La pasión de una villa

Lerma se prepara para vivir un año más su Pasión viviente, una representación de los últimos momentos de la vida de Cristo en la que participan 500 personas y que atrae cada año a una media de 4.000 espectadores.

 

pasion viviente lerma

Cada año acuden a la Villa Ducal cerca de 4.000 personas a disfrutar de la Pasión viviente. Foto de elcorreodeburgos.com.

 

En 1986, el entonces párroco de la localidad, Jesus María Calvo, solicitó colaboración a los integrantes del grupo de teatro «La Hormiga» para representar los últimos momentos de la vida de Cristo en Lerma. Pasados 31 años, la Pasión Viviente de la villa ducal se ha convertido en uno de los actos más populares de la Semana Santa burgalesa, atrayendo cada año a unos 4.000 espectadores. Se trata de una representación en la que se involucran más de 500 personas y que se prepara con cuatro meses de antelación. Un gran esfuerzo de trabajo que tiene como recompensa las «emociones y sentimientos que ves en la cara de las personas que vienen año tras año a compartir la pasión con nosotros».

 

Así habla Javier Angulo, presidente de la Asociación El Arco, coordinadora del acto. Ha actuado en la Pasión como soldado raso, verdugo de Jesús, centurión y, en la actualidad, se afana en tareas administrativas para que la Pasión de Lerma pueda tener el éxito al que está acostumbrada. «Para mí la Pasión viviente es un objetivo anual lleno de esfuerzo, trabajo, esperanza y desesperación en ciertos momentos. Es tal la tensión que puedes llegar a sentir y sufrir que simplemente cuando ha terminado la representación el cuerpo expira y te relajas, y es justo en ese momento cuando te das cuenta de que todo el trabajo ha merecido la pena».

 

Para Javier, la representación ha sobrepasado los límites turísticos, haciendo que Lerma «se identifique con su Pasión, y la sienta suya». «Hemos conseguido transformar la vida cotidiana de Lerma unos días al año durante más de 30 años, llenamos las calles y plazas de la villa y eso el pueblo lo agradece».

 

Su escena preferida es la crucifixión y muerte de Jesús, representada en la plaza de toros. Pero todos los actos tienen su sentido y su importancia y hacen que los que interpretan los distintos papeles descubran en su dramatización algo más que solo teatro: «Todos, absolutamente todos, tenemos algo dentro de nosotros que en ocasiones especiales nos llena de pasión y sentimiento. La pasión es capaz de transformar a todos los que hacemos que sea posible, e incluso saltar la barrera e inundar de sentimientos a todos aquellos que nos acompañan como espectadores». Un alto objetivo que este año volverá a conseguirse en la noche del Jueves Santo.

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