El arzobispo visita la parroquia de Santa Casilda de Miranda

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La parroquia de Santa Casilda de Miranda de Ebro acogió en la jornada de ayer la visita pastoral del arzobispo, don Fidel Herráez. Esta visita se enmarca dentro de los actos celebrativos del 25 aniversario de la consagración del templo parroquial.

 

Don Fidel aprovechó la visita para inaugurar las obras de la nueva capilla parroquial, y para bendecir una original imagen de la Sagrada Familia que presidirá este espacio.

 

La mañana estuvo marcada por un encuentro con niños, jóvenes, novios, padres y catequistas; y la celebración de la eucaristía estacional, centro de la jornada. Al término de la misma, los fieles pudieron saludar personalmente al pastor de la diócesis y compartir un aperitivo.

 

La tarde se inició con un café tertulia con matrimonios jóvenes «hope family», prosiguió con el encuentro con parroquianos y colaboradores y concluyó con el rezo de Vísperas y el canto de la Salve ante el nuevo icono. Hubo tiempo también para visitar enfermos, charlar con los monaguillos, y animar a los jóvenes del «hope teen».

 

Una jornada intensa y emocionante, por la que desde la parroquia quieren «dar gracias a Dios y a don Fidel, y que sirvió para animarnos a seguir siendo discípulos misioneros en nuestra parroquia y en la diócesis».

El Tito de Oro: homenaje a los misioneros

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Hace unos días la Cofradía de San Antón otorgó el Tito de oro a los misioneros burgaleses. Yo personalmente tuve el honor y la satisfacción de entregarlo al Delegado de Misiones, José Manuel Madruga, en un acto festivo y cordial, cargado de intensidad humana y eclesial.

 

Parece lógico que en este mensaje dominical me haga eco de este hecho, no sólo para recoger el hilo de la actualidad sino para poner de relieve su hondo significado. No se trata de una simple anécdota, que ocupa unas líneas en la crónica ciudadana para caer al día siguiente en el olvido. Más bien es, a mi juicio, uno de esos acontecimientos que van tejiendo la vida de nuestra sociedad dándole solidez y consistencia porque manifiestan los ideales, las ilusiones y los valores sobre los que hay que construir una convivencia auténticamente humana y evangélica.

 

Debemos agradecer por ello a la Cofradía de San Antón esta iniciativa, que ya se ha hecho tradición. Reconocer de modo público comportamientos y actitudes que dignifican al ser humano y consolidan la convivencia, es un modo magnífico de hacerse presente en la vida social. La vida se hace amable y se llena de contenido positivo porque hay personas, muchas personas, que con sencillez y constancia consagran su existencia al servicio de los demás sin esperar nada a cambio, simplemente porque encuentran su felicidad en la felicidad de los demás. Entre estas personas se encuentran sin duda los misioneros, a quienes, como he dicho, se brindaba un sencillo y sentido homenaje.

 

En la vida y en el testimonio de los misioneros reconocen los burgaleses un modelo humano caracterizado por la generosidad, por la solidaridad, por el servicio a los más pobres y desfavorecidos. En ellos ven encarnado y realizado lo mejor que hay en cada persona. Por ello nos hacen recuperar la confianza en todo lo bueno que aletea en el corazón humano. Ciertamente en nuestro mundo hay corrupción, injusticia, egoísmo, violencia. Pero personas como los misioneros nos ayudan a descubrir que el bien es más fuerte y más abundante que el mal, que servir a los demás puede ser una vocación que llene la vida, que la generosidad es la vía incuestionable hacia la felicidad.

 

Nuestra gratitud se debe a los misioneros también porque nos representan y estimulan a todos los burgaleses, a los creyentes y a los no creyentes. ¿Cómo? Porque debemos agradecer, ciertamente, el trabajo que realizan en los países en los que se encuentran. Pero también aquí, en su tierra, muestran que hay un espacio en el que todos nos podemos encontrar unidos: en el sufrimiento de los débiles, en la pobreza de los desfavorecidos, en el padecimiento de las víctimas, en la búsqueda del bien entre todos y para todos.

 

Como obispo y hermano vuestro comparto y valoro este reconocimiento como un motivo de sano orgullo para nuestra diócesis, una razón para amar profundamente a nuestra iglesia de Burgos. Aún en medio de nuestras imperfecciones y limitaciones la Iglesia continúa generando vida, frutos fecundos y copiosos. El Espíritu Santo sigue derramando carismas abundantes entre nosotros, que son riqueza y bendición para todos. El ejemplo de los misioneros nos muestra que la gracia de Dios y el seguimiento de Jesús alienta y llena de alegría a muchas personas, en los lugares de misión y en el corazón de nuestro pueblo.

 

Pienso, finalmente, que la concesión del Tito de oro a los misioneros nos invita a mirar la realidad, nuestra realidad, con ojos siempre nuevos. La limpieza de nuestra mirada nos ayudará a reconocer otras muchas manifestaciones de la acción del Espíritu a las que no damos tanta importancia o que no aparecen en los medios de comunicación. El domingo pasado os hablaba de Manos Unidas y de tantos voluntarios que hacen posibles sus proyectos. Pero podemos mencionar también, por no citar más que un par de ejemplos, a los monasterios de vida contemplativa que ofrecen un remanso permanente de paz y espiritualidad; o a los hombres y mujeres que con su trabajo callado hacen posible que los templos se conserven con dignidad para las reuniones y celebraciones litúrgicas… A todos ellos va dirigido hoy también mi agradecimiento en nombre de todos y mi bendición.

Más de 200 niños participan en el encuentro «VEM»

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Más de doscientos niños y cuarenta responsables se han dado cita en el día de hoy en el Seminario de San José para participar en el encuentro «VEM», un evento que consolida su presencia en el calendario diocesano y que pretende acercar a los chavales de catequesis de confirmación de toda la provincia a las realidades de la eucaristía, el mundo de las misiones y las vocaciones.

 

Con edades comprendidas entre los nueve y once años, los participantes en el encuentro han pasado la jornada entre talleres, juegos y diversas dinámicas. Todo en un ambiente lúdico con el que los promotores del acto –las delegaciones de catequesis, misiones y pastoral vocacional– pretenden «que nuestros niños se acostumbren a encontrarse en actividades diocesanas desde la infancia y tratar algunos de los temas que preocupan a los catequistas de la diócesis: la eucaristía, la vocación y la misión».

 

La jornada ha contado además con una gran yincana tras la comida y una oración en la que ha participado también el arzobispo, don Fidel Herráez. Por su parte, los catequistas y sacerdotes acompañantes de los niños, han tenido momentos para la reflexión personal, la formación y el compartir experiencias.

 

Fue hace cuatro años cuando la Iglesia burgalesa apostó por crear un encuentro diocesano para los niños y niñas de catequesis. Aquel primer «partir el pan», pensado para chavales de cuarto de primaria, se enriqueció al año siguiente con el «festival de las vocaciones» para los de quinto y el curso pasado se implementó sumando el «encuentro de infancia misionera» para los chicos de sexto. El encuentro tiene, además, un fin solidario, ya que los participantes han pagado tres euros con el objetivo de sufragar los gastos de transporte de los participantes que vienen de más lejos y colaborar en un proyecto de Manos Unidas.

Bocadillos rellenos de solidaridad

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Once mil bocadillos y más de cincuenta centros escolares. Es el positivo balance que ha dejado este viernes la Operación Bocata, que en la jornada de hoy cumplía su mayoría de Edad y con la que Manos Unidas de Burgos pretende desarrollar un proyecto de cooperación en Mauritania. El Seminario de San José ha sido este año el escenario del acto institucional de la jornada que ha contado con la presencia del vicario general, Fernando García Cadiñanos, el alcalde de la ciudad, Francisco Javier Lacalle, y otros representantes civiles y académicos, así como alumnos del propio Seminario y de los colegios diocesanos Saldaña y María Madre.

 

Desde primera hora de la mañana, decenas de voluntarios se han afanado para confeccionar los 11.000 bocadillos –algunos de ellos sin gluten–, un millar más que en ocasiones anteriores, que han sido distribuidos por varios centros educativos de la provincia. Con ellos, Manos Unidas ha logrado el objetivo de sumar los 35.000 euros necesarios para la construcción de un dispensario médico en Nuakchot, capital de Mauritania. Se trata de equipar un centro de salud con aparatos médicos y de efectuar campañas de vacunación y formación en prevención de enfermedades en un barrio de la ciudad.

 

Bajo el lema «El mundo no necesita más comida, necesita más gente comprometida», Manos Unidas pretende concienciar a la sociedad de que un tercio de los alimentos que compran los países ricos termina en la basura, mientras casi 800 millones de personas siguen pasando hambre en el mundo.