Cambios de gestión en la librería de la Casa de la Iglesia

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Enrique y María Rosario gestionan ahora la Casa de la Iglesia.

 

Una de las primeras estancias que recibe a aquel que visita la Casa de la Iglesia es la dedicada a la librería diocesana. En ella se pueden encontrar numerosas obras de carácter religioso de diversas editoriales y artículos a la venta como rosarios, estampas o figuras religiosas, además de productos destinados a la celebración litúrgica.

 

Esta librería cuenta con décadas de historia. Su funcionamiento arrancó hace 31 años por iniciativa del arzobispo Teodoro Cardenal, quién mostró ilusión por que las Operarias del Divino Maestro (Avemarianas) se asentasen en Burgos. Por entonces, don Teodoro había puesto en marcha la Casa de la Iglesia, y les propuso hacerse cargo de ésta, que en esos momentos no contaba con el arzobispado incluido en sus instalaciones. Aceptaron esta tarea y desde ese momento se ocuparon no sólo de la librería diocesana, sino también de gestionar la Casa: distribución de salas, abrir por las tardes para que estuviese disponible para quienes quisieran acercarse, comunicar los teléfonos y llamadas para los distintos departamentos y delegaciones, etc.

Tiempo de aprendizaje

Sin embargo, estos años al frente de la librería de la diocesana han terminado para las hermanas Avemarianas, que dejaron la Casa de la Iglesia el pasado mes de julio tras ser llamadas para iniciar una nueva etapa en diversos destinos. Ahora, la gestión de este lugar está en manos de Enrique Díez y María Rosario Vicuña, y que fueron preparados por las hermanas para asumir esta labor antes de partir.

 

Enrique cuenta que su incorporación no fue casualidad, ya que estando en paro, se acercó a la librería para hacerse con un libro, «me dijeron que se iban a marchar, y les comenté que si les interesaba que las sustituyese, estaba dispuesto. Y así fue». María Rosario recuerda cómo fue el aprendizaje durante el mes de julio en el que las hermanas les traspasaron las responsabilidades que implica esta tarea: «En pocos días tuvimos que asimilar su experiencia de años». La hermana Conchi les enseñó numerosos detalles prácticos para ayudarles en la gestión de la tienda. Además, también fueron presentados a las personas que habitualmente se acercan a este lugar para que se fueran conociendo, «y que así no se encontraran con gente nueva de repente».

Confianza en su labor

Tanto Enrique como María Rosario comentan que las hermanas Avemarianas dejaron la librería con tristeza, pero también con alegría: «Decían que estaban contentas por habernos elegido a nosotros, y que les daba tranquilidad ver que este lugar quedaba en buenas manos». «Para mí, que expresasen esa ilusión y esa confianza por que nos quedásemos nosotros sustituyéndolas supuso un empuje y un aliciente enorme», añade María Rosario. Enrique, que es diácono permanente, también destaca ese respaldo que le proporcionaron las hermanas, y el bien que supone de cara a su ministerio ejercer la tarea de gestionar la librería. Ambos también señalan las peculiaridades de esta: «No es una librería que busque beneficios, sino que tiene el objetivo de ofrecer un servicio a la diócesis y a quienes forman parte de la Iglesia, no sólo sacerdotes, religiosos y religiosas, sino también para los laicos que buscan obras o determinados productos que no pueden encontrar en Burgos hoy en día». También se procura dar las máximas facilidades para conseguir una obra difícil de conseguir, además de intentar tener de todo para que, por ejemplo, si un párroco necesita reponer el vino, o las formas que serán consagradas en la misa, las velas u otros materiales para la celebración litúrgica, «no tenga que pasar por varios sitios para ir obteniendo cada unos de éstos, sino que pueda venir aquí y conseguirlo todo». «Hay cosas que tenemos aquí que no son rentables, pero las tenemos porque esto es un servicio a la Iglesia, no un negocio», comenta Enrique. Ese espíritu de servicio también se muestra a la hora de atender a las personas que se acercan a la librería: «A veces viene gente que no necesita compara nada, sino ser escuchada y estar aquí pasando un momento agradable, y para eso también tratamos de estar disponibles. La escucha y la acogida forman parte de la labor».

Laicos que estudian Teología

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Queta y José Luis estudian Teología en el Instituto Superior de Ciencias Religiosas San Jerónimo.

 

Algunos piensan que es muy duro, sólo apto para grandes filósofos o sesudos estudiosos. Otros creen que es algo destinado exclusivamente para sacerdotes, religiosos o docentes. Sin embargo, el estudio de la Teología está al alcance de todos y son muchos los laicos que, bien por curiosidad, bien por una necesidad formativa, también se lanzan a estudiar la ciencia sagrada. La Facultad de Teología del Norte de España, en su sede de Burgos, ofrece desde 1995 la posibilidad de cursar el bachiller y la licenciatura en Ciencias Religiosas, así como la DECA para ser profesor de Religión en infantil, primaria y secundaria a través de su Instituto Superior de Ciencias Religiosas San Jerónimo, unos cursos que al desarrollarse en horario vespertino son seguidos en su mayoría por laicos.

 

Esta oferta formativa tiene su origen en el Instituto de Teología para Laicos que puso en marcha el centro de estudios teológicos allá por el lejano 1968. En la actualidad, ofrece una enseñanza institucional completa y orgánica de la Teología, así como de los necesarios presupuestos filosóficos y de otras ciencias humanas, con el fin de contribuir a la formación académica y pastoral de sus alumnos. Además, ofrece la posibilidad de cursarlo en dos modalidades, online –es decir, desde casa y aprovechando las potencialidades de las nuevas tecnologías– y presencial.

 

José Luis García y Enriqueta Alonso son algunos de los que han optado por esta segunda posibilidad. Todas las tardes, de 18:45 a 21:10, sacan un hueco para volver a coger sus libros y desplazarse hasta la Facultad para cursar sus materias de Teología. José Luis decidió estudiar animado por José Manuel, el anterior cura de su parroquia, San Julián Obispo, donde era y continúa siendo catequista. Empezó cursando alguna asignatura suelta; después se fue enganchando y, en su tercer año, ha decidido matricularse del curso completo. Enriqueta –Queta para sus amigos– «empezó por curiosidad». «Quise saber; pensaba que la mujer no tenía el puesto que meritaba en la Iglesia y decidí empezar por donde comienzan los hombres, por estudiar Teología». «Al principio fue horroroso, no conocía los términos y me dieron ganas de dejarlo porque no entendía nada», revela. Y es que ella se considera «una mujer del mundo, poco de Iglesia». Pero ahora, «estoy encantada con los profesores y mis compañeros, que siempre tenemos ganas de aprender», revela, «tienen mucha paciencia, te lo explican todo y te ayudan en todo lo que necesitas; hay muy buen ambiente y somos buenos amigos». Sin duda, «ha sido la mejor opción que tomé el año pasado», subraya. Así que para ella, la Teología es una ciencia apta «para todo el mundo».

La Teología en su vida

Después de veinte años sin estudiar, que estos laicos vuelvan a las clases tiene su mérito. No es fácil compaginar su día a día, sus quehaceres, sus trabajos y su familia con los estudios. José Luis es funcionario y revela que «alguna vez me han reclamado más atención en casa». Y es que «el trabajo, el llegar a casa, hacer las labores, estudiar un poco, las clases»… hacen que su vida lleve un ritmo trepidante. Además, en su tiempo libre sigue colaborando con la parroquia y en todo lo que haga falta. Aún así, no lo quiere dejar porque «la Teología engancha y se vive» y «porque estudiar a Cristo no es como estudiar cualquier otra cosa; él está vivo y forma parte de tu vida», asegura. Le apasiona estudiar las asignaturas que tienen que ver con Jesús: la cristología, los evangelios o las cartas de San Pablo. A Queta le ha «encantado la mariología» y ambos destacan en subrayar que la filosofía es su hueso duro.

 

Ambos reiteran que les gustaría sacar más tiempo para poder profundizar en lo que aprenden en clase, a la que acuden «contentos e ilusionados» aunque el de Teología «no sea un título que necesitemos». Así, los estudios van formando parte de su día a día, ayudándoles a vivir su fe bajo un nuevo prisma. José Luis asegura que sus estudios le «ayudan a vivir la fe con coherencia, de un modo más maduro», mientras Queta subraya que le ha ayudado a «tener argumentos para apoyar mi fe, salir de casa y desmontar algunos mitos que tenía sobre la Iglesia».

 

Algunos de sus amigos se sorprendieron en su día de que decidieran estudiar Teología –«¿Y por qué no?», les respondía Queta–. Ahora son ellos los que animan a otros laicos «e incluso alejados» a decidirse por cursar si no todas, al menos algunas de las materias u otras propuestas formativas que la Facultad ofrece para laicos, como la Cátedra Francisco de Vitoria y sus aulas sobre Doctrina Social de la Iglesia, Patrimonio o formación familiar. «Los profesores saben adaptarse a nuestra situación personal y laboral; entre los alumnos hay mucha amistad y se puede compatibilizar con tu día a día». Además, «es algo que engancha y ayuda mejor a conocer a Cristo, te ofrece nuevos argumentos para tus conversaciones con tus amigos» o, simplemente, «abre nuevos horizontes».

Discípulos misioneros

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Hoy quiero compartir con vosotros algunos de los criterios, actitudes y líneas de acción en los que nuestra Iglesia diocesana de Burgos se embarca para los próximos años. Periódicamente, y con el deseo de ir dando respuesta a las prioridades evangelizadoras de cada momento, se revisan y renuevan los planes pastorales; ahora hemos elaborado un nuevo Plan Pastoral para los años 2016-2020, que lleva por título Discípulos misioneros, es decir: seguidores de Jesús y comunicadores del Evangelio con la palabra y con la vida.

 

La Iglesia necesita ponerse siempre a la escucha de lo que el Espíritu le pide en cada hora de la historia. Por ser una realidad viva, requiere mirar hacia adelante, proyectarse, buscar las vías adecuadas para que su misión evangelizadora sea más significativa y estimulante. El Espíritu unas veces nos empuja desde dentro y otras nos atrae y nos llama desde el corazón del mundo para seguir comunicando la alegría del Evangelio, de modo que quienes realizamos la propuesta del mensaje de Jesús vivamos enraizados en el núcleo del amor de nuestro Dios y quienes la escuchan puedan sentirse atraídos a vivir desde la fe cristiana.

 

El nuevo Plan no arranca del vacío. Se sitúa en la llamada que el Papa Francisco nos viene realizando durante estos últimos años, asume el plan pastoral que los obispos españoles hemos diseñado, Iglesia en misión al servicio de nuestro pueblo, y tiene en cuenta la revisión del anterior Plan Diocesano (2013-2016). Desde ahí, nuestra diócesis ha de potenciar sus muchas posibilidades, aunar esfuerzos, atreverse a soñar con una Iglesia y un mundo más adecuados a los criterios evangélicos y trabajar por crear caminos nuevos en fidelidad a lo que pide nuestra fe. Por ello, es importante que nuestro horizonte se sitúe en «caminar como diócesis hacia una Iglesia más misionera en continua conversión».

De cara a esta apasionante tarea, hemos de sentirnos, e ir creciendo, como discípulos misioneros. El Papa Francisco nos dice: «En todos los bautizados, desde el primero hasta el último, actúa la fuerza santificadora del Espíritu que impulsa a evangelizar… Esta convicción se convierte en una llamada dirigida a cada cristiano, para que nadie postergue su compromiso con la evangelización, pues si uno de verdad ha hecho una experiencia del amor de Dios que nos salva, no necesita mucho tiempo de preparación para salir a anunciarlo… Todo cristiano es misionero en la medida en que se ha encontrado con el amor de Dios en Cristo Jesús; ya no decimos que somos «discípulos» y «misioneros», sino que somos siempre «discípulos misioneros»».

 

Para ello, hemos de acoger la llamada hecha a toda la Iglesia y que está en el comienzo del anuncio del Evangelio: la conversión, el cambio, la vuelta de nuestro corazón al proyecto amoroso de Dios para la humanidad. Una conversión a realizar a nivel personal, cada bautizado. Y una conversión a realizar en cada comunidad y movimiento eclesial. Es lo que el Papa llama «conversión pastoral y misionera». No podemos seguir como estábamos. No dejemos que la inercia nos lleve. A lo largo de todo el tiempo en que se vaya desarrollando esta planificación hemos de reflexionar, dialogar y consensuar las respuestas a estos tres interrogantes: ¿qué hemos de seguir cuidando y promoviendo?, ¿qué hemos de ir posponiendo o abandonando?, ¿qué hemos de reemprender o iniciar?

 

Nuestra labor ha de ser la que movía a Jesús: anunciar la llegada del Reino. La Iglesia está al servicio de esa humanidad renovada que Dios Padre está impulsando desde dentro de ella misma a través de su Espíritu. Estamos para servir a las personas concretas. Y lo hacemos conscientes de que vivimos un momento socio-religioso y eclesial distinto: aunque perduran elementos del pasado, gran parte de nuestros hermanos no conocen a Jesús y la novedad del Evangelio. Tomar conciencia de ello nos ha de ayudar a no instalarnos en lo que se viene haciendo siempre y a encarar con nuevos métodos y nuevo empeño este gran desafío misionero. Porque, en palabras del Papa Pablo VI en la Evangelii Nuntiandi, «para la Iglesia no se trata solamente de predicar el Evangelio en zonas geográficas cada vez más vastas o poblaciones cada vez más numerosas, sino de alcanzar y transformar con la fuerza del Evangelio los criterios de juicio, los valores determinantes, los puntos de interés, las líneas de pensamiento, las fuentes inspiradoras y los modelos de vida de la humanidad, que están en contraste con la palabra de Dios y con el designio de salvación». Y ello desde un estilo humilde y evangélico como Iglesia diocesana: hemos de estar siempre en camino, queriendo vivir el espíritu y la práctica de la «sinodalidad»; es decir, del camino compartido, del discernimiento comunitario, de la corresponsabilidad afectiva y efectiva.

 

Este Plan de Pastoral se irá difundiendo poco a poco para su conocimiento, reflexión y puesta en práctica a todos los niveles diocesanos por medio de diversos encuentros. Ya, desde ahora, nos unimos y encomendamos a Santa María la Mayor, con palabras del Papa actual: «Tú, Virgen de la escucha y la contemplación, madre del amor, esposa de las bodas eternas, intercede por la Iglesia, de la cual eres el icono purísimo, para que ella nunca se encierre ni se detenga en su pasión por instaurar el Reino… Madre del Evangelio viviente, manantial de alegría para los pequeños, ruega por nosotros».

El arzobispo se une a la peregrinación diocesana con enfermos a Lourdes

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Más de 200 peregrinos –50 enfermos, 60 peregrinos y más de 100 camilleros y enfermeras– participan desde el jueves en Lourdes en la XXXV peregrinación organizada por la Hospitalidad diocesana de Nuestra Señora de Lourdes. El día de su llegada, los participantes en la expedición, atravesaron la puerta santa del Año de la Misericordia y asistieron a la eucaristía de acogida y pasaron por la gruta de las apariciones.

 

Ayer viernes, el arzobispo de Burgos, don Fidel Herráez Vegas, se sumó a la peregrinación. Por la mañana, los enfermos y sus acompañantes participaron en un acto penitencial y en un Via Crucis. Ya por la tarde, el pastor de la diócesis saludó a los enfermos y mantuvo un pequeño encuentro con los camilleros y enfermeras de la Hospitalidad, reconocibles por su bata rosa y delantal y cofia blancos. Ya caída la tarde, y concluida la cena, el arzobispo presidió la procesión eucarística en la basílica subterránea Pío XII.

El arciprestazgo del Arlanza prepara una peregrinación a Lourdes

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El arciprestazgo de Arlanza organiza para los días 19 a 23 de septiembre un viaje a Lourdes. Con salidas desde Lerma y Burgos, el viaje tiene previsto visitar, además del santuario mariano en el sur de Francia, el museo de los mártires Claretianos y la catedral de Barbastro, el santuario de Torreciudad, el de Meritxell en Andorra y la gruta de Betharram.

 

Los interesados en participar en la excursión deberán ponerse en contacto con los sacerdotes de este arciprestazgo, Fernando y Domingo, en los teléfonos 947 186 651 y en el 637 095 917.