El arzobispo confirma a 38 adultos en la vigilia de Pentecostés

por redaccion,

El arzobispo, con los que recibieron el sacramento.

El arzobispo, con los que recibieron el sacramento.

 

La catedral de Santa María acogió anoche, en el marco de la vigilia de la solemnidad de Pentecostés, una eucaristía en la que recibió el sacramento de la confirmación un grupo de 38 adultos de entre 21 y 80 años. La celebración estuvo presidida por el arzobispo, don Fidel Herráez Vegas, quien animó a estos adultos a vivir su fe dando testimonio en medio del mundo con la ayuda de los dones del Espíritu Santo, recibidos con el sacramento.

 

Tras haber celebrado ese día sus bodas de oro sacerdotales, el arzobispo impartió el sacramento de la confirmación a estos adultos que, por distintas circunstancias no lo hicieron durante su adolescencia o juventud. Ahora, han decidido completar su iniciación cristiana porque desean contraer matrimonio o ser padrinos de bautismo –para lo cual es requisito estar confirmado– o, simplemente, porque han querido dar este paso decisivo de cara a la adultez en la fe. En efecto, en este sacramento se fortalece y completa la obra del bautismo. Con la confirmación, el bautizado se fortalece con el don del Espíritu Santo, se logra un arraigo más profundo a la filiación divina y se une más íntimamente con la Iglesia, robusteciéndose para ser testigo de Jesucristo, de palabra y obra. Con el sacramento de la confirmación, el bautizado se convierte en un cristiano maduro, de ahí que se le considere el sacramento de la madurez cristiana que capacita para ser testigos de Cristo.

 

Durante las catequesis previas a la recepción de la confirmación, los participantes han tenido oportunidad de repasar el sentido de la vida cristiana y también asistir a una parte vivencial, con celebraciones, visitas y experiencias pastorales y caritativas que les han aportado una mayor visión de la fe. Desde hace algunos años, es habitual que en la víspera de Pentecostés varios adultos culminen su proceso de iniciación cristiana.

«Se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador»

por redaccion,

Ayer celebraba con todos vosotros, en una Eucaristía en la Catedral, mis bodas de oro sacerdotales. Y es que, tal día como ayer, hace cincuenta años que era ordenado sacerdote. El Señor ha querido que esté aquí, en Burgos, entre vosotros, cuando estoy viviendo este aniversario; y con vosotros quiero compartir mi profunda acción de gracias y la inmensa alegría por esa realidad que ha dado y sigue dando sentido a mi existencia. Con tal motivo os he escrito una Carta Pastoral que os invito sencillamente a leer porque en ella reflexiono, de una manera sosegada, sobre algunos aspectos fundamentales que me parecen importantes cuidar y desarrollar, tanto personal como comunitariamente, en nuestra gran familia diocesana.

 

La fecha de esta carta coincide con la Vigilia de la Fiesta que hoy celebramos: Pentecostés. De esta manera se subraya la especial importancia y protagonismo que tiene el Espíritu en nuestra vida personal y eclesial por lo que supone de fuerza, aliento, vida y llamada a la misión que Jesús nos dejó confiada. Es el Espíritu el que también ha animado este recorrido que he ido haciendo con y para vosotros. Y Él, seguirá conduciendo nuestros pasos y llevándolos a buen fin.

 

Como podréis imaginar, mi corazón quiere hoy unirse al cántico de María llena del Espíritu. Con ella, en este mes de Mayo, al contemplar este pasado vivido con serenidad y normalidad, también yo quiero exclamar: «Se alegra mi Espíritu en Dios mi Salvador». Y es que la vida, comprendida como respuesta a la llamada de Dios, es siempre un gozo profundo. Y no precisamente por lo realizado por uno mismo, sino por la fidelidad de Dios en la llamada y por la huella del Espíritu que ha ido guiando la vida para discernir los caminos oportunos en cada momento.

 

De esta manera quiero también hacer memoria agradecida por la acción de Dios que acompaña a nuestra Iglesia en Burgos, tan rica y creativa a través de tantas personas, familias, instituciones, parroquias y realidades diversas que voy conociendo. En verdad el Señor nos ha bendecido con multitud de dones que, porque no los ha guardado cada uno para sí mismo, han contribuido eficazmente para el bien de nuestro pueblo. Y junto a ello, quiero impulsar la necesidad, el compromiso y la urgencia de lo que nos queda por hacer para comunicar el gozo de llevar el Evangelio. Nuestra tarea, no se nos olvide, es la de sembrar con la esperanza y confianza del sembrador. Hemos de renovar la llamada del Espíritu de Jesús que nos envía en estas circunstancias particulares y en medio de esta tierra concreta de Burgos: estas son las condiciones y la realidad que hemos de acoger y amar sin medida para que nuestro campo dé buenos frutos.

 

En los tiempos que corren no es fácil vivir y anunciar el Evangelio. Ante el reto que tenemos por delante, se puede despertar en nosotros el miedo a lo desconocido, a lo insospechado, a la escasez de recursos personales, debido en gran medida al envejecimiento de nuestra gente y a la despoblación de nuestras comunidades. Pero nuestra fuerza es la confianza en el poder del Espíritu que sigue actuando en nuestra Iglesia. A través de la misión de ésta Jesucristo sigue evangelizando y actuando. En nosotros está ir configurando una Iglesia cada vez más sinodal, abierta a la participación y al necesario ejercicio de los diferentes servicios, carismas y ministerios, siendo así casa de acogida para todos, especialmente para los pobres, en actitud de justicia, misericordia y sencillez. Cada uno de nosotros hemos sido llamados e invitados a vivir nuestra propia vocación, profundamente personal, como un acto eclesial. Así se comprenderá siempre como envío, como misión, como tarea. De esta manera, vivir la vida como vocación es siempre experiencia gozosa de «comunicar lo que hemos visto y oído».

 

Así pues, en este día de Pentecostés que hoy celebramos, os invito y animo a que nos pongamos, como los primeros discípulos de Jesús, en actitud de salida, superando los miedos y barreras que siempre nos pueden encerrar en nuestros propios cenáculos. Pidamos que el Espíritu Santo se derrame sobre el mundo entero, y especialmente sobre nuestra Iglesia en Burgos para guiarla por los caminos más adecuados desde el gozo de la evangelización. «Oh Señor, envía tu Espíritu, que renueve la faz de la tierra».

Laicos están llamados a un cambio social desde la Iglesia

por redaccion,

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Hoy, en el seminario de San José, la delegación de apostolado seglar convocó a los laicos de la diócesis de Burgos a celebrar el día de la Acción Católica y del Apostolado Seglar.

 

El evento tuvo apertura con la ponencia de Maite Valdivielso, delegada de Apostolado Seglar de la diócesis de Bilbao, quien compartió la experiencia de la provincia vecina, destacando que los laicos tienen como reto: «colaborar a un cambio de mentalidad, acompañar la vida de las personas, colaborar al cambio de las instituciones, y construir y dar visibilidad a las experiencias alternativas».

 

Así mismo señaló la importancia de no dejarse llevar por las apariencias, teniendo en cuenta que el amor también es un gesto político y civil que se manifiesta en todas las acciones que procuran construir un mundo mejor.

 

Los testimonios de tres laicos que se desempeñan en el campo educativo, sindical y político, dieron pie a un conversatorio, en el que se concluyó que los laicos deben estar con los demás sin mimetizarse en espacios no cristianos, para ello es necesario reforzar la preparación en la doctrina social de la iglesia.

 

Además, se resaltó que se deben propiciar más espacios de discernimiento en donde se haga un esfuerzo por los jóvenes, para que conozcan las alternativas de acción en la iglesia. Así como, favorecer gestos públicos diocesanos en escenarios exteriores.

 

El encuentro finalizó con la Vigilia de Pentecostés. Mañana, domingo 20 de mayo, se celebra la Solemnidad de Pentecostés en la catedral a las 12:00.

Don Fidel Herráez: «Conozco el pasado, amo el hoy y no tengo miedo al futuro»

por redaccion,

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La catedral ha acogido hoy una solemne celebración eucarística con la que don Fidel Herráez Vegas, arzobispo de la diócesis, ha querido dar gracias a Dios por sus cincuenta años de vida sacerdotal. El mismo día «y a la misma hora» en que recibió hace medio siglo su ordenación presbiteral de manos del entonces arzobispo de Madrid, don Casimiro Morcillo, el pastor de la Iglesia burgalesa ha querido mirar al pasado, al presente y al futuro con un «profundo agradecimiento a Dios y a vosotros, que me habéis ayudado a ser lo que soy».

 

Numerosos familiares, feligreses de la diócesis, autoridades civiles y religiosas, amigos del presbiterio madrileño y burgalés han querido acompañar al arzobispo en su celebración jubilar. En ella, el pastor de la diócesis ha ido desgranando el transcurso de su vida, en el que «percibe clarísimamente que el Señor me ha ido acompañando y sosteniendo». Algo que, en sus propias palabras, le «estremece» y le hace sentir su «grandísima pequeñez» ante la obra que Dios ha ido realizando a través de su mediación sacerdotal.

 

En su homilía, ha recordado a las «miles de personas» que lo han acompañando a lo largo de su vida, muchos de ellos presentes en la celebración de hoy: «Sacerdotes, maestros, formadores del Seminario, tantas personas que han hecho que me encuentre cada día más con el Señor». Especial agradecimiento ha mostrado a los obispos a los que ha estado «vinculado». Al cardenal don Antonio María Rouco Varela, arzobispo emérito de Madrid y quien le enseñó, «sin él saberlo, cómo es ser obispo». También a su predecesores en Burgos, don Santiago Martínez Acebes y don Francisco Gil Hellín, con quien mantiene «una amistad que es regalo del Señor» y que le ha «dejado una herencia preciosa». También ha manifestado su agradecimiento a los obispos de Roma con los que ha estado «sacramentalmente unido»: a san Juan Pablo II, quien lo nombró obispo auxiliar de Madrid, a Benedicto XVI y al papa Francisco, quien también le ha mandado una carta de felicitación.

 

En cuanto a su paso por Burgos, don Fidel ha asegurado estar «muy, muy, muy contento; sí, así, tres veces» y «hondísimamente afortunado de caminar con vosotros». «Lo veo –ha revelado– como un regalo precioso de Dios y de la Iglesia y me siento muy unido a todos, también a los servidores públicos» presentes en la celebración: el presidente de la Junta, Juan Vicente Herrera, el alcalde, Javier Lacalle, y el delegado de la Junta en Burgos, Baudilio Fernández Mardomingo, entre otras autoridades.

 

Por último, don Fidel ha querido también mirar al futuro. Según ha indicado, «Dios me urge a seguir contándoos lo bueno que es con todos, entregándome a todos vosotros como un don del Señor, que es como percibo mi vida, y sin reservarme nada para mí», ha dicho. Así las cosas, ha afirmado: «No me da miedo el futuro; conozco el pasado y amo el hoy».

 

El papa Francisco «elogia vivamente» el trabajo apostólico del arzobispo

 

Al comenzar la eucaristía, «como si estuviera ahí presente», el papa Francisco se ha sumado también al homenaje al arzobispo a través de una carta [leer aquí] en la que ha elogiado «vivamente» el trabajo realizado por el arzobispo. Con su misiva, el Santo Padre ha querido expresar «gustosa y entrañablemente» su felicitación al pastor de la Iglesia burgalesa. Según sus palabras, el ministerio episcopal de don Fidel se ha convertido «en espejo de apostolado ferviente a favor del Pueblo de Dios, en consonancia con la estima que te profesan los fieles cristianos y el clero».

 

Asimismo, el Papa eleva oraciones a Dios para que le «confirme como heraldo del evangelio en el mundo y como dispensador del Pan Vivo y de la Palabra de Vida a los fieles cristianos« y para que, con su pastoreo «sean conducidos siempre a una caridad activa con los necesitados».

 

Por último, Francisco ha concedido su bendición apostólica al arzobispo, haciéndola extensible «a esos amados hijos e hijas de la archidiócesis de Burgos» y a todos cuantos participaban en la celebración del jubileo, «así como a cuantos llevas más adentro en tu corazón».

 

Más: galería fotográfica de la celebración

Mensaje del Santo Padre Francisco a don Fidel Herráez con motivo de sus bodas de oro sacerdotales

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Imagen de la visita de don Fidel a Roma para la entrega del palio arzobispal, en 2016.

Imagen de la visita de don Fidel a Roma para la entrega del palio arzobispal, en 2016.

 

Al venerable hermano Fidel Herráez Vegas, arzobispo metropolitano de Burgos

 

No hay mayor gozo para mí que ver a mis hermanos caminar en la verdad, como es tu caso, querido hermano, que caminas en la verdad y obras fielmente en favor del pueblo al que debemos ayudar como cooperadores de la verdad (cfr. 3 Io,3-5.8).

 

Y como es incumbencia mía insistir en esta preocupación, con el fin de acompañar, con la ayuda de Dios y nuestras oraciones, a los Pastores de todas y cada una de las Iglesias particulares, a ti, que el día 19 del próximo mes celebrarás el jubileo áureo de tu ordenación presbiteral, quiero expresarte gustosa y entrañablemente con esta carta mi felicitación por este acontecimiento.

 

Finalizados los estudios, fuiste enriquecido con el Presbiterado en la Archidiócesis de Madrid el año 1968 y, encendido en el celo de educador, tras haber obtenido el doctorado en teología moral, dedicaste durante algunos años los esfuerzos de tu ministerio al ejercicio diligente de la enseñanza tanto en el Seminario Menor como en el Instituto de Estudios Teológicos de San Dámaso.

 

Después de haber acumulado tantos méritos en el cumplimiento del cargo de profesor, te mostraste tan digno de ser honrado por la solidez de tu fe, por tus costumbres y virtudes humanas, que San Juan Pablo II te nombró Obispo con el título Cidiensem y Auxiliar de Madrid y yo mismo te llamé para cumplir los deberes de pastor en la Archidiócesis Metropolitana de Burgos, en la que sigues perseverando como pastor de celo ardiente.

 

Me es muy grato, aprovechando esta ocasión, elogiar vivamente tus trabajos y todas las actividades que, en el decurso de tantos años, convirtieron tu ministerio en espejo de apostolado ferviente a favor del Pueblo de Dios, en consonancia con la estima que te profesan los fieles cristianos y el clero.

 

Al felicitarte, querido hermano, por los trabajos llevados a cabo en la viña del Señor, pido a Dios que, haciendo de esta efeméride un día lleno de gozo, te confirme como heraldo del evangelio en el mundo y como dispensador del Pan Vivo y de la Palabra de Vida a los fieles cristianos, para que, bajo tu dirección, sean conducidos siempre a una caridad activa con los necesitados.

 

Que mi bendición apostólica te acompañe. Te la concedo a ti como si estuviera ahí presente, para que la impartas a esos amados hijos e hijas de la archidiócesis de Burgos y a todos cuantos participen en la celebración de tu jubileo, así como a cuantos llevas más adentro en tu corazón. Te pido vivamente que reces para que pueda cumplir sabia y diligentemente el muy difícil ministerio petrino.

 

Dado en la Sede Vaticana, a 18 días del mes de abril del año 2018, sexto de mi pontificado.

 

Francisco