Imagen del mes de junio: el cáliz de Juan de Horna

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De Juan de Horna, el autor del cáliz de la imagen del mes de junio, tenemos documentación histórica desde 1487 y debió morir hacia 1527. Fue parroquiano de San Román, desempeñando en 1504 la mayordomía de la fábrica de la Iglesia y en diversas ocasiones contribuyó con su limosna a la reparación de la capilla mayor y a la hechura del retablo mayor, obra realizada por Diego de Siloé. Trabajó para el obispo Acuña e hizo aderezos en piezas de la capilla del Condestable. Salvo en el cáliz más antiguo, sus obras presentan una calidad encomiable con estructuras góticas y elementos ornamentales de carácter renacentista.

 

Juan de Horna consiguió con este cáliz una feliz combinación de formas procedentes del momento final del gótico, con adornos vegetales y simétricos más modernos. Esta copa, fechada entre 1514-1519, es de plata sobredorada, fundida, cincelada, calada y grabada, con una anchura de boca de 10,5 cm. La inscripción en torno a la copa («+ Calicem Salutaris Acipiam et Nomen +» fue escrita en letras góticas degeneradas hacia humanistas.

 

En el pie de esta pieza puede verse el escudo episcopal del canónigo y protonotario Gonzalo Díez de Lerma, promotor de la capilla da Presentación, cuyas obras comenzaron en el año 1519 y donde sería enterrado en 1527. El encargo al platero Juan de Horna de este cáliz debió realizarse en los momentos iniciales de la obra de su capilla para el servicio del culto. Se trata de un modelo clásico de la platería burgalesa tardogótica, en el que destaca la complicación de los pináculos del nudo y el perfecto lobulado del pie. Toda la superficie está decorada con motivos vegetales. En el pie, junto al escudo de la familia, resalta el detalle del Calvario. Es un objeto litúrgico que reúne gran calidad con indiscutible belleza.

 

El canónigo Lerma también fue el comitente de la gran tabla de la Sagrada Familia, obra de Sebastiano del Piombo, al que se la encargó durante su estancia en Roma en 1525 o 1526.

 

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La Catedral, «cruce de culturas» tras el confinamiento

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Instantánea de la inauguración oficial.

 

La Fundación VIII Centenario de la Catedral. Burgos 2021 ha inaugurado oficialmente la exposición «Cruce de culturas», de Alberto Bañuelos, esta mañana. Se convierte así en el primer acto oficial de la entidad desde la declaración de la pandemia y supone reemprender la tarea que lleva años realizando, tal y como ha resaltado su presidente y arzobispo de Burgos, don Fidel Herráez Vegas, quien ha apuntado que este año 2020 «es decisivo en la preparación y celebración del VIII Centenario».

 

A la inauguración de la muestra artística han asistido el alcalde de Burgos, Daniel de la Rosa; el presidente de la Diputación Provincial, César Rico; el delegado territorial de la Junta en Burgos, Roberto Saiz; y, por parte de la Fundación, su vicepresidente, Antonio Miguel Méndez Pozo, el presidente del Consejo Asesor, René Payo, y la directora general, Piluca Gil.

 

«Cruce de culturas» presenta 15 cuadros que tienen como material común el algodón puro; un tapiz realizado en Afganistán, de lana y seda de bambú; y tres esculturas pétreas, de granito y mármol. En esta exposición, Bañuelos sintetiza el cúmulo de religiones, filosofías, saberes e imágenes que han acompañado a la civilización a lo largo de su historia. «El algodón vistiéndonos, la piedra protegiéndonos», ha subrayado el autor.

 

Así, «Cruce de culturas» se convierte «en un diálogo entre la soledad pétrea y la debilidad de los tejidos», en palabras de René Payo, que se puede contemplar en la sala Valentín Palencia de la Seo burgalesa. «Qué mejor escenario para la obra de Alberto Bañuelos que en una Catedral ubicada en el Camino de Santiago», ha remarcado el primer edil, Daniel de la Rosa.

 

Desde que abrió sus puertas el lunes de la semana pasada, 350 espectadores han visitado la exposición. Permanecerá abierta hasta el 5 de julio, de lunes a domingo, de 10:30 a 14:00 horas y de 16:30 a 19:00 horas.

La capilla de la Adoración Perpetua de Burgos reabre sus puertas

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El pasado domingo, coincidiendo con la solemnidad del Corpus Christi, la capilla de la Adoración Perpetua de la capital reabrió sus puertas después de casi dos meses cerrada a causa de la pandemia por la Covid-19. Ubicada en la parroquia de San José Obrero desde hace nueve años, esta capilla es la única de la diócesis que expone el Santísimo Sacramento de forma ininterrumpida durante las 24 horas del día en turnos de adoración coordinados, directamente, por laicos. España cuentan con algo más de medio centenar de lugares de adoración con estas características.

 

Al reanudar ahora los turnos de vela al abrirse el proceso de desescalada, la parroquia de San José Obrero hace un llamamiento a los burgaleses para que puedan cubrir los 17 turnos ahora vacíos tras el fallecimiento y cansancio de algunos de sus adoradores, sobre todo los más mayores. En concreto, es preciso cubrir algunas horas críticas de la madrugada (de 04:00 a 05:00 los lunes) y durante las horas centrales del día (de 13:00 a 15:00 los martes y de 12:00 a 14:00 y de 17:00 a 20:00 los domingos). Los sábados también hay varias horas libres que necesitan cubrirse durante toda la jornada (10:00 a 11:00; 17:00 a 19:00 y 20:00 a 21:00). Los turnos de adoración se distribuyen en periodos de una hora.

 

Quienes estén interesados en formar parte de este proyecto de adoración eucarística, al que acude gente no solo de la ciudad, sino también de algunos pueblos del alfoz de la capital y de otros lugares de la provincia, pueden ponerse en contacto con la parroquia de San José Obrero en el teléfono 690 72 44 16.

Un Corpus Christi para «agradecer, acoger, adorar y compartir»

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Desde que se comenzara a celebrar esta fiesta y difundirse por toda Europa allá por el siglo XII para «continuar la densidad de lo que celebramos el Jueves Santo», probablemente el de hoy haya sido uno de los Corpus Christi más singulares de la historia. La pandemia del coronavirus y «todas sus circunstancias externas» han hecho que las tradiciones populares vinculadas a esta fiesta no hayan formado parte en esta ocasión de la celebración, «aunque la disposición del corazón haya sido la misma». Así lo cree el arzobispo, don Fidel Herráez Vegas, quien ha presidido esta mañana la solemne eucaristía del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo en una Catedral a la que han asistido poco más de centenar y medio de fieles (incluidas autoridades civiles) y ha sido retransmitida por el canal de YouTube de la diócesis en cumplimiento de las medidas exigidas por el estado de alarma. Por ello, la celebración de este año no ha contado con procesión por las calles, aunque el prelado ha bendecido a la ciudad y a los burgaleses con el Santísimo Sacramento desde las puertas del templo gótico. [Ver vídeo y galería de fotos más abajo]

 

Para el pastor de la diócesis el núcleo de la celebración de hoy «es sencillo de entender», aunque para ello sea necesario «ponernos en la onda, en el amor». En efecto, esta fiesta gira en torno a «un Amor con mayúsculas y otro con minúsculas, el Amor de Dios a nosotros y el amor entre nosotros». Un amor desbordante de Dios que se convierte «en pan para la vida del mundo» y que, al comerlo, «nos hace hermanos y, por lo tanto, hemos de querernos entre nosotros».

 

Para don Fidel esta «maravillosa realidad» ha de ser correspondida «coherentemente» por los cristianos poniendo en práctica cuatro verbos: «Agradecer, acoger, adorar y compartir». «Hemos de ser agradecidos y ponernos en condición para recibir y acoger al Señor y vivir en coherencia esa unión allí donde estemos, para que en nuestra vida siga procesionando el Señor». Junto a ello, «es necesario gustar esta realidad, adorar y exponernos ante él para que nos siga empapando con su amor y nos lleve a compartir, a ser hermanos entre nosotros».

 

Cáritas y la crisis social

 

Para el arzobispo, el amor ha de ser una realidad que «ha de estar presente en cada uno de nosotros y en las instituciones de las que formamos parte», especialmente en esta «situación tan sumamente delicada por la crisis sanitaria, económica y social». En este sentido, ha aplaudido la labor que realiza Cáritas diocesana, que «no es una ONG, sino la misma Iglesia que, por amor, se abre a quienes lo necesitan». «Es la comunidad cristiana que se organiza para mejorar nuestra sociedad», ha insistido.

 

Don Fidel ha concluido su homilía haciendo un llamamiento a todos los cristianos, que han de ser los «pequeños e imprescindibles eslabones» de una «cadena de solidaridad» que haga surgir Cáritas y la acción caritativa de la Iglesia, para que sean «el rostro de la caridad» en medio del mundo.

 

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Fiesta del Corpus, fiesta de la Caridad

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Escucha aquí el mensaje

 

Celebramos hoy la fiesta del Corpus Christi. Una de esas fiestas muy señalada en el calendario cristiano y hondamente arraigada en el pueblo de Dios, que la celebra siempre con especial piedad y devoción. Es la fiesta en torno a la Eucaristía, en la que incluso la fe se ha hecho cultura en manifestaciones populares de las que hemos participado desde niños, con los primeros pasos de nuestra iniciación cristiana, hasta hoy. Algunas de estas expresiones, como la solemne procesión acompañando y alabando al Señor en la Eucaristía por las calles de nuestros pueblos y ciudades, lamentablemente no podrán tener lugar este año, a consecuencia de la pandemia que estamos viviendo. Pienso con especial cariño en los niños de Primera Comunión, que tendrán que esperar unos días más para celebrarla. Pero todo ello puede convertirse, sin duda, en una ocasión de gracia para profundizar, una vez más, sobre lo esencial y lo accesorio en nuestra vida, también en la vivencia de la fe.

 

Todos sabemos que la fiesta del Corpus es la fiesta de la Eucaristía. En ella actualizamos la entrega completa de Jesús por amor. En cada celebración resuenan las palabras: «habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo». Es un amor sin medida, sorprendente, gratuito, total… Cada Eucaristía es el memorial de este amor de Dios por cada ser humano que sobrepasa todo límite imaginable. Por eso, no extraña que la Iglesia haga fiesta solemne al verse inundada de este amor y convoque a la adoración y alabanza pública de su Señor.

 

Y es que la Iglesia, lo sabemos, «vive de la Eucaristía». La Iglesia se encuentra en la Eucaristía con el Amor. Dicho encuentro le sirve constantemente para purificarse y renovarse en su misión en medio del mundo. No extraña, por tanto, que la pandemia haya supuesto una prueba difícil al haber impedido la celebración presencial de la Eucaristía y haber obligado al ayuno de la Comunión sacramental. Quiera el Señor que esta situación haya servido para acrecentar en nosotros el deseo de la Eucaristía y la necesidad de profundizar en su auténtico misterio y significado. Y que también nos haya llevado a valorar más el alimento de la Palabra y a querer vivir la experiencia comunitaria de la fe.

 

Es cierto que la celebración del Corpus Christi de este año es necesariamente singular. A los aspectos externos provocados por la crisis sanitaria, se une una crisis económica y social cuyo alcance real es todavía complicado pronosticar. Como creyentes no podemos quedar indiferentes ante esta situación social que padecemos. No podemos olvidar que en la Eucaristía se hace presente el Misterio total de la entrega de Jesús, y ello nos ayuda a fortalecer nuestro compromiso cristiano, a crecer en comunión con el mundo en el que vivimos y a asentar nuestra vocación de servicio a imagen de Aquel que es el Servidor de todos. De esta manera, en cada Eucaristía se nos invita a ser como el peregrino del Evangelio: a salir al encuentro de los caminantes que, como los de Emaús, caminan abrumados por la tristeza y la desesperanza.

 

Eso es precisamente lo que Cáritas realiza siempre, y lo que de modo evidente y especial ha confirmado y hecho visible en estos últimos meses. De ahí que la celebración del Corpus esté tan vinculada a Cáritas, en el Día de la Caridad. Porque Cáritas no es otra cosa sino la fuerza de la caridad de la comunidad cristiana que, cuando se organiza y estructura, es capaz de edificar una sociedad más justa cimentada sobre la dignidad de cada persona. Cáritas, a través de sus programas y proyectos, se aproxima a toda persona vulnerable y excluida para, de una manera integral y desde la pedagogía del acompañamiento y del amor, ayudarle a crecer hasta conseguir su pleno desarrollo humano. Así, durante este tiempo, Cáritas ha significado para muchos la mano amiga que escucha, que comparte, que promueve y apoya, que lucha y transforma, que ora porque reconoce sus límites y su pequeñez.

 

Hoy Cáritas es consciente de la importancia de cada persona para hacer una cadena de solidaridad tan fuerte como el reto que hemos de afrontar en el momento presente; y por eso, te invita también a ti a formar parte de esa cadena, como pequeño eslabón responsable y necesario. Para ese proyecto de reconstrucción social al que estamos convocados, necesitamos por supuesto de nuestras autoridades políticas, económicas, civiles, religiosas y sociales, pero también de cada uno de nosotros.

 

En este día quiero deciros muy hondamente «gracias» a todos los hombres y mujeres que sois el rostro de la caridad en nuestra Diócesis de Burgos. El Señor os bendice y multiplicará vuestra entrega generosa. A Él le pido que la celebración del Corpus de este año peculiar nos lleve a contemplarle como «pan partido y compartido» en la Eucaristía, y nos mueva a seguirle amando también a los demás, con amor de obras y de verdad.