Preparados para ser ungidos y anunciar el evangelio

Ocho seminaristas han dado un nuevo paso en su camino hacia el sacerdocio al ser instituidos lectores y acólitos en una ceremonia que ha presidido el arzobispo, don Fidel Herráez Vegas.
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El Seminario diocesano de San José ha acogido en la tarde de hoy una solemne eucaristía en la que ocho seminaristas han dado un nuevo paso hacia la meta de su cada vez más próxima ordenación sacerdotal. Cuatro de ellos –Pablo Dorado, Víctor López, Romeo M’bo y Pablo Recio– han sido instituidos lectores, mientras que Fulgence Ndayikeje, Innocent Nkunzimana, Fernando Puigdomenech y Álvaro Zamora han recibido el ministerio del acolitado. Son jóvenes que «no han salido de la nada ni han caído del cielo» –tal como ha dicho el arzobispo–, sino que proceden «de nuestras familias y comunidades parroquiales», han sentido la llamada de Dios al sacerdocio y se están formando para ser un día «mediación humana de su amor».

 

Don Fidel Herráez Vegas –que ha presidido la celebración– ha asegurado que estos seminaristas «son para nosotros una llamada», un aviso para «dar a luz nuevas vocaciones» al sacerdocio. En este sentido, ha exhortado a los presentes no sólo pedir a Dios jóvenes capaces de responder a su llamada, sino a comprometerse en fomentarlas: «Sois las familias y las comunidades parroquiales las que tenéis que iniciar la tarea de la vocación». «Necesitamos sacerdotes, pues cada año fallece una media de 20 sacerdotes y sólo reciben la ordenación uno o dos jóvenes», ha lamentado.

 

En compañía de numerosos familiares, amigos y conocidos, los ocho jóvenes se han comprometido a cultivar su vida espiritual a través de la meditación asidua de la Palabra de Dios y la celebración de la eucaristía. Para el arzobispo, ha sido significativo que la celebración coincidiera con la solemnidad de la Ascensión. «Jesús es constituido Señor y fundamento de nuestra existencia», comprometiendo a la Iglesia a proseguir «el anuncio de la Buena Noticia al mundo entero y no solo a nuestro ámbito cercano», tal como desean estos seminaristas, que se preparan para que «el Señor los unja con su Espíritu para ser mediadores de su salvación».

 

Ministerios laicales

 

Con la recepción de estos ministerios, estos seminaristas están cada vez más cerca de su futura ordenación sacerdotal. El acólito ayuda al sacerdote y al diácono en tareas litúrgicas como la preparación de los vasos sagrados en la celebración de la eucaristía. En determinadas circunstancias de necesidad, puede administrar la comunión como ministro extraordinario.

 

Entre las funciones del lector destacan la de proclamar las lecturas de la Sagrada Escritura –pero no el evangelio– en la misa y en las demás celebraciones sagradas; recitar el Salmo en ausencia del salmista y proclamar las intenciones de la oración de los fieles cuando no hay diácono. También se le encomienda dirigir el canto y la participación del pueblo fiel; instruir a los fieles para recibir dignamente los sacramentos y encargarse de la preparación de otros fieles a quienes se encomiende temporalmente la lectura de la Sagrada Escritura en los actos litúrgicos.

 

Más: galería fotográfica del acto

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