Imagen del mes: Purificación de María y Presentación del Señor en el Templo
Traemos como imagen del mes el retablo de la Purificación de María y Presentación del Señor en el Templo, ya que el 2 de febrero se celebra dicha fiesta. Todos los hijos primogénitos, según la religión judía, tenían que ser consagrados a Yahvé, en recuerdo de los primogénitos de Egipto. Estos niños, cuarenta días después de su nacimiento, eran llevados al templo, donde también tenía lugar la purificación de la madre. Lógicamente ambas celebraciones se fueron entrelazando a lo largo de los siglos. María y José cumplieron con esta costumbre, llevando a su hijo al templo con la ofrenda que prescribía la Ley (Lc 2,22-40). En este acontecimiento, el anciano Simeón reconoce al Niño como el Salvador prometido. La profetisa Ana, también presente, se suma al canto de alabanza de Simeón.
El retablo que contemplamos se halla en el centro del altar mayor de la Capilla de la Purificación o del Condestable, que se concibió con finalidad funeraria por el matrimonio formado por Pedro Fernández de Velasco, Condestable de Castilla, y por su esposa Mencía de Mendoza, hija del Marqués de Santillana, familia muy encumbrada en esta época. Una bula papal de 1486 autorizó canónicamente la construcción de esta capilla. Puede considerarse concluido lo fundamental de la construcción de la misma en 1517, muertos ya los fundadores. En el centro de la capilla se encuentra el soberbio sepulcro en mármol de sus fundadores, con mucha probabilidad obra de Felipe de Vigarny entre 1525 y 1532.
El retablo mayor de esta capilla, claramente renacentista, fue realizado durante los años 1522 a 1526 por los escultores Diego de Siloé y Felipe de Vigarny con dorado y policromía a cargo del pintor León Picardo. La organización estructural de la arquitectura resulta novedosa, disponiendo para el grupo principal un amplio espacio, a manera de escenario, donde se desarrolla la escena titular de la advocación de la capilla: Purificación. Sus esculturas expresan la diferencia modal de ambos escultores: el clasicismo de Diego de Siloé en el grupo de la Virgen, el Niño, San José y una doncella como canéfora; y la minuciosidad de Vigarny en los ancianos, Simeón y Ana.