La biblioteca del monasterio de La Vid, uno de los fondos documentales más importantes de la región

Desde su llegada al monasterio hace más de siglo y medio, los religiosos Agustinos han mimado la Biblioteca de la Vid, conscientes del valor del estudio y la salvaguardia de la Historia.
Panorámica de la Biblioteca del monasterio.

Panorámica de la Biblioteca del monasterio.

 

152 años después de su refundación, la biblioteca del monasterio de La Vid, al sur de la provincia de Burgos, sigue recibiendo y acumulando ejemplares de libros, un fondo que existe y se conserva gracias al trabajo de los religiosos Agustinos, habitantes del monasterio. Aunque no es fácil acceder a sus fondos documentales, son varios los historiadores e investigadores que pasan horas entre sus muros, construidos en el siglo XVI por los anteriores moradores del lugar, los monjes Premostratenses. También ahora, en verano, varias personas prosiguen con sus trabajos de investigación consultando sus cerca de 1.090 títulos propios, si bien el acceso a las salas permanece más restringido durante el mes de agosto.

 

La biblioteca guarda en sus casi tres kilómetros de estanterías veintidós incunables identificados y cuenta con un gran catálogo de obras impresas en el siglo XVI. En su fondo documental destacan Los opúsculos de La Purísima Concepción de Nuestra Señora, impresos en 1926 en el propio monasterio o una Biblia Sefardita de 1726. También se pueden consultar manuscritos eclesiásticos y privados de los siglos XIV a XVIII ajenos al monasterio. Por otro lado, también existen numerosos libros, manuscritos y legajos de carácter literario y científico e histórico de los siglos XII y XVIII, además de sermonarios, apuntes históricos o de lenguas orientales.

 

Su bibliotecario, el padre Serafín de la Hoz, asegura que su volumen más importante se remonta al año 1134. Se trata de un manuscrito del Corán, escrito sobre pergamino en letra magrebí dibujadas en tonos dorados y otras tintas de colores: «Una verdadera preciosidad», detalla.

 

Según el padre de la Hoz, la biblioteca es accesible a todo el mundo, pero principalmente a los investigadores. «Se puede visitar y así lo han hecho las cerca de 950 personas que acudieron al monasterio el año pasado». Sin embargo, para concertar unas horas concretas de estudio, es necesario ponerse en contacto con el bibliotecario y determinar la cita, «mejor en grupos pequeños de amigos, familiares o historiadores», señala.

 

Se trata, sin duda, de una de las bibliotecas más relevantes de Castilla y León y se debe al esfuerzo de la comunidad de los monjes Agustinos, que siempre han considerado el monasterio como una casa dedicada especialmente al estudio. Un lugar de silencio y estudio en la que perderse en siglos de historia y sabiduría y que todavía hoy sigue aumentando y completándose.

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