Enhorabuena a todos los abuelos

2014 07 27. mensaje arzobispo de Burgos pdf

Con los abuelos ha sucedido lo mismo que con el trabajo. Hasta que no ha llegado la crisis económica y el paro alarmante, muchos no habían descubierto lo que ahora les parece evidente: que son un don de Dios y una bendición. ¿Qué hubiera sido de tantos hijos y nietos sin el apoyo económico y las horas de dedicación de los abuelos? Aunque fuera sólo por esto, tanto la propia familia como el Estado tendrían que valorar mucho más a los abuelos.

Pero hay más datos. Uno de los más importantes es el peso específico que este colectivo tiene ya en la vida social y el que va a tener en los próximos años y decenios. Si entre 1900 y 1960 sólo un millón de personas tenían más de 65 años, entre 1960 y 1998 subió a tres millones y en los años siguientes y en los próximos dicha cifra no cesará de aumentar.

Ante este envejecimiento demográfico, el gasto en pensiones y sanitario, y la atención a los cuidados de larga duración serán temas sobre los que habrá que reflexionar para la mejora de las condiciones de vida de nuestros abuelos. Existe el riesgo de que los colectivos jóvenes provoquen un conflicto generacional. De hecho, en algunos países de Europa han comenzado a ver a los abuelos como “un peso”, más aún, como una carga insoportable: cuestan mucho, ocupan muchos espacios de vivienda, limitan el tiempo libre… Y reclaman medidas que van desde la limitación de la edad para percibir pensiones hasta la eutanasia activa e impuesta.

Semejante reacción, además de atentar contra la más elemental norma de respeto a la dignidad de las personas, es una gran injusticia. Porque el trabajo y el sacrificio de nuestros abuelos han hecho posible no sólo que los jóvenes hayan venido a la vida sino que puedan aspirar a niveles de calidad que ellos no pudieron disfrutar. Además, como han demostrado estudios serios sobre la vejez, un mayor envejecimiento poblacional no tiene por qué suponer necesariamente un aumento del número de personas mayores dependientes. Pues la edad de los individuos no es el único factor que determina la aparición de problemas de dependencia. Baste pensar en los accidentes laborales y de tráfico, o en los problemas subsiguientes a la droga, el alcohol, etc.

La Iglesia tiene aquí un nuevo campo para su acción pastoral. Las parroquias y las comunidades deberán colocar la figura del anciano en su debido lugar, concienciando a los demás miembros del valor que tienen y apoyando todas las iniciativas socio caritativas que vayan en la dirección de ayudarles a vivir como personas y como cristianos su última etapa de vida. Una acción imprescindible es ayudar a todos a tomar conciencia de que nada valora más un abuelo que el aprecio, la estima y el cariño de sus hijos y nietos; y, al contrario, que nada puede compensar la ausencia de esos ingredientes. Los hijos y nietos han de ser conscientes de que los abuelos necesitan más que nunca el apoyo y la estima de aquellos por quienes entregaron una parte muy importante de su vida. Sin olvidar que sus padres y abuelos también tuvieron la edad, el vigor y las energías que ellos tienen ahora y que un día no tendrán.

El Papa Francisco ha dicho recientemente que “un pueblo que no respeta a los abuelos es un pueblo sin memoria y, por tanto, sin futuro” y ha pedido que “recemos por nuestros abuelos, nuestras abuelas, que tantas veces han tenido un papel heroico en la transmisión de la fe en tiempo de persecución”. Yo añadiría que ahora, en España y en Burgos, los abuelos son tantas veces la única referencia directa sobre Dios que encuentran los niños. Enhorabuena a todos, que ayer celebrasteis vuestro día en la fiesta de san Joaquín y santa Ana.

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