Comienza la fase final de la Asamblea, «la gran fiesta del Espíritu Santo»

Don Mario Iceta afronta con «emoción, profundidad y agradecimiento» el fin del proceso sinodal que ayude a los cristianos de Burgos a ser «personas cántaro que sacien la sed de este mundo».
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Más: galería fotográfica de la misa de apertura

 

La fase final de la Asamblea Diocesana ha comenzado su andadura. Una eucaristía solemne presidida por el arzobispo en la Catedral ha servido para «conocer los deseos del Espíritu Santo» para la Iglesia en Burgos en esta etapa concreta de la historia, tal como ha subrayado don Mario Iceta en su homilía. «Lo nuestro no es un choco, es la asamblea de los convocados, la Iglesia de Jesús», ha bromeado, para recordar que la labor de la Asamblea Diocesana será descubrir «la Iglesia que Dios quiere y no lo que nosotros queremos».

 

El arzobispo ha recordado que la sinodalidad es una característica propia de la Iglesia, que la ha practicado en concilios, capítulos en las congregaciones religiosas, consejos, asambleas y otros organismos similares. Lo importante en ellos es «la participación, no la democracia», pues no se trata «de sumar voluntades, sino escuchar a Dios y no nuestros prejuicios». Una tarea que exige, por ende, «humildad», «una conversión personal y eclesial», «quitarme yo para que el don del Espíritu hable en mí». Una actitud que habrá de buscarse, incluso, más allá de las fronteras eclesiales, pues «el Espíritu se derrama hasta los confines de la tierra y abarca el universo y todo lo renueva», ha recordado.

 

A lo largo de los próximos cinco sábados, 183 personas, en representación de todo el Pueblo de Dios, decidirán los caminos que habrá de seguir la archidiócesis de Burgos en el futuro, que no será otro que «buscar ser cántaros que sacien la sed» de este mundo, de nuestro Burgos, donde la mitad de los jóvenes se declara no creyente. «La vida cristiana no consiste en hacer, es recibir el don del Espíritu para que fructifique en nosotros», ha animado a los presentes, a la par que ha revelado sumarse al proceso sinodal «con emoción, profundidad y agradecimiento» a los que lo han puesto en marcha y las personas implicadas en el mismo.

 

Tras la misa, ha dado comienzo en el Seminario de San José la primera de las sesiones de trabajo, en la que se han presentado los objetivos y la metodología que articulará el proceso y se ha reflexionado en las primeras mesas temáticas, relativas en esta ocasión a la vivencia persona de la fe, con cuestiones como la oración, la Palabra de Dios, la eucaristía, el primer anuncio y los procesos formativos en la vida de la Iglesia.

 

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