Una intensa semana de visita pastoral: La Lora, Vadocondes y Rojas de Bureba

Don Fidel continúa con su visita canónica a las parroquias de la diócesis cumpliendo con las necesarias medidas de higiene y seguridad.
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Dentro del marco de sus visitas pastorales regulares, el arzobispo de Burgos, don Fidel Herráez Vegas, estuvo en la tarde del pasado viernes, día 25 de septiembre, en la localidad ribereña de Vadocondes, donde concelebró una santa misa con el párroco de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, Jean Pierre Gaillard.

 

La visita de don Fidel a la parroquia de Vadocondes se ha visto postergada en dos ocasiones. La primera a causa del estado de alarma y consiguiente confinamiento y la segunda motivada por el alto número de infectados por Cóvid-19 surgido hace unas semanas en la localidad. La llegada del arzobispo a la localidad ha contribuido a alegrar en cierto modo aun pueblo mermado por la pandemia y que este año no ha podido celebrar sus fiestas en honor de sus patronos, los santos Cosme y Damián.

 

Al término de la ceremonia religiosa, don Fidel departió de modo distendido con cuantos quisieron saludarle y dio la enhorabuena a los vadocondinos por sus iniciativas de conservación de su patrimonio parroquial.

 

En la zona de las Loras

 

Además, el pasado miércoles, 23 de septiembre, el prelado visitó, en compañía de su párroco, Joaquín Cidad, la unidad de atención pastoral de la Lora, compuesta por las localidades de Ayoluengo de la Lora, Barrio Panizares, Hoyos del Tozo, San Andrés de Montearados, Valdeajos de la Lora y Sargentes, e incluso Ceniceros del Rudrón y Lorilla de la Lora, pueblos hoy deshabitados. En Sargentes bendijo el retablo mayor del templo, cuya restauración acaba de concluirse. Acudió a la celebración un público representativo de los ámbitos públicos, equipo de restauradores, residentes y vecinos del pueblo.

 

Rojas de Bureba

 

Por último, en la jornada de ayer domingo, se desplazó hasta Rojas de Bureba y Piérnigas acompañado por el párroco de las mismas, Félix Castro. Pueblos pequeños de la Bureba que vivieron como día grande y de fiesta la presencia de su obispo, quien con la cercanía y sencillez que le caracteriza, les animó a vivir con intensidad y pasión su condición de Hijos de Dios; repitió varias veces las palabras “ánimo y adelante”.

 

Después de un breve diálogo entre el pastor de la diócesis y los feligreses, se celebró la eucaristía, recordando al final de la misma a los difuntos de las parroquias visitadas y a los pertenecientes a esta unidad pastoral.

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