La villa de Aranda acoge un nuevo encuentro en clave cofrade
La villa de Aranda de Duero acogió el sábado el XX Encuentro Diocesano de Hermandades y Cofradías, organizado por la Delegación de Religiosidad popular y Cofradías y la Coordinadora de Hermandades y Cofradías penitenciales de la localidad.
La jornada comenzaba con la recepción por parte de los cofrades arandinos de todos los de los distintos lugares de la provincia que se habían acercado hasta la capital de la Ribera: Miranda, Villarcayo, Burgos (varias cofradías), Villalmanzo, Zael, Lerma, Zuñeda, Briviesca, Villafruela, Torresandino, Roa, Mambrilla de Castrejón, Montija, Cardeñadijo, Quintanilla del Coco… El primer acto tuvo lugar en el interior de la iglesia de Santa María, donde la poesía y la música fueron las protagonistas, alternándose. Se declamaron textos de distintos poetas: Lope de Vega, Antonio Reis Navares, Manuel Arandilla… Entre los poemas, se escuchó uno dedicado a la escena evangélica del buen ladrón: «Yo vine a perdonar pecados, / esa fue la razón de mi venida, / recuperar la oveja que, perdida, / puede ser carne de depredador…». Las dulzainas y tambores respondían al verso con piezas magistralmente interpretadas, de autores como Fermín Pasalodos, José-Manuel Hervás, etc.
Bajada del Ángel
Terminado ese acto de meditación musicalizada, dio comienzo la procesión, que tuvo su punto álgido en la Bajada del Ángel, representada frente a la monumental fachada gótico-isabelina de la iglesia parroquial de Santa María, en la que Simón de Colonia dejó esculpidas bellísimas escenas de Semana Santa. La representación fue muy aplaudida por todos los presentes, agolpados en las inmediaciones del templo.
Tras la procesión se celebró la eucaristía, que estuvo presidida por el arzobispo, don Fidel Herráez Vegas, y fue concelebrada por varios sacerdotes arandinos –entre ellos, el arcipreste, Antonio Moral– y el delegado de Religiosidad popular y Cofradías, Lucinio Ramos. En su homilía, el prelado diocesano pidió especialmente a los cofrades que abrieran su vida a Cristo resucitado, «quicio de nuestra fe», dijo. También les pidió que vivieran esa fe «eclesialmente, en comunidad, muy unidos y en servicio a los demás». Terminó invocando a la Virgen María, e invitando a todos a que recordasen siempre las últimas palabras pronunciadas por María, según los evangelios: «Haced lo que él os diga» (Juan 2). La parte musical de esta solemne celebración estuvo a cargo de la coral arandina Gaudium.
La jornada finalizó con una comida de hermandad en la que participaron más de 400 cofrades, con el deseo de participar en el encuentro del próximo año, cuya sede se dará a conocer próximamente.