El Papa explica el Sínodo

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El miércoles pasado, el Papa concluyó el ciclo de audiencias sobre la Iglesia y comenzó uno nuevo sobre la familia. Dicho ciclo se sitúa a caballo del Sínodo extraordinario de obispos -que tuvo lugar en Roma el pasado octubre-, y el Sínodo ordinario que se celebrará en Roma el próximo octubre, ambos sobre la familia. Por este motivo, el Papa ha creído oportuno iniciar este nuevo ciclo de audiencias con una especie de introducción, en la cual ha explicado, sobre todo, lo que ha sido el Sínodo extraordinario.

El Papa ha querido dejar claro, desde el primer momento, cuáles son los documentos oficiales del mismo. Son estos tres: el Mensaje final del Sínodo, la Relación final y el Discurso final del Romano Pontífice. La primera “Relación” no es un documento oficial sino un simple borrador de trabajo.

En cuanto al ambiente que ha existido en el aula sinodal, el Papa ha señalado que los Padres han hablado con toda libertad, pues no existía censura previa. Él les había pedido que hablasen con “toda libertad” y escuchasen a los demás “con humildad”. Eso explica que la discusión haya sido, a veces, acalorada. Pero no porque hubiese dos bandos enfrentados, como ocurre en los Parlamentos de las naciones, en los que los diversos partidos suelen tener planteamientos enfrentados, fruto de su ideología y programa. Los obispos no son parlamentarios ni el Sínodo es un Parlamento. Tienen puntos de vista diferentes, pero todos buscan un mismo objetivo: descubrir lo que Dios les pide para ser los Pastores que el pueblo necesita. Eso explica que en este Sínodo los obispos y cardenales hayan hablado, a veces, fuerte, pero sin poner nunca en tela de juicio alguna de las grandes verdades sobre el matrimonio: su indisolubilidad, su unidad y su apertura a la vida.

Con la claridad y pedagogía que le caracterizan, el Papa ha explicado las diversas fases por las que ha pasado el Sínodo. En concreto, han sido cuatro.

La primera fue la que siguió a la Presentación (Relatio) del Cardenal Erdö, Secretario General. Todos los Padres pudieron hablar y todos escucharon. Fue el momento en que cada uno expuso lo que pensaba con toda libertad, teniendo como base el “Instrumento de trabajo”, que se había elaborado después de una consulta previa a toda la Iglesia.

Terminada esta fase, se hizo un borrador, en el que se resumían las aportaciones y se entregó a lo que se llaman “Círculos menores” o grupos de obispos según las diversas lenguas. Concretamente el italiano, el español, el francés, y el inglés. Es un buen método de trabajo, porque uno se expresa mejor en la propia lengua. Al final, cada grupo entregó su propio borrador y se dieron a conocer a toda la asamblea.

El paso siguiente fue elaborar la “Relación final”, fruto de todos los trabajos anteriores a cargo de una Comisión especial. Como siempre, fue votada y aprobada con una mayoría muy amplia. También se aprobó el Mensaje final, que en este caso ha sido más breve que en otras ocasiones.

Pero el camino prosigue. Porque ahora, esa “Relación” se ha enviado a las Conferencias Episcopales, junto con una serie de preguntas, para que sean estudiadas y discutidas en los diversos niveles y estructuras eclesiales. Se abre, por tanto, un tiempo sumamente importante, en el que las diversas instituciones implicadas harán sus propuestas y las enviarán a Roma, con el fin de que sirvan para elaborar lo que será el “Instrumento de trabajo” del Sínodo del próximo octubre.

El Papa nos ha pedido a todos colaborar con “la reflexión y la discusión fraterna” y, sobre todo, “con la oración”, desde ahora hasta que concluya el Sínodo el próximo octubre. Hago mía esta invitación y animo a todos a implorar con toda confianza la ayuda materna de la Santísima Virgen.

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