2017 02 13 lunes: resumen de prensa

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Actualidad

El nombre “Centro Asistencial Nuestra Señora de las Mercedes” vigente en los últimos 100 años cambiará para alinearse con la identidad corporativa de la institución:

 

El Ayuntamiento de Briviesca ha presentado una única solicitud de ayudas dentro del programa Leadercal con el objetivo de conseguir financiación externa para la finalizar las obras del nuevo albergue de peregrinos:

 

La Junta promueve por segundo año consecutivo la campaña-concurso «Entre iguales» para fomentar en el alumnado la igualdad entre mujeres y hombres:

 

 

 

Música para «infundir el valor de la fraternidad universal»

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Un concierto acústico con un estilo cercano e informal. Así ha sido la puesta en escena que ha realizado esta tarde el grupo «Gen Verde» en el auditorio de la fundación Caja Círculo de la calle Concepción en un evento promovido desde la delegación diocesana de Infancia y Juventud. Un programa muy dinámico que ha ofrecido, en versión acústica, algunas de las canciones más emblemáticas del grupo junto a nuevas piezas compuestas aposta para este concierto y con el que abren su gira de conciertos por el país.

 

Durante la actuación, las componentes del conjunto –19 mujeres provenientes de 14 países del mundo– han compartido algunos flashes de su trayectoria artística y personal. No han faltado los momentos divertidos de interacción con el público salpicados de un toque de humor. Toda una puesta en escena con el que las chicas del grupo han manifestado su deseo de llegar al público, apasionarlo e infundir el valor de la fraternidad universal, propio del movimiento de los Focolares.

 

Después de los talleres que impartieron ayer a algunos jóvenes de la diócesis, las componentes de «Gen Verde» prosiguen su gira por España rumbo a Jaén, donde pondrán en marcha su workshop «Start Now» y la puesta en escena de su musical «La vida live».

Descubriendo el rostro de Cristo en los más necesitados

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El pasado 28 de enero el arzobispo, don Fidel Herráez Vegas, inauguraba en la catedral el «Año Vicenciano», que conmemora el 400 aniversario de la fundación de la familia vicenciana, cuya obra está presente en la diócesis a través de varios trabajo apostólicos que desarrollan en la diócesis de Burgos las Hijas de la Caridad y los Paúles. Uno de ellos es la Casa de Acogida de la calle Saldaña.

 

Un lugar que surgió como respuesta a la necesidad de ofrecer acogida a quienes carecen de lo más básico: un hogar donde ser querido, donde exista la posibilidad de recuperar una vida digna y empezar a salir del agujero. Inmigrantes, personas sin vivienda y sin cobertura familiar o con problemas de salud o adicciones son aquí recibidos con los brazos abiertos por los voluntarios y las propias Hijas de la Caridad, cuya superiora es sor Asunción, quien lleva al frente del cargo desde hace poco más de un año.

 

«Las Hijas de la Caridad siempre hemos estado allí donde se presentan casos de más necesidad, estamos cerquita de estas personas hasta que consiguen hacer pie. Y es que cuando una persona se pone de pie, tiende a caminar. Ahora nos centramos en la apertura de la Casa, que con este frío de Burgos se pueda contar con su acogimiento, que puedas entrar y disfrutar de unos espacios cálidos y buena compañía. Para muchos es un punto de socialización».

 

Quienes acuden a esta Casa encuentran una relación personalizada, este es uno de los principios aquí instalados. Sor Asunción, cuya principal herramienta a la hora de ayudar a estas personas («hermanos», como les llama ella) es la fuerza de la palabra, explica que en este lugar no se puede consumir ni drogas, ni alcohol. «Si alguna de esas personas está tan herida, porque yo digo que están heridas, por estas adicciones que no pueden dejarlas, se intenta que el consumo se vaya reduciendo. Cuando uno va superando su debilidad, se encuentra mucho mejor. Mejora el estado de ánimo, la autoestima. Yo a mucha gente le digo que no se merece estar así, y eso cala. La historia nos dice que hay recaídas… pero todos podemos sufrir recaídas. ¿Quién no recae en una tristeza, en un agobio o en su propio pecado cientos de veces? Pero en esa espiral no podemos pararnos en el desánimo».

 

Y es que las Hijas de la Caridad y los voluntarios ejercen un soporte imprescindible para muchas de las personas acogidas. «Aprenden a conocerse, a saber que ya no son un don nadie incapaz. La paciencia, la ayuda a largo plazo, la bondad… Todo ello va generando bienestar en la persona. A veces puede surgir la tentación de pensar que se está haciendo el tonto, pero la verdad es que nunca se hace el tonto. No podemos dejar de empeñarnos en que esa persona puede avanzar, por eso les damos apoyo y el cobijo que al principio necesitan. Y la persona cambia, porque nadie quiere estar mal. Me resisto a creer que alguien quiere estar hundido», comenta sor Asunción.

Presencia de las manos de Dios

El trabajo que desarrollan estas religiosas sigue la espiritualidad de un santo que tuvo las mismas posibilidades de cualquier otro creyente de escuchar la voz de Dios. San Vicente de Paúl «pudo escucharla y fue a través de los pobres. Él se dio cuenta de que no podía vivir su sacerdocio ajeno a esta realidad, y se introdujo de tal manera en esta que descubrió el rostro de Cristo. Y ese es nuestro carisma, descubrir el rostro de Cristo en los pobres. Yo no me puedo quedar indiferente ante un necesitado, porque sé que a través de esa necesidad Alguien me está pidiendo que dignifique a esa persona. Yo no estaba cerca de las Hijas de la Caridad ni de san Vicente, pero cuando le descubrí, para mí fue la lectura del evangelio en que hacía eco ese Jesús entregado desde lo sencillo, ese Jesús que se hace pequeño. Hoy Dios nos pide que empleemos nuestras pequeñas y limitadas manos para articular las suyas, que nuestras manos sean las suyas. Esa acogida tiene que ser a través de nuestras manos sencillas. En millones de gestos sencillos se hace presente las manos de Dios hacia  su criatura. San Vicente hizo todo esto, y por eso en esta casa se acoge a todos los seres humanos, vengan como vengan. Ese es nuestro carisma».

Unamos todos nuestras manos contra el hambre

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En el año 1960 las mujeres de Acción Católica se sintieron interpeladas por un llamamiento que venía de la FAO (el organismo especializado de la ONU que dirige las actividades internacionales encaminadas a erradicar el hambre), y lanzaron en España la campaña contra el hambre en el mundo. Nacía así «Manos unidas». Y desde entonces, cada segundo domingo de febrero, somos invitados a reflexionar, compartir y trabajar contra esa gran lacra que todavía sigue azotando amplios ámbitos sociales y mundiales: el hambre. Campaña que ha alcanzado arraigo en la sociedad española y, manteniendo su identidad eclesial, ha adquirido gran relieve entre personas de buena voluntad. ¡Qué mejor nombre para este proyecto que ‘Manos Unidas’! Todos, de la procedencia, ideología o religión que seamos, estamos invitados a unir nuestras manos contra el hambre. La Iglesia española, a través de Manos Unidas, se siente servidora uniendo sus manos con todos los que anhelan el desarrollo y la promoción de los hombres y mujeres del llamado tercer mundo.

 

Manos Unidas tiene como misión la lucha contra el hambre, la deficiente nutrición, la miseria, la enfermedad, el subdesarrollo y la falta de instrucción; producidos entre otras por las siguiente causas: la injusticia, el desigual reparto de los bienes y las oportunidades entre las personas y los pueblos, la ignorancia, los prejuicios, la insolidaridad, la indiferencia y la crisis de valores humanos y cristianos. Para ello, realiza dos actividades permanentes: una, dar a conocer y denunciar la existencia del hambre en el mundo, inspirándose en el Evangelio y en la Doctrina Social de la Iglesia, a través de la sensibilización de la sociedad española y de la educación para el desarrollo. Y, otra, recaudando medios para financiar proyectos encaminados a paliar las necesidades en los países en vías de desarrollo, que se concretan en cinco áreas de trabajo: agricultura, educación, sanidad, promoción social y promoción de la mujer.

 

Este año, con el lema de la Campaña, se nos invita a darnos cuenta de que «El mundo no necesita más comida; necesita más gente comprometida». Esta campaña quiere resaltar unas cifras: un tercio de nuestros alimentos acaba en la basura, mientras 800 millones de personas siguen pasando hambre en el mundo. Además, durante todo el año 2017, Manos Unidas hará hincapié en tres cuestiones esenciales y urgentes para acabar con la pobreza y el hambre en el mundo, como son: el desperdicio de alimentos, la lucha contra la especulación alimentaria y el compromiso con una agricultura respetuosa con el medio ambiente que asegure el consumo local. Es necesario trabajar, cada uno desde nuestra situación, por un modelo global de producción agrícola y de consumo sostenible. Es un grave pecado que en nuestras sociedades occidentales se dé un gran desperdicio de alimentos, mientras hay personas concretas que mueren de hambre. Del mismo modo, a otros niveles, se produce una auténtica especulación alimentaria, siguiendo tan sólo criterios de economía excluyente, mientras existen amplias zonas del mundo sufriendo hambrunas persistentes y mortíferas. Para ello, se convoca especialmente a los técnicos, para desarrollar una agricultura sostenible que sea respetuosa con el medio ambiente y vaya generando una auténtica casa común donde todos puedan sobrevivir y vivir con dignidad.

 

Esto es una llamada y un reto para todas las personas de buena voluntad. Pero para nosotros, los cristianos, si cabe, supone un mayor compromiso. Dios quiere que todas las personas tengan vida y vida digna. Y por ello nos recuerda: «Porque tuve hambre y me diste de comer», y «lo que hicisteis a uno de mis hermanos más pequeños, a mí me lo hicisteis» (Mt 25, 35). El Papa Francisco es especialmente sensible ante este drama, como muestra a menudo en sus reflexiones. De manera particular lo subrayó en el pasado Año de la Misericordia; pero nos sigue invitando a descubrir que «es el momento de dejar paso a la fantasía de la misericordia para dar vida a tantas iniciativas nuevas, fruto de la gracia… Todavía, nos dice, hay poblaciones enteras que sufren hoy el hambre y la sed; y despiertan una gran preocupación las imágenes de niños que no tienen nada para comer… En efecto, la misericordia se excede; siempre va más allá, es fecunda». Y de cara a esta fecundidad hemos de tener presente que, en palabras del Papa emérito Benedicto XVI, «el testimonio de la Caridad de Cristo mediante obras de justicia, paz y desarrollo, forma parte de la evangelización».

 

Permitidme que exprese mi agradecimiento y apoyo a quienes, de diversas formas, trabajan por la erradicación del hambre en el mundo. De manera especial, a Manos Unidas y a todos sus voluntarios, a quienes en nuestra diócesis impulsan esta misma tarea, y a todos vosotros que con vuestra oración y ayuda anheláis un mundo venidero más justo, más fraterno, más humano. ¡Unamos todos nuestras manos contra el hambre! Seamos sensibles a tanta necesidad de nuestros hermanos, los que están lejos y los que tenemos cerca, con ocasión de esta Campaña y durante todos los días del año.

Los cofrades de la diócesis se reúnen con el arzobispo

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Ayer viernes, representantes de 35 hermandades y cofradías de la diócesis se dieron cita en el Seminario de San José para participar en un encuentro con el arzobispo, don Fidel Herráez Vegas. Organizado por la delegación de Religiosidad Popular y Cofradías, el encuentro sirvió para compartir la realidad de cada una de las cofradías participantes y entablar un diálogo con el pastor de la diócesis sobre el porvenir de estas realidades diocesanas.

 

El encuentro, en el que participaron también el vicario de Pastoral, José Luis Lastra, y el delegado de Religiosidad Popular, Lucinio Ramos, comenzó con la celebración litúrgica de Vísperas. En su homilía, el arzobispo invitó a los asistentes a ser «sal y luz» en el mundo, es decir, a dar sentido a la propia vida y a ayudar a los demás a que encuentren también el sentido de su vida en Jesús, el camino, la verdad y la vida.

 

A continuación, los numerosos cofrades participantes (algunos de ellos habían hecho más de un centenar de kilómetros), pasaron al salón de actos para escuchar al pastor de la diócesis y presentarle sus inquietudes. Después de presentarse cada cofradía, el arzobispo les expresó su agradecimiento por estar allí, y les animó a que siguieran viviendo la incorporación en su respectiva cofradía o hermandad en comunidad fraterna, valorando su formación cristiana, siendo coherentes con sus convicciones y cuidando su identidad parroquial. En el diálogo posterior, se abrió un turno de preguntas. Tomando la palabra varios cofrades, expresaron su gratitud a don Fidel por su presencia y le manifestaron sus preocupaciones por la continuidad de sus asociaciones. Frente a alguna postura de interrogante sobre el porvenir de las mismas, varios cofrades se manifestaron optimistas porque cada año hay jóvenes que pasan a formar parte de ellas; incluso, según informó el delegado, acaba de surgir una cofradía en Aranda, formada mayoritariamente de jóvenes. De todas formas, las cofradías y hermandades son una realidad destacada de la religiosidad popular, y ésta, en palabras del arzobispo, «contiene en sí una profunda fuerza evangelizadora que no podemos menospreciar. En la cultura secularizada en la que vivimos, toda expresión popular de la fe manifiesta la innegable sed de Dios que anida en el corazón de cada persona y en el alma de los pueblos».

 

Al clausurar el encuentro, la delegación de Religiosidad Popular entregó a cada cofrade el último mensaje publicado por el arzobispo, titulado «Fiestas populares marcadas por la fe», donde don Fidel anima a «seguir cultivando, cuidando y viviendo todas estas expresiones sencillas de la fe de nuestro pueblo». Asimismo, se convocó a los cofrades a participar el próximo 6 de mayo en el XVIII encuentro diocesano de Cofradías y Hermandades, que tendrá lugar en Villarcayo.