Despertar a la fe y acercarse a Jesús a través del juego

Más de 20 animadores, catequistas y sacerdotes participaron el sábado en un taller en el que conocieron pautas, materiales y herramientas para hacer llegar el primer anuncio a los niños.
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María Granados, Esclava Carmelita de la Sagrada Familia y delegada de Catequesis de la diócesis de Cuenca, está convencida de que la dimensión del juego es muy importante para transmitir el mensaje cristiano. Y porque confía en esa herramienta, creó hace unos años el juego de mesa «La alegría de la fe», uno de los regalos más vendidos para las primeras comuniones en los últimos años y que ha acompañado a muchos pequeños en sus primeros pasos para acercarse a la figura de Jesús. La religiosa, que también es responsable del departamento de publicaciones de la subcomisión de Catequesis de la Conferencia Episcopal, fue la encargada de desvelar algunas de las claves para acompañar el despertar religioso de los niños en un encuentro que se celebró el pasado sábado en el el Seminario de San José.

 

Un total de 23 personas de parroquias de Burgos y Miranda (animadores, sacerdotes y catequistas) participaron en la sesión, que la ponente quiso abrir con una dinámica en la que los asistentes tuvieron que volverse también un poco niños para jugar a la mímica y escenificar por grupos alguna parábola que el resto debía descubrir: el fariseo y el publicano, el juicio final, los invitados al banquete, la oveja perdida, el hijo pródigo… Tras esta original presentación, la religiosa insistió en la importancia de la labor que realizan quienes acompañan a los niños en ese despertar a la fe y se detuvo en algunos rasgos sobre la psicología de los niños, qué factores hay que tener en su cuenta en su desarrollo y en la catequesis, y ofreció materiales para esa etapa atendiendo a los objetivos y contenidos del directorio diocesano, para que «los niños vean, toquen, experimenten la presencia de Jesús de una manera muy concreta, que a lo mejor con niños más mayores no necesitamos que sea de un modo tan específico».

 

En los diversos talleres se abordaron algunas de los contenidos clave para iniciar en el camino de la fe a los más pequeños: la creación como obra del amor de Dios, quién es Jesús y lo que significa en nuestra vida, «acercarlos mucho a la persona de Jesús» e «ir haciéndoles conscientes de la diferencia entre el bien y el mal, no tanto a nivel moral cuanto a nivel de experiencia, pues no queremos inculcarles lo que está moralmente bien o moralmente mal, sino que partan de una experiencia en la que cuando hacen el bien se sienten bien y cuando hacen el mal, se sienten mal».

 

La hermana María también presentó cómo puede ser una primera catequesis con los niños, y ahí conectó con el tema de la familia. «Hay una pequeña dinámica en la que ellos, sin darse cuenta, te van a revelar un poquito quiénes viven en su casa, por medio de una ficha que tienen que pintar. Ahí ves la ausencia del padre, la ausencia de la madre, si está el abuelo en casa, factores que luego a nosotros nos pueden ayudar para entender algunas reacciones del niño. Tenemos que conocer de una manera u otra la situación familiar que está viviendo, a lo mejor no preguntando directamente con quién vive su padre o con quién vive su madre, por no herir su sensibilidad. Pero es necesario conocer cuál es su referente de cariño y de seguridad, dónde se siente protegido o querido, para, apoyados ahí, poder mostrarles el rostro amoroso de Dios».

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