«¡Jesucristo vive! ¡Jesucristo ha resucitado!»

Una solemne misa estacional y la procesión del encuentro de Cristo resucitado y la Virgen de la Alegría dejan atrás los días de penitencia e inauguran cincuenta días de Pascua.

 

procesión encuentro burgos

El encuentro entre Cristo resucitado y su Madre, la Virgen de la Alegría, ha tenido lugar a los pies de la catedral.

 

El rigor, las penitencias, los ayunos, los redobles de tambores y el estruendo de las carracas se han transformado en esta mañana en cantos, bailes y repiques de campanas. Y la razón es que «Jesucristo ha resucitado y ha salido vencedor del pecado y de la muerte», tal como ha indicado el arzobispo, Francisco Gil Hellín, en la solemne misa estacional que ha presidido en la catedral. Una misa que, según recoge el ceremonial de los obispos, es «la principal manifestación de la Iglesia diocesana, cuando el obispo celebra la eucaristía en la iglesia catedral rodeado del presbiterio y los ministros, con la participación de todo el pueblo de Dios». Y es que la fiesta de hoy celebra el triunfo vencedor de Jesús sobre la muerte, principal de los artículos de la fe católica. De ahí que, al finalizar la eucaristía, el arzobispo haya impartido a los presentes la bendición papal, dando por concluidos los días de Pasión e inaugurado las fiestas pascuales, que durarán cincuenta días.

De luto en danzas

Finalizada la misa, el arzobispo ha salido al balcón de la catedral para presidir la última de las procesiones de esta Semana Santa: el acto del encuentro entre la Virgen de la Alegría -una talla del siglo XVII de autor anónimo- y Cristo resucitado -obra del escultor Manuel López, construida en 2005-. Ambas imágenes salían de las parroquias de San Nicolás de Bari y la Sagrada Familia a las 11:30 horas. Pasadas las 13:15, entraban ambas imágenes en la plaza del Rey San Fernando, anunciándose el júbilo pascual con el Aleluya de Häendel y con el repique de las campanas de la seo como música de fondo. A continuación, el arzobispo ha impartido la bendición a la ciudad, dando así paso a diversas danzas castellanas en honor de Cristo resucitado y su Madre.

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