2019 09 02 lunes: Resumen de Prensa

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«La pequeña familia de Ecuador»

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Cinco jóvenes de entre 21 y 30 años, acompañados por una trabajadora social, participaron durante el pasado mes de julio en las actividades de voluntariado internacional que organiza desde hace unos años durante los meses de verano Cáritas Diocesana de Burgos en colaboración con la delegación diocesana de Misiones. Los integrantes de esta particular expedición han participando en acciones de animación sociocultural con niños y en actividades de cuidado de la Amazonía en la selva ecuatoriana, a la vez que han tenido la posibilidad de conocer los proyectos de cooperación al desarrollo de Cáritas y la actividad misionera de la Iglesia.

 

Paula Labrador, estudiante de Trabajo Social; María Cogollos, estudiante de Psicología; Miguel Grigelmo, estudiante de Audiovisuales; Maria Pacheco, profesora de idiomas, y Fernando Puigdomenech, seminarista estudiante de Teología, partieron rumbo a Ecuador sin ser conscientes de que, una vez allí, iban a vivir una experiencia que les iba «a marcar la vida de forma especial», tal como detalla el seminarista. Acompañados de Lourdes Viñé, trabajadora social de Cáritas en el arciprestazgo de Gamonal, entre los seis surgió pronto una gran amistad, hasta el punto de poder considerarse una «pequeña familia», donde todos eran «complementarios» hasta el punto de «ayudarse y apoyarse los unos para con los otros».

 

A lo largo de tres semanas, los jóvenes han vivido momentos «de gran intensidad» que procuraban compaginar con otros de «reflexión nocturna». Para Puigdomenech, lo allí vivido le ha supuesto «un crecimiento inmenso como persona», ya que la estancia en Ecuador le ha hecho valorar las cosas materiales de otra forma y saber disfrutar del momento presente, sin preocuparse por el tiempo o las posesiones: «Hay que dejarse llevar y disfrutar de la vida y de la gente».

 

La barca de Camilo

 

Si bien es cierto que el desarrollo del plan previsto tuvo que sufrir alguna modificación y hubo que «improvisar sobre la marcha», los jóvenes integrantes en el programa han podido vivir en primera persona lo que supone la participación en este tipo de proyectos de cooperación internacional. Han tenido la oportunidad de acercarse a la situación social y cultural de países empobrecidos, han aprendido a compartir y colaborar en una experiencia de solidaridad y han crecido personalmente y en el compromiso al servicio de los empobrecidos de la tierra. Además, han podido conocer el compromiso de la Iglesia en estas situaciones, acompañar en los proyectos de desarrollo de Cáritas y colaborar en la tarea de promoción, formación y acompañamiento que llevan a cabo las misioneras y misioneros.

 

Su periplo en tierras ecuatorianas comenzó en Puyo. Allí descubrieron de primera mano en qué consiste el «Proyecto Encuentro», un programa dirigido por las Hermanas Dominicas de la Enseñanza y que acompaña a 160 niños de familias en situación vulnerable y con los que se desarrollan actividades lúdicas, talleres, excursiones.

 

Tras la primera semana de trabajo en Puyo, la barca de Camilo trasladó a los jóvenes integrantes en el programa al interior de la selva, donde pudieron conocer la realidad que viven las comunidades indígenas de Sarayaku, Pacayaku y Canelos. En el trayecto, mientras caían unas gotas de lluvia, Camilo aseguró a los jóvenes que «cuando uno viaja en domingo por el río Bobonaza y llueve durante el recorrido, quiere decir que Dios nos bendice con su llegada». Y, en boca de Puigdomenech, «pudimos descubrir día tras día cómo esas palabras de hacían realidad».

 

La hermana Rosa, misionera en el lugar desde hace años, fue la encargada de recibirlos y trasladarles su testimonio de vida con las comunidades indígenas. Allí vivieron de primera mano la «capacidad de acogida, entrega y gratitud» de cada una de las familias con las que se encontraban: «Compartieron con nosotros en muchas ocasiones lo poco que tenían para comer o, incluso, iban a cazar el día anterior para podernos ofrecer algo». «Esta entrega y gratitud que mostraba cada  perostro persona con la que tratábamos quedó marcada como enseñanza y aprendizaje en cada uno de nosotros», revela el seminarista.

 

Tras visitar Pacayaku, donde distintas circunstancias impidieron hacer efectivo el plan previsto, la localidad de Canelos fue el último destino de la expedición. Fue una «semana selvática donde ni e calor ni el cansancio acumulado de días anteriores nos quitaron las ganas de seguir aprendido de cada persona que conocíamos». Los burgaleses, por su parte, aportaban sus «pequeños granos de arena en todo aquello en lo que les pudiéramos ser útiles».

 

Sonrisa y gratitud

 

Transcurridos unos días de su regreso de Ecuador, Fernando Puigdomenech constata una vez más que ha sido una experiencia inolvidable. Entre las cosas que se les han marcado a fuego destaca «la profunda generosidad que hay allá, la sonrisa imborrable de sus rostros y la inmensa gratitud que manifestaban por cada cosa que hacíamos». También les ha sorprendido su concepto y forma de entender la libertad, pues muchos de los indígenas que conocieron, aún pudiendo decidir vivir en la ciudad, decidían quedarse en la selva porque, «según ellos, eran más libres».

 

Ya una vez en Burgos, los seis jóvenes entienden que la experiencia misionera y solidaria allí vivida no puede caer en saco roto. Pretenden desde aquí «seguir apoyando en la medida en que podamos los proyectos que existen en Ecuador a través de Cáritas Burgos». Seguro que, a partir de ahora, puedan colaborar en la tarea de promoción, formación y acompañamiento que llevan a cabo las misioneras y misioneros y sensibilizar en sus casas y ambientes sobre la situación de la Amazonía y la necesidad del cuidado del medio ambiente.

De nuevo al tajo

por redaccion,

de nuevo al tajo

 

«Volver al tajo» es una expresión castellana, una frase hecha, que significa volver al trabajo, al lugar o al punto donde se interrumpió la tarea, bien por un descanso o por cualquier otra situación. Así, cuando llega este mes de septiembre «volvemos al tajo» para recomenzar las diferentes actividades y retomar la marcha ordinaria que ha quedado interrumpida. El curso escolar marca, en gran medida, los ritmos vitales de las personas y de las instituciones. Es ahora el momento de hacer nuevos planes, de concretar proyectos, de afrontar retos y esperanzas. Atrás quedan las actividades veraniegas que nos han permitido tantos reencuentros con personas, con nuestro pasado, con la armonía de la casa común en la que vivimos, que nos han ayudado a descansar, a renovar aires, a descubrir la belleza de la vida…

 

«Volver al tajo» es ahora, para la gran mayoría, el momento de volver a la normalidad de la vida familiar, laboral, profesional, social… Intentemos hacerlo con buen ánimo y con nuevas actitudes. En situaciones similares el Papa Francisco nos aconseja, «empezar de nuevo desde lo que importa», para recordarnos que lo urgente no es con frecuencia lo más importante, y para que la fe no se reduzca solo a una idea o doctrina sino que impregne lo cotidiano y dé sentido a nuestra existencia.

 

Tras el descanso estival, vuelvo hoy a retomar mi contacto semanal con todos vosotros. Es para mí un motivo de gozo poder tener este espacio de reflexión y de diálogo en el que van aflorando, semana tras semana, mis esperanzas, preocupaciones, compromisos… y los voy compartiendo. El encuentro semanal a través de este medio, me permite ir tomando el pulso a la realidad de la Iglesia y de la sociedad, acompañando el quehacer de esta comunidad diocesana y discerniendo con vosotros los caminos de futuro que tenemos que ir recorriendo.

 

También desde el punto de vista eclesial todo se reemprende con el curso pastoral que ahora iniciamos. Para nosotros, la historia no es una mera repetición de momentos, como si se tratara de una línea de continuo retorno. Los cristianos consideramos que la historia siempre es historia de salvación y que, por tanto, cada momento es irrepetible y cada instante se convierte en un auténtico reto en el que descubrir el paso salvador de Dios por nuestra vida, que nos invita a seguirlo. Es el reto de gozar y experimentar la novedad que produce el sabernos acompañados por Jesús, que es el Señor de la historia.

 

Este curso pastoral se nos presenta con grandes novedades que, seguro, nos ayudarán a renovar el interés y la implicación en la vida de la diócesis. Estamos viviendo un momento especialmente hermoso en nuestra Iglesia en Burgos, como descubro especialmente a lo largo de mi Visita Pastoral. Los cambios sociales y religiosos de los que participamos, así como la celebración del VIII Centenario de la Catedral, han de ser una oportunidad para nuestra renovación personal y comunitaria. ¿A qué novedades me refiero?

 

En primer lugar a los cambios de las estructuras pastorales que se producirán a partir de este mismo mes. Pienso, en concreto, en la configuración de los Arciprestazgos que, como sabéis, son agrupaciones de varias parroquias de una zona, para organizar mejor la acción pastoral del conjunto. El año pasado ya se redujo el número de Arciprestazgos; y a partir de hoy, los catorce que existían quedan reducidos a once. De esta manera, los antiguos de Roa, Aranda y Santo Domingo quedan reducidos a uno que tendrá el nombre de este gran santo burgalés. Y los arciprestazgos de Ubierna-Úrbel y San Juan de Ortega quedan unidos en uno bajo la advocación de este santo protector del Camino. De la reestructuración concreta se os irá informando con más detalle. Pero sí quiero subrayar que lo que se pretende es que esta realidad estructural nos ayude a organizarnos mejor, de manera que un conjunto de parroquias de una comarca se apoyen para caminar juntas y se dinamicen nuestras comunidades parroquiales para llevar a todos, con la vida y la palabra, la buena noticia del Amor de Dios. Los Arciprestazgos han de contribuir a que vivamos la experiencia de la comunión y de la sinodalidad abiertos a la Iglesia diocesana, a ser más significativos en nuestro entorno, a aprovechar mejor los recursos, y a equilibrar en armonía las diferentes dimensiones eclesiales de la caridad, la evangelización y la celebración litúrgica.

 

Junto a esta novedad, el curso pastoral que comenzamos estará centrado en la preparación de una Asamblea Diocesana que me dispongo a convocar. Será, como os dije, un momento muy hermoso para tomar el pulso a nuestra Iglesia en Burgos y para sentir el gozo de pertenecer a ella como piedras vivas, con Jesucristo nuestra Piedra angular. También acabará el curso con la apertura del Año Jubilar, una ocasión singular para nuestra renovación cristiana desde la invitación a la santidad.

 

Como veis, la «vuelta al tajo» nos sitúa ante una hermosa y motivadora tarea, un camino marcado por una serie de acontecimientos que con la ayuda de Dios nos disponemos a recorrer con la alegría del Evangelio. Lo ponemos todo bajo el amparo de Nuestra Madre, Santa María La Mayor. ¡«Volvamos al tajo» con Ella, que salió presurosa al camino para anunciar la alegría de las maravillas de Dios!