Lampedusa: una herida que sangra cada vez más

La tragedia ha vuelto a las aguas mediterráneas, matando esta vez a cientos de inmigrantes que huían de países en conflicto como Libia o Siria. Una situación que ya está poniendo en pie a la comunidad internacional, y en la que José Luis Lastra, responsable diocesano de la mesa de pastoral con inmigrantes, ofrece su visión ante esta catástrofe humanitaria.

 

Las aguas del Mediterráneo han vivido de nuevo la tragedia de un naufragio que se ha cobrado la vida de cientos de inmigrantes. El barco, que partió de Egipto, se hundió a 120 millas de Lampedusa, y se calcula que más de 900 personas podrían haber perdido la vida, mientras que 28 han podido ser rescatadas. El portavoz del Alto Comisionado para los Refugiados de las Naciones Unidas (ACNUR), Sami Carlotta, ha advertido que podría tratarse de «una de las mayores tragedias humanitarias en el Mediterráneo». El papa Francisco abordó el sábado este tema durante  una recepción con el presidente italiano en el Vaticano, y recordó que «no debemos cansarnos de solicitar un compromiso más amplio a nivel europeo e internacional».

 

lampedusa

Uno de los barcos que llegan a Lampedusa

 

José Luis Lastra, responsable de la mesa diocesana de pastoral con inmigrantes, se ha pronunciado ante este suceso como una tragedia humanitaria, no puntual, sino cotidiana. «Como ha dicho el primer ministro italiano, son hombres, mujeres y niños, no números». Por otro lado, recuerda el fracaso de un mundo globalizado donde es posible conocer todo al instante, «pero no es posible actuar más eficazmente por salvar vidas humanas». Y desde la fe, como «una llamada apremiante de Dios a nuestra conciencia: ¿Dónde está tu hermano?».

Un problema que va a peor

Ante la actitud de la comunidad internacional, Lastra ve la situación «como una hemorragia donde intentamos poner vendas, y además pequeñas, pero la herida sigue sangrando y cada vez va a peor». Considera que la comunidad internacional ha dejado a Siria a su suerte, al igual que ha sucedido hace tiempo con África, y que ahora está sucediendo lo mismo con Libia, «y a Europa nos llegan las consecuencias, que malamente podemos atajar. Faltaría esa ‘autoridad internacional’ que los últimos papas han reclamado para que se intentara poner fin a los actuales y crecientes conflictos y catástrofes humanitarias».

 

Por otra parte, Lastra explica que parte de este fenómeno migratorio con fatales consecuencias para los inmigrantes, se debe a que desde Europa se dio por terminada la operación Mare nostrum, «que era italiana y debía costar una cantidad importante de dinero, y se dedicaba a salvar vidas», y en su lugar la Unión Europea ha puesto en marcha la operación Tritón, «que se dedica con muchos menos medios a controlar las fronteras pero desde este lado. Italia hace lo que puede con sus medios, pero a todas luces insuficientes». El último ingrediente a toda esta situación es el total descontrol de Libia, «que ahora mismo es un avispero donde Europa no se quiere meter, lo cual es un caldo de cultivo para las mafias esclavistas».

Acción internacional

Sobre cómo poner freno a estas tragedias que empiezan a estar cada vez más presentes en el Mediterráneo, Lastra comenta que el papa insiste mucho en una acción urgente internacional para «tapar la hemorragia». «Añadiría a eso otra acción urgente internacional para intentar sanar la herida: implicarse en la solución de los conflictos en origen con intervenciones de una fuerza internacional donde se pueda, o al menos con algo que dicen que sería muy eficaz: bloqueo económico y armamentístico a todas esas zonas en conflicto. Si ha sido posible hacer un bloqueo económico a Cuba, y lo han conseguido durante años, ¿cómo no va a ser posible, si se quiere, cerrar el grifo de armas, dinero y venta de petróleo en Libia, Irak, Siria o Centroáfrica?».

 

La implicación de los cristianos, según Lastra, pasa por rezar; «el papa lo ha pedido en el ángelus». Además, denunciar la situación, aunque esté lejos de las costas españolas -«pero podría empezar a llegar a las nuestras»-. Y por otro lado, «ser solidarios en la medida que podamos. Muchas parroquias de Italia están acogiendo en sus salones a los refugiados y náufragos de las últimas semanas; quizá algún día nos toque a nosotros…» Y como país, «no dar ‘lecciones’ y exigir cosas a los demás, cuando la política de asilo en España es casi nula, irrisoria… Y en la mayoría de estas tragedias no se trata de inmigrantes laborales, sino de refugiados políticos». Además, Lastra recuerda que el 11 de mayo se celebrará un Círculo de Silencio en el Paseo Sierra de Atapuerca, en el que serán recordados los fallecido en este naufragio.

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