El caso de una modelo británica

Se llama Josie Cunningham. Es una modelo inglesa. Tiene 23 años. Hasta ahora no ha aportado mucho al mundo de la belleza ni al del arte, pero de golpe ha saltado a la fama y hasta puede hacer historia en el campo de la bioética mediática. Todo porque, tras un primer anuncio de que abortaría a su bebé de 4 meses de gestación para entrar en la versión inglesa de Gran Hermano, decidió no hacerlo y sacar adelante a su nuevo hijo.

La historia comienza cuando dijo que abortaría para ser famosa y ganar mucho dinero. “Quiero manejar un gran Range Rover rosa y comprarme una casa gigante. Nada se interpondrá en mi camino”. Tras este anuncio se montó un gran escándalo. Tanto que Gran Hermano dijo que no la admitiría en el concurso ni aunque abortase.

En ese “escándalo” intervinieron diarios tan conocidos como The Telegraph, The Guardian, The Mirror y Sunday Mirror, entre otros. En el muy abortista The Guardian, el columnista Martin Robbison repitió mil veces que la modelo estaba en su perfecto derecho a abortar, aunque llevara cuatro meses de gestación. Más aún, llamó “hipócritas” a quienes sostenían que la búsqueda de la fama de Josie no fuera motivo suficiente para abortar. Incluso se indignó de que periódicos “liberales y progresistas” de repente comenzasen a llamar “bebé” y “niño” a lo que él considera que es un “amasijo celular”. La ley inglesa es muy permisiva, pues permite el aborto libre hasta el parto mismo, sirviéndose del coladero de “riesgo para la salud mental”.

Mientras arreciaba la polémica, Josie seguía adelante con su propósito de eliminar al hijo que llevaba en las entrañas. Estaba tan decidida, que un día, finalmente, tomó un taxi para ir al abortorio. Pero mientras iba de camino, vino a su mente algo que no podía quitarse de la cabeza: las “pataditas” que el día anterior había sentido de su bebé. Y empezó a llorar. “Realmente pensé que iba a ser capaz, pero no pude. Estaba en el taxi camino de la clínica y me sentí físicamente enferma. Cuando el taxista me dijo que estábamos a un minuto, me puse a llorar. Quise tirarme del coche en marcha y escapar. No podía permitir que nadie se llevase a mi bebé”. Y desistió de abortar. Hoy está a la espera de su hijo.

Según informaciones del Sunday Mirror, también influyó en su decisión el haber visto fotos de fetos humanos abortados de 18 y 19 semanas, que mucha gente le había enviado a su cuenta de Twitter. Muchas personas le enviaron imágenes de fetos y le decían que comprendiese lo que iba a hacer. “Creo que ignoraba los hechos, todo lo que está implicado en el procedimiento”.

Pero es posible que su repentino cambio tuviese una fuente más remota y eficaz. En efecto, tan pronto como publicó su decisión de abortar, el portal de noticias próvida LifeSiteNews recibió la iniciativa de crear cadenas de oración para que no sucediese. Muchos católicos comenzaron a rezar esta oración de Fulton Sheen: “Jesús, María y José: ¡os queremos mucho! Os suplicamos que salvéis la vida de N, a quien hemos adoptado espiritualmente y que está en peligro de ser abortado. Amén”. ¿Está detrás del  cambio de Josie la oración de mucha gente? Dios sólo lo sabe. En Estados Unidos, el cambio hacia una mayoría de provida se atribuye, en gran medida, al aumento de personas, incluidas jóvenes, que rezan por la vida.

En cualquier caso, ¿dónde queda el eslogan clásico de los abortistas de “somos personas adultas y responsables y decidimos”? Josie Cunnigham ha puesto a pensar a mucha gente.

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