

In Memoriam Bruno González González

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Nos ha dejado Bruno González, sacerdote. Nacido en Vallarta de Bureba fue ordenado sacerdote el 20 de Septiembre de 1958. Ha servido a la Iglesia de Burgos en Yudego, Alcero de Mola. Más tarde fue nombrado capellán de las Clarisas de Briviesca y párroco de Reinoso y Valdazo, luego se le añadieron Bañuelos, Carrias y Castil de C.,Quintanilla san García. Desde hace cuatro años residía en la Casa sacerdotal de Burgos.

Ha muerto un sacerdote sencillo, trabajador en el silencio, sin llamar la atención, dejando siempre que el protagonista fuera Aquél a quien anunciaba. Obediente, leal y fiel.

En las Clarisas de Briviesca pasó lo mejor de su sacerdocio, por eso, cuando se vieron obligadas a trasladarse a Lerma, Bruno sintió su corazón roto.

Hoy hemos tenido al Misa por él, con la confianza que él concelebraba desde la otra parte del altar.

Descansa en Paz Bruno, Feliz Navidad allí donde se celebra el misterio ya no en forma sacramental.

Jesús Yusta Sainz

Una sola familia, alimentos para todos

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Cope – 15 diciembre 2013

Una de cada ocho personas pasa hambre en el mundo. Hay suficientes alimentos para todos, pero muchos se destruyen y otros muchos se usan mal. Es un escándalo intolerable que hiere a quien tenga un mínimo de sensibilidad humana y nos urge a no mirar para otro lado, porque el problema no nos afecte directamente. Además, es mucho lo que podemos hacer, sobre todo si unimos fuerzas todos los creyentes y las personas de buena voluntad. El Papa Francisco ha lanzado una campaña mundial para que aumente la conciencia de que todos los hombres somos hijos de Dios y formamos una sola familia y, en consecuencia, no podemos consentir que a nadie le falte lo indispensable para subsistir. «Invito a todas las instituciones del mundo, a toda la Iglesia y a cada uno de nosotros –dice el Papa– a dar voz a todas las personas que sufren silenciosamente el hambre, para que esta voz se vuelva un rugido capaz de sacudir el mundo».

Ya se está haciendo mucho. Baste pensar, por ejemplo, lo que hacen las Caritas diocesanas y parroquiales. Caritas internacional, organismo de la Santa Sede, está empeñada en doscientos países y territorios del mundo. Pero todavía falta mucho.

Los cristianos, que desde nuestros orígenes nos hemos distinguido por la ayuda a los pobres, tenemos que seguir mirando a Jesús para sacar luces y fuerzas nuevas frente a este drama del hambre en el mundo. Él nunca se mostró indiferente ante la miseria humana. En la mente de todos está el recuerdo de la multiplicación de los panes y los peces, cuando estaba en un lugar descampado y la gente que le seguía estaba hambrienta. Pero en este milagro hay dos detalles de sumo interés para nosotros. Él no quiso hacerlo todo y partir de cero, sino quiso contar con lo disponible: cinco panes y dos peces. Fueron esos pocos panes y peces los que multiplicó. El otro detalle también tiene mucha importancia: después que la muchedumbre se había saciado, mandó recoger lo sobrante, para que nada se desperdiciase. Y, efectivamente, se recogieron doce cestos de pan. ¡Toda una lección para que no desperdiciemos, destruyamos o desechemos nada!

Pero más importante todavía es advertir que Él tomó partido por los que pasan hambre. Hasta el punto de identificarse con ellos: «Tuve hambre y me disteis de comer», o, al contrario, «tuve hambre y no me disteis de comer», nos dirá en el juicio final. Y cuando le preguntemos entonces cuándo lo hemos hecho o dejado de hacer, Él nos replicará: «Cuando lo hicisteis a uno de estos mis humildes hermanos a Mi me lo hicisteis».

Él nos mandó pedir el pan diario: «Danos hoy, nuestro pan de cada día», nos lo enseñó en el Padre nuestro. Esta petición debe impulsarnos a compartir nuestro pan y a no seguir tolerando que las personas que nos rodean se vean privadas de alimento. Orar, como todos sabemos, no es repetir palabras huecas y sentimentales sino ponerse a la altura de Dios, acostumbrarse a hacer su voluntad. Y la voluntad de Dios es que todos sus hijos tengan lo necesario para vivir como tales. Que no sufran hambre de pan ni de justicia ni de respeto a su dignidad de personas.

Por otra parte, no podemos celebrar la Eucaristía sin sentirnos urgidos a vivir la caridad con los más necesitados, porque la Eucaristía es la expresión máxima de amor compasivo, misericordioso y redentor de Dios. Vivir la Eucaristía es una fuerza enorme para hacer de la opción preferencial por los pobres no sólo un simple slogan sino una realidad que nos involucre. Vivamos el Adviento y una Navidad con esta perspectiva y con la ilusión de compartir nuestros bienes con los que pasan hambre y necesidad.