«No hay evangelización hacia los demás que no pase antes por nosotros mismos»

Fernando Campos (izda.), vicario general de la diócesis de Cádiz-Ceuta, junto a Rafael Zornoza, obispo de la misma.
Esta mañana daba comienzo la jornada de pastoral que con el título «Familia evangelizadora», ha contado con la presencia del arzobispo de Cádiz, Rafael Zornoza, y el vicario general de la misma, Fernando Campos.
Ambos han dado a conocer las diversas iniciativas que manejan en su diócesis con el objetivo de acometer la «nueva evangelización». Zornoza ha reconocido que dentro de la Iglesia son muchos los cristianos afectados por una fe de mínimos, reducida a la rutina y a la costumbre, pero no vivida con pasión. «Estas iniciativas que hemos puesto en marcha van encaminadas a recuperar el componente del discípulo, que hemos perdido de nuestra vida cristiana», ha recalcado. También ha resaltado la necesidad de cambiar de mentalidad, y aunque sea cierto que hay que disciplinar a la hora de evangelizar, no se puede quedar sólo en eso, pues al final una fe basada en la disciplina acaba mecanizada. «Hemos de preguntarnos qué es lo que estamos haciendo, si realmente estamos evangelizando o simplemente ofreciendo un mínimo de servicios».
Ha sido Fernando Campos quien ha expuesto las principales propuestas de evangelización que llevan a cabo en la diócsis de Cádiz. En primer lugar ha hablado de la escuela de evangelizadores, una iniciativa que este curso cumple su tercera edición y que ha dado muy buenos frutos, además de contar con un gran número de personas que desean participar en la misma. En ella se busca dar la motivación necesaria para que esas personas que se acercan descubran a Cristo y crezca la inquietud que han empezado a sentir.
Recuperar el acompañamiento
Tras esta escuela, otra de las iniciativas desarrolladas es la de la Escuela de Discípulos, «donde seguimos haciendo un revisión serie de cómo está nuestra fe y tratamos. Aquí nos preguntamos si somos convertidos o descubridores». Aquí, las personas que asisten viven una serie de sesiones encaminadas a que sientan la inquietud de confirmar su compromiso con Cristo y con su diócesis, y de madurar como discípulo suyo en comunidad. Tras estas dos escuelas, Campos ha explicado otras actividades de discipulado permanente, un «entrenamiento diocesano» que comprende de los Cenáculos, los cursos Alpha y los oratorios de niños. Precisamente en la vida familiar y en los niños ha sido una de los puntos en los que Zornoza ha puesto el acento a la hora de contar algunos fallos a la hora de transmitir la fe. Destacó la importancia de recuperar la fórmula del acompañamiento en la Iglesia, como por ejemplo, el acompañamiento de los padres hacia los hijos. «Los hijos han dejado de ser acompañados por ellos, ya no rezan juntos, no lleva ninguna obra social a cabo ni hablan de la fe para profundizar en ella. Los niños pueden ir a colegios religiosos, a catequesis, pero si no viven esa fe en su casa, al final su relación con la fe se acabará distanciando. Los padres podrían implicarse más en vivir esa forma de paternidad tan comprometida».
Tras hacer referencia a los lastres que perjudican a la vivencia de la fe y la evangelización (individualismo, autorreferencialismo, endogamia, falta de cariño al proyecto de la Iglesia, desmotivación, desconfianza, etc.), Zornoza reflexionó sobre la necesidad de un cambio de mentalidad y de conversión permanente, de formar a discípulos líderes en línea con la fe, y de salir al encuentro con los pobres y necesitados, «pues si hay una fe profunda, esta anima a la caridad, y a su vez, la caridad llama a la fe».
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