Círculo de Silencio en solidaridad con los extranjeros privados de libertad

La Delegación de Pastoral de Migraciones pide la asistencia de intérprete o traductor para las personas extranjeras detenidas y cauces de comunicación con los allegados o grupo de acogida.
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Cerca de cien personas se sumaron ayer al Círculo de Silencio nº 62, convocado por la delegación diocesana de Pastoral de Migraciones y animado por la de Pastoral Penitenciaria. Y es que en esta ocasión se puso el foco en la situación de las personas extranjeras que son detenidas y privadas de libertad. «Los extranjeros detenidos por no tener documentación, carecer de permiso de residencia o porque supuestamente se ven envueltos en la comisión de algún delito deben ser atendidos con los derechos que les asiste la Convención de los Derechos Humanos y las leyes que, aunque bastante restrictivas, están vigentes desde 2015. En cualquier caso, la presunción de inocencia y el trato humanitario deben presidir todas y cada una de las actuaciones», reivindicó la organización en el manifiesto que se leyó al concluir el acto.

 

Asimismo, exigieron la asistencia de intérprete o traductor en el idioma de la persona detenida desde el primer contacto con cualquier funcionario, ya que uno de los momentos más duros para una persona extranjera al ser detenida es la dificultad de entender y hacerse entender en su lengua. «Hay situaciones de gran indefensión, que a veces se ven incrementadas para ellos por las experiencias que han tenido que soportar en los diferentes periplos por los que han pasado hasta llegar a nuestro territorio. Quienes los detienen, los abogados y los que intervienen al abrir una causa judicial necesitan entender y saber de su propia boca las situaciones reales y las explicaciones a cada uno de sus movimientos», subrayaron. Igualmente, solicitaron que se habiliten cauces de comunicación con las personas cercanas, familiares o grupo de acogida para evitar sufrimientos innecesarios y procurar las ayudas, asistencias o aclaraciones que pudieran llevar en consecuencia a su libertad.

 

Otra situación que se denunció y se tildó de «surrealista» es el hecho de poner en libertad a los extranjeros indocumentados, tras cumplir una condena, o para hacer frente a ese último tramo, en libertad condicional. «¿Cómo se puede dejar en la calle a una persona sin papeles sabiendo que esto es causa de detención o de expulsión?», se preguntaron. Por último, se reclamó también que el Estado provea del permiso o autorización que permita a la persona extranjera en régimen abierto de libertad condicional afrontar su presencia en libertad con un mínimo de recursos para ganarse la vida y ser útil a la sociedad que le acoge, al menos hasta que termine de cumplir ese periodo de libertad condicional.

 

El acto concluyó con palabras del papa Francisco en su reciente visita a una cárcel de Panamá: «Una sociedad es fecunda cuando logra generar dinámicas capaces de incluir e integrar, de hacerse cargo y luchar para crear oportunidades y alternativas que den nuevas posibilidades a sus hijos, cuando se ocupa en crear futuro con comunidad, educación y trabajo. Esa comunidad es sana».

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