Aranda de Duero se vuelca con su patrona

Aranda de Duero volvió un año más a celebrar a lo grande las fiestas en honor a su patrona, la Virgen de las Viñas. Precedida por una Novena que contó con una enorme asistencia, los arandinos realizaron la ofrenda floral el sábado, mientras que ayer tenía lugar una Eucaristía presidida por Raúl Berzosa, obispo de Ciudad Rodrigo.

 

Las fiestas de la Virgen de las Viñas ha vuelto a contar un año más con un importante número de asistentes, que no querían perderse la oportunidad de homenajear a su patrona. Tras una Novena y una ofrenda floral el pasado sábado, ayer los festejos continuaron con la ermita llena a rebosar, para celebrar la misa en honor de su patrona. Los arandinos no quisieron perderse la eucaristía que ayer celebró Raúl Berzosa, obispo de Ciudad Rodrigo y oriundo de Aranda de Duero, que recordó en su homilía lo que la figura de la Virgen María implica para la Iglesia y aprovechó para reflexionar sobre la familia, objetivo del Sínodo que próximamente se celebrará en el Vaticano.

 

Tras la misa, centenares de asistentes acompañaron a la Virgen de las Viñas en el paseo que todos los años realiza en su carroza, y que este año había sido restaurada. En la celebración estuvieron presentes representantes de la Fuerzas de Seguridad del Estado, cargos como el delegado de la Junta en Burgos; la consejera de Agricultura y Ganadería, Milagros Marcos; y el senador Jaime Mateu. Además, como no podía ser de otra manera, estuvieron presentes las peñas arandinas, las cofradías y la reina y las damas de fiestas, junto con los pregoneros. la celebración estuvo acompañada por el Orfeón Arandino Corazón de María.

Una talla con siglos de historia

La talla de la Virgen de las Viñas puede visitarse en la ermita situada en situada en un altozano que domina la villa desde el norte. Se trata de una escultura gótica en posición sedente, aunque los ropajes no dejan apreciar esta posición. En 2011 fue restaurada, por lo que hoy presenta un excelente aspecto.

 

virgen viñas

La Virgen de las Viñas, acompañada por el «Mediquín».

El origen de este santuario mariano se remonta  la época de la Reconquista. Según la leyenda, un labrador vivió hace siglos una aparición de la Virgen al ir a cuidar sus viñas, que sin embargo fue desestimada por todas las autoridades de la localidad y sus vecinos. El labrador se lamenta ante la Virgen de la incredulidad de sus paisanos, y ésta le ofrece, como prueba, un racimo de uvas maduras, algo imposible en una época del año en que éstas no crecían. Con esta prueba, las autoridades ceden y deciden desenterrar ahí donde el labrador les indica, saliendo a la luz una  imagen de la Virgen que había sido enterrada por cristianos en época del avance musulmán. Es entonces cuando se levanta la ermita que acoge a todos lo arandinos y visitantes devotos de esta imagen.

 

A sus pies se encuentra la figura del Mediquín, que recuerda una curiosa historia que se dice que tuvo lugar en tiempos en los que a peste asoló la localidad y diezmó la población. Dicha historia cuenta que ante una situación tan desesperante y en la que la medicina no podía hacer nada para parar la epidemia, un sacerdote decidió implorar ayuda a la Virgen de las Viñas. Al poco apareció por la localidad un joven, casi un niño, que prometió al sacerdote ayudarle en todo lo que le fuera posible. Así, el cura y el joven empezaron a visitar a los enfermos, y la sorpresa comenzó cuándo éstos comenzaron a curarse ante la presencia del chico. El «Mediquín», como así le llamaban, empezó a ser conocido en todo Aranda y a él acudían todos los desahuciados, viendo cómo su situación era restituida. Aranda se vio libre de la enfermedad al poco tiempo y recuperó la alegría, sin embargo, el «Mediquín» desapareció. El sacerdote se quedó sólo y todos comprendieron que su joven acompañante había sido un ángel enviado por la Virgen y que había realizado el milagro de la curación. Desde entonces, la figura del «Mediquín» acompaña a la de la Virgen de las Viñas.

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