La diócesis celebra su IX Encuentro de Pastoral
Esta mañana comenzaba el IX Encuentro de Pastoral en Burgos, y que enmarcado en el Año de la Misericordia, ha contado con una gran afluencia en los diversos lugares de celebración.
Así, numerosas personas acudían a partir de las 10:30 horas a visitar los lugares de la capital donde la Iglesia pone en práctica la misericordia y las acciones del Plan Pastoral que va a estrenarse en la diócesis burgalesa. Lugares como el hospital de San Juan de Dios, el convento de las Madres Salesas, la Casa de la Iglesia, la Casa de Acogida de San Vicente Paúl, el albergue de Cáritas, el Centro de Orientación Familiar o Atalaya Intercultural han sido algunos de estos lugares.
Una vez concluidas estas visitas guiadas, los asistentes se han dirigido al salón de Caja Círculo de la calle Concepción, donde ha tenido lugar un acto común en el que desde diversos puntos de la diócesis, se han han expuesto experiencias pastorales también relacionadas con el plan pastoral o con el Año de la Misericordia. Tras la proyección del vídeo elaborado en la diócesis con motivo del día de la Iglesia diocesana, el arzobispo don Fidel Herráez Vegas intervenía para agradecer la asistencia de los presentes, y hacía un pequeño balance del año que está a punto de cumplir al frente de la Iglesia en Burgos, recordando que de las 1.003 parroquias de la provincia, ha visitado ya 60, «y tengo la intención de visitarlas todas», añadió. «Estoy muy contento con vosotros y para vosotros. En esta iglesia diocesana que formamos, somos pueblo de Dios en camino, lo hacemos para ayudarnos y servirnos los unos a los otros. Sabemos que hemos recibido un gran mensaje, y tenemos la necesidad de contarlo, de compartirlo», ha dicho en referencia al título del plan pastoral, «Discípulos misioneros». «Caminemos unidos entre nosotros, preocupándonos de que otros sean también muy felices» concluyó.
Experiencias de todos los rincones
Posteriormente intervino Juan Miguel Gutiérrez, párroco de Villarcayo, quien dio a conocer el centro juvenil que se ha abierto en esta localidad para que los jóvenes cuenten con alternativas de ocio sanas y un lugar donde reunirse. Una iniciativa que nació de ver cómo los chicos y chicas de zonas rurales caían de manera más acusada en el fracaso escolar, falta de motivación en los estudios y en el tiempo con la familia, en las adicciones o en el retraso educativo. Este centro ha supuesto una ayuda para las familias con menos posibilidades (ya que los chavales cuentan con un lugar donde además se les ayuda con las tareas), «ya que el ocio no puede ser un privilegio de quienes tienen más dinero», explicó. El centro atiende en la actualidad a 150 jóvenes.
A continuación, Hilda, delegada de migraciones, y Magdalena, una mujer de origen rumano, contaron su experiencia en los Encuentro de Naciones que organiza periódicamente la pastoral con inmigrantes en Aranda de Duero. Estos encuentros buscan favorecer la unión y el conocimiento entre las diferentes culturas de la provincia, y a ellos acuden representantes de una media de 10 ó 15 países, como Cuba, Rumanía, Marruecos, República Dominicana, Colombia, etc. Aquí se reúnen personas de religiones diversas como son la católica, la ortodoxa o la musulmana, y los participantes dan a conocer sus banderas, culturas, vestimentas y platos típicos. «Lo más llamativo es ver como aunque hayamos nacido en distintos países, no somos diferentes», contaba Magdalena.
Desde el oeste de la diócesis llegaba otra experiencia de mano de dos laicos, Enedina y Carmelo, quienes dieron a conocer la exposición que, con motivo del Año de la Misericordia, se ha organizado en la iglesia de la Asunción de Nuestra Señora en Melgar de Fernamental. Una completa muestra con un fin pedagógico y pastoral con la Misericordia como eje central.
La experiencia del este de la provincia llegaba de la mano de Juan Lucio, párroco de varios pueblos de la Sierra y que tiene como reto atender pastoralmente a pueblos que cuentan con una población escasa y dispersa. A pesar de ello, es «cuando la fe se fortalece, porque la participación en los eventos en verano tiene mucho de atracción por lo folclórico». Explicó cómo en algunos pueblos, ante la ausencia del párroco los domingos, los habitantes buscan reunirse en la iglesia para celebrar de alguna manera la Palabra, ya sean orando en comunidad o siguiendo el Evangelio del día. Un acto que, sin embargo, no sustituye a la eucaristía.
Llevando la misericordia a todas partes
Desde más lejos vino Ramón, un misionero burgalés que dio a conocer su labor en Togo, un país pobre, pero lleno de gente joven y fuerte, con una gran fe y un amor «acrecentado por esta nueva Iglesia». Tras él, llenaron el escenario los capellanes del centro penitenciario de Burgos, Fermín González y Jesús María Álvarez, junto con algunos voluntarios que colaboran con ellos. Belén, presidenta de la asociación Amanecer, contó su experiencia personal. Todos ellos destacaron tres ideas: que la Iglesia Universal entiende que la cárcel también es Iglesia y los presos hijos de Dios; que la sociedad debe entender que los presos deben participar en determinados actos para lograr su reinserción; y que los presos descubran que son mirados con ojos de misericordia y se les perdona.
El cierre a este acto lo puso José Fernández de Pinedo, párroco «in solidum» de San Pablo y anterior delegado de pastoral penitenciaria. Destacó que la misericordia es una sanación de la intimidad desde y en el amor: «Si no vivimos la misericordia, nada de los que hacemos sirve para nada». «A la misericordia está todo vinculado: tu forma de entender la vida, tu relación con Dios, tu relación con tu familia. Sin ella, no disfrutamos de Dios. Por eso, necesita de la escucha profunda de la palabra de Dios, la celebración de la eucaristía y que el prójimo, sobre todo el más necesitado, sea la mejor representación de Dios».
Tras el compartir de estas experiencias, la jornada ha proseguido con una comida de hermandad en el Seminario de San José y la misa de clausura del Año de la Misericordia.