Sinodalidad: un modo de ser Iglesia
Es una palabra griega que significa «caminar juntos». La identificación de la Iglesia como «camino» aparece ya reflejada incluso en el Nuevo Testamento y algunos Santos Padres, como san Juan Crisóstomo, usaban indiferentemente los vocablos «sínodo» e «Iglesia». Se trata, en efecto, «de un modo de ser», un «estilo o espiritualidad» por el que las cuestiones importantes o relevantes para todo el Pueblo de Dios se afrontan y dialogan entre todo el Pueblo de Dios «y no entre tres o cuatro». Así lo entiende el teólogo y sacerdote diocesano Eloy Bueno de la Fuente (Casaseca de Campeán, Zamora, 1953), llamado por el papa Francisco a formar parte de la comisión teológica del Sínodo de los Obispos, que durante los próximos dos años reflexionará en todo el mundo (a través de una fase diocesana, otra continental y otra internacional) sobre el modo en que la Iglesia suscita procesos de participación entre todos los bautizados.
El catedrático de la Facultad de Teología de Burgos forma parte de una comisión de 25 miembros (junto a él hay otros dos españoles, la profesora de la Universidad Pontificia de Comillas, Carmen Peña, y el jesuita Santiago Madrigal), dirigidos por el español Luis Marín de San Martín, también profesor de la Facultad de Teología, subsecretario del Sínodo. Su misión consistirá en ayudar a la Secretaría del Sínodo en su trabajo, revisar los textos y documentos que se generen y eventualmente proponer sugerencias, presentar propuestas para el desarrollo de la sinodalidad, producir y compartir materiales para el estudio teológico y colaborar estrechamente con las otras dos comisiones, una metodológica y otra asesora.
Para Eloy, la sinodalidad sería una especie de «arte» que «tenemos que aprender poco a poco». «Lastramos siglos de clericalismo y de una concepción demasiado vertical de la Iglesia y eso no se va a cambiar de la noche a la mañana. Pero el Papa insiste en que hemos de suscitar nuevos procesos, que iniciemos este camino que será de largo recorrido», indica. Para él, los sínodos y las asambleas deberían ser «más habituales» en la vida de la Iglesia, y aplaude que en Burgos el Sínodo de los Obispos sobre comunión, participación y misión se solape con la celebración de la Asamblea Diocesana, pues «nos encuentra con la tarea de concienciación bastante avanzada». Un cambio de mentalidad que se traduce en concebir la Iglesia como «una familia» en la que «todos puedan participar y dialogar» y «en la que todos se sientan escuchados» en la toma común de decisiones.
Una escucha que debe tener como protagonista al Espíritu Santo, pues será el garante de que el Sínodo no se convierta «en un parlamento donde salen adelante las ideologías o concepciones de la mayoría», sino el que «ayude a discernir la Iglesia que Dios quiere» a través del «consenso» y la «comunión». «En algún momento habrá que votar, pero la votación será resultado de un consenso, de un hacer ver que la decisión tomada no es unilateral, sino del “nosotros eclesial”», explica el catedrático, experto en eclesiología y autor de numerosos estudios sobre Iglesia y misionología.
Desde su trabajo directo en el ‘núcleo duro’ del Sínodo, anima a los burgaleses a participar en la Asamblea y en esta reflexión sobre la sinodalidad. Para él es una «clara manifestación de lo que significa la participación eclesial», pues «sentirse miembro de la Iglesia simplemente por asistir a la eucaristía dominical o colaborar económicamente con la parroquia es algo muy superficial». Sin embargo, «si siento la Iglesia como mi familia, me tienen que afectar sus problemas, expectativas y proyectos… Por eso uno tiene que decir: “aquí estoy yo para aportar mi granito de arena”, que es el carisma que me ha regalado el Espíritu». «No hay otro camino para la Iglesia que el camino sinodal», concluye.