Estamos de fiesta

Mensaje del arzobispo de Burgos, don Fidel Herráez Vegas, para el domingo 26 de junio de 2016.

 

Estamos viviendo estos días las fiestas mayores de nuestra ciudad de Burgos en honor a los santos Pedro y Pablo, que alcanzarán su cumbre el miércoles 29 de junio. Los próximos días suponen un momento de parón en el ritmo ciudadano que adquiere un aire festivo de encuentro y descanso. Con los inicios del verano y de las vacaciones escolares, nuestra querida ciudad se transforma y cambia de aires llenándose las calles de música, actividades diversas, reuniones informales, encuentros de amigos, acogida de los que llegan de fuera… Los niños y los jóvenes, como siempre en estas ocasiones, las vivirán de un modo especial. No podemos olvidar con agradecimiento a los que las pasarán con el plus de trabajo que suponen estos días por sus especiales funciones de servicio ciudadano. Todos reviviremos momentos tradicionales importantes que nos congregarán como pueblo y acrecentarán nuestros lazos e identidad.

 

Y lo que durante estos días viviremos en Burgos, también lo iréis celebrando sucesivamente, a lo largo de los próximos meses, en los diversos lugares de nuestra provincia, teniendo como motivo diferentes advocaciones marianas o fiestas de los distintos santos que son patronos de vuestras localidades. A la Virgen acudimos siempre con fe y con devoción como hijos que la quieren, que la admiran, y que vuelcan en su corazón de Madre alegrías y penas, cariño y confianza. En los santos encontramos no sólo un modelo y ejemplo, sino un signo de la providencia y bendición de Dios que envuelve nuestra vida colectiva, y que por ello son invitación para la celebración y la fiesta.

 

Me gustaría compartir con vosotros tres afirmaciones que hace el papa Francisco a propósito de la fiesta y que nos pueden ayudar a vivir mejor estos días tan singulares. El primer pensamiento que quiero recordar es el que afirma que «la fiesta es una invención de Dios». En efecto, tras el trabajo realizado en la obra de la creación, Dios se paró para contemplar la obra ejecutada. Él mismo hizo fiesta que le permitiera enseñorearse sobre lo que había salido de sus manos y disfrutar gozosamente de lo realizado. La fiesta, por tanto, tiene una dimensión de descanso que nos hace crecer y tomar conciencia de nuestra propia dignidad sobre las cosas, que están siempre a nuestro servicio. Las fiestas pertenecen, por tanto, a estos tiempos obligados de descanso que no son únicamente de reposo del cuerpo, sino que tienen otra dimensión más trascendente por lo que suponen de mirada diferente a nuestro mundo, de dominio y control de ritmos de trabajo que nos esclavizan, de liberación de tantas dinámicas de lucro y beneficio que muchas veces nos someten.

 

Por eso, y repitiendo palabras de nuestro Papa, «es importante hacer fiesta»: una fiesta que, celebrada con la dignidad que se debe y se merece, nos ayude a crecer como personas, como pueblo, como sociedad, como familia… La fiesta, lo sabéis bien, tiene unas connotaciones muy humanas que os invito a cuidar en estos días con esmero: es un tiempo esperado y deseado por lo que supone y contribuye a mirar nuestra casa interior y a cultivar esos aspectos que, a lo largo del año, quizás no tenemos tiempo para cuidar; es el tiempo propicio para acoger a los amigos que puede que hospedemos o con los que nos encontraremos sin prisas; es el momento privilegiado para hacer familia, para pasar el tiempo juntos, para crecer como pareja… ¡Qué bella es la fiesta cuando se disfruta como familia y nos ayuda a compartir juntos! Pero sobre todo, qué hermosa es la fiesta por lo que nos ayuda a sentirnos pueblo, a gozar con nuestra propia historia, nuestras tradiciones y nuestra identidad; por lo que contribuye también a integrar las tradiciones y quehaceres de los que, viviendo en nuestra ciudad,  vienen de fuera como sé que hacéis las casas regionales o las asociaciones de emigrantes: el sentido de pertenencia a una comunidad de la que formamos parte, y que es pieza fundamental del sentido de la fiesta, es hoy imprescindible para tener elementos sólidos que nos permitan la integración de todos y el deseo de luchar así contra la exclusión social.

 

Finalmente, el papa Francisco nos señala un tercer aspecto de la fiesta: «El tiempo de la fiesta es sagrado porque Dios lo habita de una forma especial». He podido compartir con vosotros algunas de vuestras fiestas más populares y he podido comprobar esa íntima unión realizada a lo largo de los siglos entre una fe que se ha hecho fiesta y cultura. También eso es hermoso: Dios se hace presente en estos momentos de gozo para acompañar los ritmos de alegría del pueblo y ser motivo de encuentro y fiesta. Nuestro Dios nos ayuda a vivir desde el gozo y la alegría profunda de sentirnos salvados y amados entrañablemente. Nuestro Dios quiere que seamos felices en la unión con Él y entre nosotros. Por tanto, olvidar las razones religiosas que provocan, alimentan y sostienen estas fiestas puede conllevar a una deriva peligrosa que no nos ayudaría como sociedad.

 

San Pedro y San Pablo, cuya fiesta celebraremos el próximo miércoles, nos muestran la belleza de una amistad curtida con el Señor. Que en su honor pasemos todos unas felices fiestas y crezcamos personal y comunitariamente. Lo deseo de corazón.

Comentarios

Se el primero en publicar un comentario.

Danos tu opinión