«Uno no elige ser sacerdote, es Dios quien llama»

José Ángel Zamorano entró en el Seminario hace cuatro años y mañana recibirá el lectorado en un nuevo paso en su camino hacia el sacerdocio.

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José Ángel Zamorano es uno de los siete seminaristas que mañana serán instituidos lectores, un ministerio que les capacita para leer la Palabra de Dios en las asambleas litúrgicas, así como las intenciones de la oración de los fieles en ausencia del diácono. Junto a ello, también pueden dirigir el canto y la participación del pueblo de Dios e instruir a los fieles para recibir dignamente los sacramentos. Aunque se trate de ministerios que pueden recibir todos los varones bautizados, en el caso de José Ángel tiene un carácter especial, ya que le servirá para «ir creciendo y madurando» en su camino al sacerdocio, pues le ayudará a «cultivar un vivo amor por la Sagrada Escritura y así ir siendo un discípulo cada vez más perfecto del Señor».

 

Entró en el Seminario hace cuatro años, después de «largos ratos de adoración al Santísimo en la capilla de la Adoración Perpetua situada en San José Obrero», su parroquia, y varias sesiones de acompañamiento espiritual con su párroco. Concluían así para él varias tentativas de consagrar su vida al Señor, en la que fue invitado en distintas ocasiones a ingresar como novicio en la Compañía de Jesús, con la que siempre ha tenido contacto. De hecho, entabló relación con algunos jesuitas en el colegio del Círculo, donde estudió, y en la iglesia de la Merced de Burgos, donde trabajó como sacristán, así como durante su época de estudios de Ciencias Actuariales y Financieras en Valladolid.

 

A sus «treinta y pocos años», después de estudiar un módulo superior de Desarrollo de Aplicaciones Informáticas y trabajar como programador, «llevaba una vida feliz, pero notaba que le faltaba algo». Es entonces cuando comenzó a ir a misa a diario, a rezar el Rosario y el Oficio Divino y a hacer alguna visita al Santísimo. «Empecé a sentir que Dios me estaba llamando a ser sacerdote, pero yo no quería escuchar». Veía como «inconvenientes» su edad y los estudios, pero, aún así, se lanzó. «Uno no elige ser sacerdote, sino que responde a este don maravilloso que Dios ofrece a quienes Él quiere (que son muchos, aunque en el momento en que vivimos no lo parezca)», indica.

 

Modelarse como Jesús

 

Para José Ángel, «un sacerdote debe ser reflejo de Cristo en todo momento, debe tratar de vivir como él vivió. Y nos dijo que aprendiésemos de él, que es manso y humilde de corazón; luego todos, pero especialmente los sacerdotes, deben ser humildes y accesibles. Y todo ello exige un esfuerzo y una entrega», revela.

 

Para este seminarista, «todas las labores del sacerdote deben estar orientadas a la eucaristía, que es la mayor muestra del amor que Dios nos tiene, ya que Cristo viene a nosotros por medio del sacerdote haciéndose realmente presente, y se parte y reparte para entrar dentro de nosotros, y luego permanece con nosotros en el sagrario». Junto a la eucaristía, la otra dimensión que atrae a José Ángel de la vida del sacerdote es su capacidad para absolver los pecados: «Es otra muestra del gran amor de Dios, donde el sacerdote es necesario por ser el único intermediario válido entre Dios y nosotros para el perdón de las faltas y pecados».

 

José Ángel recibirá el ministerio del lectorado mañana sábado en una eucaristía que el arzobispo presidirá a las 19:30 horas en el Seminario con aforo limitado a 161 personas. Junto a él, recibirán también el lectorado los seminaristas Anastasse HatungimanaEric Hatungimana (de la diócesis de Gitega, en Burundi), y Abrahán Castrillo (del Redemptoris Mater). Además, recibirán conjuntamente el lectorado y el acolitado Francisco Javier Caballero (del Seminario de San José) y Gerardo Carlos Rivas y Francisco Nestares (del Seminario Redemptoris Mater).

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