«La desigualdad de origen marca y condiciona nuestro desarrollo vital»
En una conferencia dictada ayer en el salón de actos de la Fundación Cajacírculo ante medio centenar de asistentes, el responsable de estudios de Cáritas y de la Fundación Foessa, vinculada a esta entidad, Raúl Flores, señaló cuáles son los condicionantes de partida que dificultan la integración social y laboral de los menores nacidos en entornos de exclusión. «Desde la experiencia de nuestra acción cotidiana de Cáritas, pero también desde la investigación de la movilidad social, observamos la gran dificultad que tienen las personas que se han criado en un hogar en situación de pobreza para superar esa situación cuando son adultos. A estas dificultades a las que se enfrentan las personas que vivieron su infancia y adolescencia en un hogar en pobreza, para prosperar económica y socialmente, es a lo que llamamos transmisión intergeneracional de la pobreza».
Este concepto, que se utiliza habitualmente en la investigación sociológica para aludir a «las distintas posiciones de salida en la carrera de la vida», en palabras de Flores, es el que explica por qué muchas de las medidas que deberían paliar las desigualdades no funcionan. «El ascensor de la movilidad social ya no tiene parada en las plantas sociales más bajas y por tanto no da la oportunidad de recoger y mover a aquellas personas que habitan en las situaciones de pobreza».
En concreto, «en nuestra sociedad, las familias con hijos menores son el tipo de familia con mayores dificultades económicas, y por tanto donde más se sufren las situaciones de pobreza. Estas familias en etapa de crianza y estos niños son el grupo social más débil e insuficientemente protegido. La pobreza es mucho mayor entre los hogares con menores y especialmente en las familias numerosas». Esta misma situación es la que se ha querido denunciar desde el programa de Infancia y Adolescencia de Cáritas Diocesana de Burgos, que atendió en 2017 en nuestra provincia a 1.148 personas. En sus cinco centros, situados en la capital y en Aranda, Miranda, Lerma y Villarcayo, y en diversas parroquias, la entidad de la Iglesia presta apoyo escolar a los menores y jóvenes de entre 6 y 21 años, con los que también realiza actividades de tiempo libre, a través de las cuales se educa en valores y se pretende romper esa transmisión intergeneracional de la pobreza.
Entre las medidas propuestas tanto por Cáritas en Burgos como por esta institución a nivel nacional, se incluye la acción de los poderes públicos, pero también, como concluyó Flores, «una intervención social que debe abordar las situaciones familiares en su globalidad y de manera integral, poniendo el foco en la familia y no solo en los menores».
Además de la conferencia, la jornada incluyó una sesión de trabajo, por la tarde, con cerca de 40 técnicos y voluntarios del programa de Infancia de Cáritas, en la que se abordaron distintas perspectivas para atajar esta situación.