Cuatro burgaleses, camino de los altares

El pasado mes de enero, el papa Francisco aprobó el Decreto de Martirio para varios mártires españoles, entre los que se encuentran cuatro burgaleses.

Fue el pasado 23 de enero cuando el papa Francisco aprobó el Decreto de Martirio de los Siervos de Dios Pío Heredia y 17 compañeros, monjes del Monasterio de Viaceli, en Cóbreces (Cantabria) junto con dos monjas del Monasterio de Algemesí (Valencia). Entre los monjes se encuentra un charro, un cántabro, uno de Pontevedra, dos valencianos, cinco leoneses y otros cuatro de tierras burgalesas.

 

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Los futuros beatos burgaleses

Antonio Delgado González, nacido en Citores del Páramo el 28 de enero de 1915, fue seminarista en Burgos y después ingresó en el monasterio. Fue tirado al mar Cantábrico, cerca de Santander, con sus hermanos de comunidad entre los días 2 y 3 de diciembre de 1936, a la edad de 21 años, siendo oblato, sin siquiera haber comenzado el noviciado. Años después su hermano carnal ingresó también en el monasterio y fue enviado a la fundación del monasterio de Sobrado (La Coruña), donde murió como monje, no hace muchos años. Tomó como nombre de profesión el de su hermano, Antonio, de manera que éste pudiera ocupar simbólicamente el lugar que había dejado en monasterio.

 

El hermano Bienvenido Mata Ubierna nació el 24 de mayo de 1907 en Celadilla Sotobrín, y fue bautizado con el nombre de Robustiano. Comenzó el noviciado el 8 de diciembre de 1935 y murió junto con Antonio Delgado al ser lanzado por el acantilado.

 

El padre Eugenio García Pampliega, nacido en Villagonzalo Pedernales el 23 de noviembre de 1902, y bautizado con el nombre de Herminio. Comenzó el noviciado el 2 de febrero de 1918, realizó el servicio militar el África volviendo para hacer la profesión solemne en 1926, y fue ordenado sacerdote el 2 de abril de 1927. Murió tiroteado junto a un compañero, el padre Vicente, en la carretera de Rumoroso el 21 de septiembre de 1936. Otro de estos mártires, el hermano Leandro Gómez Gil, nació en Hontomín el 13 de marzo de 1915; comenzó el noviciado en 1933 y profesó solemnemente el 22 de abril de 1935. Detenido el 30 de diciembre de 1396, le se obligó a subir a un coche y nunca más se supo de él.

 

Solamente los restos del padre Eugenio y el padre Vicente, tiroteados en una cuneta en el término municipal de Rumoroso, descansan en la paz de la Abadía de Cóbreces. Su delito fue seguir a Cristo; y por ello han alcanzado la meta del Reino eterno. La Iglesia que peregrina en Burgos, la Familia Cisterciense y las gentes de buena fe de las tierras castellanas se gozan con la proclamación de estos nuevos beatos en fecha aún sin fijar, y que se espera a lo largo de este año.

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