«Hay que estar en la onda para entender que Dios se haga comida y bebida»
Miles de burgaleses se han concitado esta mañana en el entorno del Real Monasterio de las Huelgas para participar, un año más, en la festividad del Curpillos, una celebración típicamente burgalesa en torno al Santísimo Sacramento y que no tiene parangón en otras latitudes del planeta. Para el arzobispo, don Fidel Herráez Vegas, en el Curpillos «celebramos la presencia de Dios entre nosotros y para nosotros» y, aunque no se trata de un «acto externo ni protocolario», sin embargo es capaz de concitar a personalidades del ámbito religioso y de la sociedad civil y militar, sin olvidar las numerosas tradiciones que han surgido en torno a la fiesta.
Este año el Curpillos ha servido como «preparación» a la celebración del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, que tendrá lugar este domingo. Para el pastor de la diócesis, es necesario «estar en la onda» para entender el significado profundo de esta celebración: «Dios se hace comida y bebida para inundarnos de su amor y ese amor se concrete en ayuda a nuestros hermanos, especialmente a los que más sufren». Tal como ha indicado en su homilía, «debemos exponernos delante de él en alabanza, en petición, en adoración, en definitiva, en amor». Solo así, ha subrayado, «ese amor se orientará hacia quien más nos necesita, también con una concreción material».
Tradición
Tras la misa en el monasterio, en la que ha participado la comunidad de religiosas cistercienses, autoridades civiles y militares, niños que este año han comulgado por primera vez y numerosos fieles, ha tenido lugar la procesión con el Santísimo Sacramento por las calles del barrio de Huelgas. Una tradición que, según algunos documentos, se celebra desde el año 1331, cuando la fiesta del Corpus Christi llegó a España tras la promulgación de la solemnidad por el papa Urbano IV y las normas para la procesión dictadas por su sucesor, Clemente V. Entrado el siglo XV, documentos de la Catedral hablan de otra magna celebración en torno a Seo, desarrollándose una procesión más pequeña –«Corpus Chico o Curpillos»– en el Real monasterio ocho días después del jueves. Este año, el calendario laboral ha adelantado la fiesta del Curpillos a la del Corpus, que no es lo habitual.
La del Curpillos es, por tanto, una fiesta típicamente burgalesa. En torno a ella ha surgido una importante cultura popular que conjuga lo religioso y lo profano. A la misa y procesión se han añadido otros elementos del folklore castellano, como bailes de danzantes y gigantones o la popular «jira» al parral. Además, durante la procesión con el Santísimo, se porta también el pendón de la batalla de las Navas de Tolosa, parte de la tienda del califa Miramamolín que los cristianos trajeron a Burgos como trofeo de aquella victoria de la Reconquista.