Parteluz repite la experiencia de los pastores de Belén
Un puñado de jóvenes de Parteluz quiso revivir la tarde del pasado sábado, Nochebuena, en la soledad de la ermita románica de Nuestra Señora del Valle, en Monasterio de Rodilla, la experiencia de los pastores de Belén en la primera Nochebuena.
Se reunieron en la iglesia parroquial y desde allí, con la última luz de la tarde, iniciaron en silencio el kilómetro largo que hay hasta la ermita: “El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande, a los que habitaban en sombras de muerte una luz les brilló” (Is 9,1). En el camino, ya cerca de la ermita, el ángel del Señor “se les apareció y la gloria del Señor los envolvió con su luz” (Lc 2,9). Llenos de alegría, cantando villancicos “fueron deprisa y encontraron al Niño acostado en el pesebre” (Lc 2,16) en la solitaria ermita, nuevo portal de Belén.
En el frío y en el silencio del lugar celebraron la eucaristía, memorial de la vida y la muerte de Jesús, siguiendo su mandato: “Haced esto en memoria mía” (Lc 22, 19). Y “postrados le adoraron y le ofrecieron los presentes que traían” (Mt 2,11). Y “volvieron glorificando a Dios por todo lo que habían visto y oído” (Lc 2,20), a tiempo para compartir cada uno con su familia la cena de Nochebuena.