Los capellanes del hospital, al servicio espiritual de los enfermos
Que suene el teléfono a media noche pocas veces es por una buena noticia. Por si acaso, el teléfono de urgencias de los capellanes del nuevo hostpital de Burgos está siempre encendido. La urgencia nocturna más habitual que suele atender un capellán en el hospital es la de administrar la unción de enfermos a aquellos pacientes cuyo cuadro clínico es grave o ha empeorado. “También puede llegar a urgencias una persona en estado grave y fallecer, sin que haya sido posible administrarle el sacramento; en estos caso los capellanes solemos realizar una oración junto con la familia”, explica Juan Manuel Valderrama, uno de los capellanes del Hospital Universitario de Burgos.
A los pacientes de este moderno y mastodóntico hospital no les falta quien atienda sus necesidades espirituales (siempre y cuando ellos o sus familiares quieran), ya que cuenta con tres capellanes que se turnan y realizan guardias para que nunca falte su presencia ni su atención.
Juan Manuel lleva dos años como capellán, exactamente los mismos que lleva en funcionamiento el hospital. Algunos siguen sin entender cuál es la función que estos sacerdotes vestidos con bata de médico realizan allí, pero su trabajo no es baladí. “Celebramos la misa a las 10 de la mañana y a las 6 de la tarde los días laborables, y a las 12 del mediodía los domingos. Aparte, llevamos la comunión a los enfermos que lo solicitan y visitamos las habitaciones para llevarles esperanza y estar con ellos si necesitan nuestro acompañamiento. Y no nos olvidamos de los casos más graves y que están internados en la UCI, a quienes visitamos para interesarnos por su estado”.
Una muestra de cómo la diócesis acompaña también el dolor y el sufrimiento.