Participar en tu parroquia, cuestión de principios

2014 11 09 mensaje arzobispo de Burgos pdf

 

En cuestiones de fe, los católicos no somos versos sueltos o uvas a granel sino versos de un poema y uvas arracimadas. Leyendo las primeras páginas de la primera historia de la Iglesia, que son los Hechos de los Apóstoles, esto aparece con meridiana claridad. Los que recibían el bautismo, formaban una piña en torno a los apóstoles para escuchar su palabra, celebrar la eucaristía y vivir la caridad entre ellos y con los demás. Ciertamente, la situación favorecía este proceder, porque “ser los primeros” es siempre una circunstancia aglutinante. Pero cuando el ambiente fue adverso y hostil, los cristianos continuaron formando comunidades bien unidas. Ha sido durante los últimos siglos el momento en que otras circunstancias han contribuido a debilitar, cuando no a cuartear, esta realidad. Eso explica que hoy no sea infrecuente que muchos católicos tengan un poco difuminada o borrosa su pertenencia a una diócesis y a una parroquia.

El concilio Vaticano II supuso un punto de inflexión, al ratificar solemnemente que todos los bautizados somos Iglesia, todos somos miembros de un mismo Cuerpo, no sólo los obispos y los sacerdotes. Consiguientemente, todos somos corresponsables de la vida y actividad de la Iglesia y entre todos tratamos de sacar adelante sus proyectos y resolver sus problemas y necesidades.

Las ideas del Concilio se van abriendo paso poco a poco en las diversas geografías donde está asentada la Iglesia, pero, al día de hoy, todavía es mucho el camino que falta por recorrer. El papa Francisco se hacía eco de ello en una audiencia reciente de los miércoles, constatando que cuando los medios de comunicación social hablan de “la Iglesia”, se están refiriendo al Papa, a los obispos, a los sacerdotes y a los religiosos, no a los discípulos de Jesucristo, es decir, a todos los bautizados. Otro tanto podría decirse de las conversaciones que mantienen un padre con sus hijos o un seglar con otro seglar, cuando comentan algo relacionado con la Iglesia. ¡Qué difícil está resultando superar la idea de que la Iglesia no se identifica con su Jerarquía!

España no es una excepción. También entre nosotros está abriéndose con mucha dificultad la convicción de que todos los bautizados pertenecemos por igual a la Iglesia, aunque cada uno tengamos un papel específico. Justo es reconocer que cada día son más los cristianos de a pie que van superando el binomio “Iglesia igual a Jerarquía”, redescubriendo la grandeza y dignidad de su bautismo y considerándose miembros de pleno de derecho de la Iglesia.

Uno de los factores que ha impulsado la recepción de estos nuevos aires ha sido la celebración del “Día de la Iglesia diocesana”. Se trata de una Jornada especial que se celebra el tercer domingo de noviembre, en la que se recaba la atención y ayuda de todos los católicos para ayudar a “su” Iglesia. Este año tiene lugar el próximo 16 de noviembre, con el lema “Participar en tu parroquia es hacer una declaración de principios”. En efecto, es cuestión de principios sentirse implicados en llevar a los hijos a la catequesis, ser catequistas, formar parte de alguna de las asociaciones, echar una mano en la Cáritas, etcétera.

En este momento, una manifestación bien concreta de ese espíritu de actuar “con principios” es hacernos corresponsables del sostenimiento económico de nuestra parroquia y de nuestra diócesis. No hace falta especificar que las necesidades son muchas, sobre todo, si queremos seguir siendo un referente en la ayuda a los necesitados: emigrantes, parados, madres solteras, etc. Una buena oportunidad para reflexionar que nuestra parroquia y nuestra diócesis necesitan nuestra ayuda y nuestro compromiso económico. Hagamos de ello una “cuestión de principios” y obremos en consecuencia.

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