Una quincena de intensa oración
2014 10 05 mensaje arzobispo de Burgos pdf
Mañana, lunes, comienza en Roma una Asamblea general extraordinaria, con obispos de todo el mundo, para tratar sobre la Familia. A esta asamblea extraordinaria –que durará dos semanas- seguirá otra ordinaria en octubre de 2015, que concretará en líneas de acción las propuestas que se hayan ido elaborando a lo largo de este año.
Desde que el Papa anunció un Sínodo para pensar “sobre la familia con profundidad y sin caer en la casuística”, en el que habría que tratar la situación de los divorciados, han sido muchos los intentos de polarizar el Sínodo en torno a esa cuestión y, más en concreto, a la comunión de quienes, después de divorciarse, se han unido civilmente a otra persona.
El Sínodo no caerá en la tentación de tratar exclusivamente el tema de los divorciados y, menos todavía, de la comunión a los que se han unido civilmente a otra persona. Es claro que no pasará por alto sobre esas cuestiones, máxime después del bombardeo informativo a que ha sido sometida la opinión pública. Pero no lo es menos que hay otros muchos temas que son más importantes. Baste pensar, por ejemplo, en la necesaria formación que ha de preceder al matrimonio, en la educación de los hijos o en el papel de la familia en la nueva evangelización.
Como ha dicho el papa Francisco, “lo que se nos pide es recordar lo bello, auténtico y bueno que es formar una familia, ser familia hoy; lo indispensable que es esto para la vida del mundo, para el futuro de la humanidad. Se nos pide que realcemos el plan luminoso de Dios sobre la familia”.
El Papa es suficientemente inteligente y realista para no querer decir con esto que la vida familiar sea un camino de rosas. El matrimonio y la familia, como cualquier otra realidad humana, están llenos “de alegrías y esperanzas, de fatigas y sufrimientos”. Hay que estudiar todo esto, ver los problemas y dar respuestas. Esto exige ir a lo esencial, al núcleo, sin perderse en asuntos de segundo orden, por urgentes que puedan parecer. Hay que profundizar en la teología de la familia y en la pastoral que hemos de emprender en las condiciones actuales.
Un tema clave es si los católicos conocen bien las enseñanzas sobre el matrimonio y la familia, tanto las que derivan de la ley natural como las que se encuentran en la Biblia y el Magisterio de la Iglesia. Relacionado con esto está el tema de la educación para la vida familiar, lo cual incluye la preparación al matrimonio, la orientación en los momentos de crisis, la formación sobre los métodos naturales de regulación de la natalidad. No cabe duda de que el modo más eficaz de abordar el problema de los católicos divorciados es ver cómo preparar a los que se casan para que no fracasen en su matrimonio.
Otro punto principalísimo es el papel que le corresponde a la familia en la nueva evangelización. Este aspecto incluye temas tan capitales como la transmisión de la fe en la familia, la oración y los sacramentos, la educación religiosa de los hijos, la atención a las familias de inmigrantes y la acción evangelizadora de la familia en la sociedad actual. Este último punto es crucial, pues si la secularización de la sociedad ha venido, en buena medida, gracias a la secularización de las familias, la regeneración de la sociedad pasa inevitablemente por regenerar a las familias.
Todo esto requiere gran claridad de mente, visión amplia de futuro y un corazón inmenso para conectar con los sentimientos profundos de las familias de hoy. La tarea que tienen los Padres sinodales es difícil aunque apasionante. Por eso, me gustaría que encontraran eco en la oración intensa y confiada de los sacerdotes, religiosos y seglares de la diócesis. Es también un modo eficaz para superar las presiones foráneas y las falsas expectativas que algunos van a crear. El santo Rosario, cuyo mes acabamos de iniciar, será un instrumento sencillo pero muy eficaz para lograrlo.