«Me atrae la Iglesia pequeña y sencilla, abierta a todos, con olor a oveja»

Santos Luis Díez forma parte de un grupo de Jesús de Pagola. Cree que la Iglesia está viviendo un resurgir sano, no tanto en número de creyentes como en el compromiso y la cercanía a las personas.

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Santos Luis Díez Alonso nació en Burgos en 1962. Maestro de profesión, ha ejercido en colegios de diversas localidades como Alcántara, Covaleda, Sepúlveda, Palencia, Aranda de Duero y Burgos. Su vida está marcada por la enfermedad de la poliomelitis, que sufrió a los 9 meses de su nacimiento y que le afectó a la movilidad en sus dos piernas. Hasta hace cinco años ha podido caminar sin muletas, pero actualmente tiene que hacer uso de las mismas para desplazarse. Soltero. Pertenece a un Grupo de Jesús de Pagola en Burgos, un movimiento implantando en todo el mundo, compuesto por personas con inquietudes que buscan a Jesús y reflexionan sobre su doctrina. Pertenece a la parroquia de San Cosme y San Damián y en su vida religiosa hubo un periodo en su juventud, a los 16 años, cuando militó en un grupo carismático protestante, pero no tardó en volver a la Iglesia Católica, en la que lleva 30 años.

 

A pesar de padecer polio, asegura que no ha sentido especialmente diferente: «Como lo tuve desde muy pequeño, desde los 9 meses, siempre ha sido parte de mi vida y cuando somos niños nos adaptamos muy bien a cada circunstancia. En mi caso nunca percibí mi enfermedad como un gran problema, me adapté casi sin darme cuenta, sin suponerme un gran esfuerzo, porque fui creciendo con ello y no había vivido nada diferente antes. Era consciente de mis limitaciones pero debía vivir con ello y así lo hice sin ningún dramatismo. Mi sensación es que fui siempre bien aceptado por la sociedad, no he sido discriminado y no he sufrido afortunadamente ningún momento duro por ello».

 

La enfermedad tampoco le ha impedido desarrollar su vocación de maestro, profesión en la que dice sentirse muy realizado, «porque no sólo me ha permitido enseñar a los jóvenes, sino también aprender muchas cosas. En la escuela no solo enseñamos sino que aprendemos todos. En mi caso siempre me he visto con fuerzas para seguir adelante porque he vivido mi enfermedad como un proceso natural, y además he tenido en cuenta dos aspectos esenciales, me ilusionaba con lo que podía hacer y no me fastidiaba lo que no podía hacer por tener dificultades de movimiento en las dos piernas».

 

He aprendido que amar conlleva perdón, reconciliación, paz, justicia y verdad, que son los principios de la doctrina de Jesús

 

A los 16 años se apartó de la Iglesia católica, aunque «fue una cuestión coyuntural», matiza. «A esa edad buscas movimientos que te enganchen, que tengan tirón, y a mí me atrajo un grupo carismático protestante. Ciertamente no guardo mal recuerdo de aquel periodo, éramos jóvenes y había un buen ambiente, pero notaba que no era lo que yo buscaba y terminé de nuevo en la Iglesia Católica. Me gustó la Iglesia pequeña, en la que se hacían actividades cercanas con las personas y yo me sentí muy bien, porque palpaba libertad, era una Iglesia abierta a todos, acogedora, con los brazos abiertos. En el movimiento protestante era más complicado aceptar a las personas no creyentes, pero la Iglesia daba cabida a todos, a quienes tenían fe y los que no, todos podíamos participar. Me enganchó esa Iglesia abierta a todos y en ella estoy desde hace 30 años», explica.

 

Desde hace cinco años forma parte de un grupo de Jesús de Pagola. «Por casualidad escuché que había unos cursos de Doctrina Social de la Iglesia en la Facultad de Teología, me interesó y me encontré con gente que tenia las mismas inquietudes que yo. De allí salió la idea de formar un grupo de Jesús de Pagola con otros compañeros de la Facultad. En el grupo profundizamos sobre la doctrina de Jesús, que se basa en el amor y en la entrega a los demás. Jesús de Pagola me ha permitido acercarme al conocimiento de Jesús y saber cómo debemos actuar, con el amor siempre por delante. He aprendido que amar conlleva perdón, reconciliación, paz, justicia y verdad, que son los principios de la doctrina de Jesús. Además de la reflexión también pasamos a la acción y cada miembro del grupo se va decantando para llevar a cabo actividades con otros movimientos, como Pastoral Penitenciaria, Migración, Pastoral Gitana, y cada uno colabora con lo que considera que más puede aportar. A nivel personal me encuentro muy bien en el grupo y estoy muy contento y comprometido».

 

En estos momentos ve la Iglesia «con un resurgir sano, no tanto en número de creyentes como en el compromiso con la fe que profesamos. Estamos en proceso de cambio, para pasar de ser una Iglesia de fans, en la que valía con ir a misa los domingos, a ser una Iglesia más comprometida como nos pide el Papa Francisco, una Iglesia cercana a las personas, que tiene muy claro el compromiso con el reino de Dios, que actúa desde el amor al prójimo y comparte sus necesidades. Una iglesia, como quiere el Papa, «con olor a oveja»».

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