2015 06 08 lunes: resumen de prensa

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Actualidad

La fiesta del Corpus Christi contó con la asistencia de centenares de personas en la capital burgalesa. Los medios también repasan las celebraciones que se han llevado a cabo en diferentes localidades:

 

Ecclesia publica el último artículo del arzobispo de Burgos, Francisco Gil Hellín:

 

 

 

 

 

 

Miles de burgaleses participan en la procesión del Corpus Christi

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Altares diseminados por distintos rincones, niños de primera comunión vestidos con impolutos trajes, olor a incienso y romero y miles de fieles alfombrando con pétalos de rosa las calles de la ciudad. Ese es el escenario por el que ha desfilado esta mañana la procesión del Corpus Christi en una calurosa mañana más propia del verano que de la primavera burgalesa. Una jornada en la que la Iglesia saca en procesión por las calles a Jesús eucaristía para recordar a los fieles «el misterio de amor que él nos dejó en este sacramento» y que ha de llevar a todos los cristianos a «vivir el compromiso de amar a Dios y a los hermanos».

No enemigos, sino hermanos

Antes de partir la procesión, una abarrotada catedral ha acogido una solemne eucaristía presidida por el arzobispo, Francisco Gil Hellín, quien en su homilía ha exhortado a los burgaleses a vivir la reconciliación «entre los que estamos aquí y los que nos encontraremos luego en las plazas y calles; la reconciliación entre los que creemos en Jesucristo presente en la eucaristía y entre los que no comparten nuestra fe; la reconciliación entre todos los españoles, sean del signo político, social y cultural que sean». Y es que al pastor de la diócesis, le «preocupa seriamente» la situación de confrontación por la que atraviesa el país al haber «desenterrado actitudes, gestos y comportamientos que parecían superados» y que ha desembocado en un «enfrentamiento verbal y fáctico entre nosotros».

 

De ahí que Gil Hellín haya pedido a los burgaleses superar estas diferencias «desterrando odios, rencores, enfrentamientos verbales y calumnias», «no viendo en los demás enemigos sino hermanos» y «trabajar juntos para remediar la situación» crítica por la que atraviesan «tantos hermanos nuestros».

Incienso y golpe de campana

Tras la misa, la carroza de plata del maestro Suárez ha salido de la catedral portando la custodia con el Santísimo Sacramento. Los repiques de campanas y miles de pétalos de rosa caídos desde las torres de la seo anunciaban a la ciudad que comenzaba la procesión eucarística, que ha recorrido las principales calles del centro histórico, engalanadas con altares preparados por la asociación civil Pro Corpus en Laín Calvo, plaza Mayor, paseo del Espolón y arco de Santa María. Al llegar a la plaza Mayor, el Santísimo ha abandonado la carroza y ha ocupado el puesto de honor en el salón de plenos de la Casa Consistorial. Tras un breve rato de oración y desde el balcón del Ayuntamiento, el arzobispo ha impartido la bendición con el Santísimo a los cientos de fieles congregados en la plaza. Los actos han concluido con la bendición con el Santísimo a los pies de la catedral, tras la cual, el Santísimo ha pasado todo el día expuesto en la capilla del Santo Cristo de Burgos.

 

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Solemnidad del Corpus Christi

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Queridos hermanos: acabamos de escuchar tres textos con un único tema: la alianza que Dios ha hecho con nosotros. La lectura del Éxodo nos hablaba del establecimiento de la antigua alianza; la carta a los Hebreos presentaba el misterio de la redención como misterio de alianza; y el evangelio, nos hablaba de la institución de la Eucaristía como misterio de alianza.

 

La primera alianza se demostró ineficaz desde el primer momento. No por parte de Dios, que mantuvo siempre su compromiso de cuidar de su pueblo, protegerlo y salvarlo. Se hizo ineficaz, porque el pueblo rompió el compromiso de no tener otro Dios que Yahvé. Pues inmediatamente después de haber hecho la alianza se construyó un becerro de oro y le adoró como a su Dios.

 

El  hombre quebrantó esta alianza porque era una alianza externa, una alianza que no se había establecido en su corazón. De hecho, el rito realizado por Moisés era un rito externo: tomó sangre de animales para establecer la alianza. Esto no cambiaba el corazón de los hombres, porque la sangre de los animales no tiene ninguna eficacia en el corazón humano, no puede realizar la unión con Dios. Era un rito simbólico, pero ineficaz: un rito que prefiguraba, aunque de modo muy imperfecto, el establecimiento de la verdadera alianza, que se realizaría por la sangre de Jesús.

 

Jesús realiza durante la Última Cena un gesto sorprendente: “Tomó un pan, pronunció la bendición y se lo dio diciendo: ‘Esto es mi Cuerpo’. Luego tomó la copa, pronunció la acción de gracias, se la dio y dijo: ‘Esta es mi sangre de alianza, que se derrama por todos’”. Esto nos hace comprender que Jesús estableció la nueva alianza con su sacrificio. Este gesto ilumina todos los acontecimientos que tendrían lugar pocas horas después: su juicio inicuo, su flagelación, su condena a muerte, su enclavamiento en la cruz, su muerte.

 

Todos estos acontecimientos, aparentemente trágicos y negativos, adquieren en la Última Cena un sentido positivo: el de un don, una alianza, un amor victorioso. Gracias a la Eucaristía de la Última Cena, el acontecimiento de la Pasión y Muerte fue trasformado por Jesús en un acontecimiento positivo, en un acontecimiento en el que el amor vence al mal y a la muerte. Por eso, la Última Cena y la Eucaristía en la que estamos participando tienen una importancia extrema. Pidamos a Dios que nos haga cada vez más conscientes de que la trasformación que Jesús llevó a cabo en la Última Cena se sigue actuando en todas nuestras celebraciones eucarísticas. La nueva alianza, la alianza eterna de amor de Jesucristo por nosotros sigue haciéndose en todas las Eucaristías. También en ésta.

 

Participar en la Eucaristía es, por tanto, insertarse en un acontecimiento extraordinario de amor. Tan extraordinario, que lleva consigo dar la vida por amor. Si no nos insertamos en ese acto de amor de Cristo que da la vida por nosotros, estamos de cuerpo presente, pero realmente ausentes de la Eucaristía. No participamos realmente en ella; nos quedamos en la periferia, en unos ritos externos. Por eso, no es posible participar en la Eucaristía sin hacer propio el compromiso de amar a Dios y a los hermanos. Más aún, nadie se compromete tanto en el amor a los hermanos, como el que participa de verdad en la Eucaristía. Decir que la Eucaristía no compromete a nada o que no sirve de nada participar en la Eucaristía, es no haber comprendido el inefable misterio que ella encierra y no haber captado que la Eucaristía es el acto supremo de amor que ha tenido lugar en toda la historia de los hombres.

 

Aquí esta la razón por la que hoy, por ser el Día de la Eucaristía, es también el Día de la Caridad. Día por excelencia del amor a los hermanos, especialmente a los más necesitados.

 

Este año este amor tiene una connotación bien precisa: la reconciliación entre nosotros; la reconciliación entre los que estamos aquí y los que nos encontraremos luego en las plazas y calles; la reconciliación entre los que creemos en Jesucristo presente en la Eucaristía y entre los que no comparten nuestra fe; la reconciliación entre todos los españoles, sean del signo político, social y cultural que sean. Por desgracia, hemos desenterrado actitudes, gestos y comportamientos que parecían superados de modo definitivo y asistimos al enfrentamiento verbal y fáctico entre nosotros.

 

No os oculto que -como Pastor de la diócesis- me preocupa seriamente esta situación. Por eso, os hago un llamamiento apremiante a recorrer estas tres etapas. Primera, desterrar todos los odios, rencores, enfrentamientos verbales, calumnias, maledicencias, sospechas, desconfianzas apriorísticas. El odio es muy mala simiente y sólo produce la muerte: moral, física o social.

 

Segunda etapa. Vamos a comprometernos ante el Señor en crear un clima de aceptación del otro, de perdón generoso, de olvido de las ofensas –reales o supuestas-, de no ver en los demás enemigos sino hermanos. Para ello hemos de ser conscientes de que es mucho más lo que nos une que lo que nos separa, que la unión hace la fuerza y la división y enfrentamiento destruyen y debilitan; y que la paz es siempre un bien, un gran bien, mientras que los enfrentamientos y la guerra -física, verbal y social- es siempre un gran mal.

 

La tercera etapa es unir nuestros esfuerzos y trabajar juntos para remediar la situación en que se encuentran tantos hermanos nuestros: paro prolongado y juvenil, hipotecas que no se pueden pagar, vivienda que hay que abandonar, soledad que hay que sufrir, abandono que hay que soportar, problemas familiares que es preciso remediar. Y tantas otras necesidades a las que es urgente dar respuesta.

 

En esta línea va el sobre que Cáritas os ha distribuido. Sed todo lo generosos que os permita vuestra situación.

 

Que Santa María la Mayor nos una en Jesucristo para que todos los burgaleses –y todos los españoles- volvamos a considerarnos y tratarnos como hermanos.

Revalorizar el noviazgo

por administrador,

2015 06 07 mensaje arzobispo de Burgos pdf

 

El papa Francisco lleva varios meses hablando de la familia durante las audiencias de los miércoles en la Plaza de San Pedro. Y todo apunta a que continuará con este asunto varios meses más. Es muy comprensible esta toma de postura, porque el argumento tiene una extraordinaria importancia y actualidad.

En una de sus últimas intervenciones ha tratado del noviazgo. Personalmente he sentido una satisfacción especial, no sólo porque durante muchos años me ocupé del matrimonio en el Pontificio Consejo de la Familia, sino porque estoy convencido de la importancia que el noviazgo tiene para la buena marcha del matrimonio y de la familia y me preocupa que se tome tan a la ligera en muchos casos.

El noviazgo, como señala el Papa, es el tiempo en el que un hombre y una mujer “están llamados a realizar un buen trabajo sobre el amor, un trabajo participado y compartido, que va al fondo”. Es decir, un periodo de aprendizaje para el matrimonio. Precisamente, porque el matrimonio es una cosa seria y dura toda la vida, no se improvisa de una día para otro. “No existe el matrimonio exprés”, sino que es preciso trabajar el amor, como se trabaja una labor de artesanía. Si nadie viviría en una casa que no hubiera construido un arquitecto ni cruzaríamos en coche un largo puente no realizado por un ingeniero, ¿cómo arriesgarse a recorrer el proyecto de una vida compartida durante toda la existencia sin conocer en sus líneas fundamentales dicho camino y llegar a la conclusión de que ese camino está hecho para nosotros?

Algo se hace con los Cursos prematrimoniales. A veces, antes de hacerlos, los interesados lo ven como una exigencia de los sacerdotes, aunque, cuando lo terminan, están contentos y lo agradecen. Con todo, los cursos prematrimoniales no se pueden considerar como una verdadera preparación al matrimonio. Entre otras cosas, porque son muy cortos y se hacen cuando el novio y la novia están ya tan decididos, que han apalabrado el lugar de la celebración de la boda y el hotel del banquete. El noviazgo es más que esta preparación inmediata al matrimonio, unas semanas o unos días antes de contraerlo.

El noviazgo hay que plantearlo en otra perspectiva. Ha de ser un tiempo para conocerse a fondo, para saber si el uno está hecho para compartir la vida con el otro, si hay una madurez suficiente para embarcarse en un asunto en el que nos jugamos la felicidad humana y la eterna. Como dice el Papa, es tiempo para el “conocimiento mutuo y compartir el proyecto”.

El hecho de estar juntos, incluso de convivir, no asegura que exista este conocimiento y se comparta el proyecto. De hecho, personas que han convivido durante años, se separan a los pocos meses de casarse. También lo señala el Papa: “Los novios, a veces conviviendo, no se conocen de verdad”. El noviazgo es un camino de maduración y ésta se hace paso a paso. Le sucede como a la fruta: va madurando poco a poco en el amor, hasta que se convierte en matrimonio.

En este camino de maduración hay que ir a lo esencial: llegar al convencimiento razonable de que esta persona va a compartir su vida conmigo para siempre y va a ser la madre y el padre de mis hijos. Parte fundamental es también contar con el Señor. Sólo Él asegura que los novios custodien juntos “algo que jamás deberá ser comprado o vendido, traicionado o abandonado, por más atractiva que sea la oferta”. Por eso, el Papa señala que los novios cristianos necesitan redescubrir juntos el matrimonio a la luz de la Palabra de Dios, hacer oración litúrgica y personal, frecuentar los sacramentos, y en concreto, el de la confesión. Porque a través de ellos “el Señor viene a morar en los novios y los prepara para acogerse de verdad el uno al otro”.

La burgalesa Carmen Pérez, elegida miembro del Consejo General de las Hijas de la Caridad

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El pasado lunes 1 de junio, la Asamblea General de la Compañía de las Hijas de la Caridad ha elegido, por un periodo de seis años, a las hermanas que van a formar parte del Consejo General de la Compañía. Si el 25 mayo se eligió Superiora General de la congregación a la australiana sor Kathleen Appler, esta vez tocaba renovar el consejo, en el que ha entrado a formar parte la burgalesa Carmen Pérez González.

 

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Carmen Pérez González es burgalesa.

 

Sor Carmen  ha sido elegida consejera general de Lengua Española, y se ocupará de los países que comparten esta lengua, como es España, la región de Latinoamérica y los países africanos con habla española. Sor Carmen Pérez González nació en el pueblo burgalés de Frandovínez y fue consejera provincial y visitadora en San Sebastián durante nueve años (2000-2009). Hasta ahora, desarrollaba su labor como hermana sirviente en el colegio de la Purísima de Santander. Es hermana del arzobispo de Pamplona, Francisco Pérez González.