El arzobispo secunda la llamada del Papa y pide a la archidiócesis rezar por la paz en el mundo

por redaccion,

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El próximo viernes, coincidiendo con la solemnidad de la Anunciación, y en el comienzo de las «24 horas para el Señor», el papa Francisco «consagrará la humanidad, especialmente de Rusia y Ucrania, al Corazón Inmaculado de María, para que ella, la Reina de la Paz, obtenga la paz para el mundo». Así lo expresó el pasado domingo, en el rezo del Ángelus en la plaza de San Pedro del Vaticano, haciendo un llamamiento a toda la Iglesia a sumarse a su iniciativa.

 

Secundando «con agradecimiento» esta invitación, el arzobispo de Burgos, don Mario Iceta Gavicagogeascoa, solicita a toda la archidiócesis unirse al papa en este acto de consagración. De este modo, y a través de un comunicado, exhorta a que «en las eucaristías, la liturgia de las horas, los diversos ejercicios de piedad como el Rosario o el Viacrucis, y en la oración personal, familiar y comunitaria», se rece de forma especial la oración del papa Francisco, «pidiendo por la paz en el mundo y de modo particular en Ucrania».

 

 

Oración de consagración de la Humanidad al Inmaculado Corazón de María
Viernes 25 marzo 2022

 

Oh María, Madre de Dios y Madre nuestra, nosotros, en esta hora de tribulación, recurrimos a ti. Tú eres nuestra Madre, nos amas y nos conoces, nada de lo que nos preocupa se te oculta. Madre de misericordia, muchas veces hemos experimentado tu ternura providente, tu presencia que nos devuelve la paz, porque tú siempre nos llevas a Jesús, Príncipe de la paz.

 

Nosotros hemos perdido la senda de la paz. Hemos olvidado la lección de las tragedias del siglo pasado, el sacrificio de millones de caídos en las guerras mundiales. Hemos desatendido los compromisos asumidos como Comunidad de Naciones y estamos traicionando los sueños de paz de los pueblos y las esperanzas de los jóvenes. Nos hemos enfermado de avidez, nos hemos encerrado en intereses nacionalistas, nos hemos dejado endurecer por la indiferencia y paralizar por el egoísmo. Hemos preferido ignorar a Dios, convivir con nuestras falsedades, alimentar la agresividad, suprimir vidas y acumular armas, olvidándonos de que somos custodios de nuestro prójimo y de nuestra casa común. Hemos destrozado con la guerra el jardín de la tierra, hemos herido con el pecado el corazón de nuestro Padre, que nos quiere hermanos y hermanas. Nos hemos vuelto indiferentes a todos y a todo, menos a nosotros mismos. Y con vergüenza decimos: perdónanos, Señor.

 

En la miseria del pecado, en nuestros cansancios y fragilidades, en el misterio de la iniquidad del mal y de la guerra, tú, Madre Santa, nos recuerdas que Dios no nos abandona, sino que continúa mirándonos con amor, deseoso de perdonarnos y levantarnos de nuevo. Es Él quien te ha entregado a nosotros y ha puesto en tu Corazón inmaculado un refugio para la Iglesia y para la humanidad. Por su bondad divina estás con nosotros, e incluso en las vicisitudes más adversas de la historia nos conduces con ternura.

 

Por eso recurrimos a ti, llamamos a la puerta de tu Corazón, nosotros, tus hijos queridos que no te cansas jamás de visitar e invitar a la conversión. En esta hora oscura, ven a socorrernos y consolarnos. Repite a cada uno de nosotros: “¿Acaso no estoy yo aquí, que soy tu Madre?”. Tú sabes cómo desatar los enredos de nuestro corazón y los nudos de nuestro tiempo. Ponemos nuestra confianza en ti. Estamos seguros de que tú, sobre todo en estos momentos de prueba, no desprecias nuestras súplicas y acudes en nuestro auxilio.

 

Así lo hiciste en Caná de Galilea, cuando apresuraste la hora de la intervención de Jesús e introdujiste su primer signo en el mundo. Cuando la fiesta se había convertido en tristeza le dijiste: «No tienen vino» (Jn 2,3). Repíteselo otra vez a Dios, oh Madre, porque hoy hemos terminado el vino de la esperanza, se ha desvanecido la alegría, se ha aguado la fraternidad. Hemos perdido la humanidad, hemos estropeado la paz. Nos hemos vuelto capaces de todo tipo de violencia y destrucción. Necesitamos urgentemente tu ayuda materna.

 

Acoge, oh Madre, nuestra súplica.

 

Tú, estrella del mar, no nos dejes naufragar en la tormenta de la guerra.

 

Tú, arca de la nueva alianza, inspira proyectos y caminos de reconciliación.

 

Tú, “tierra del Cielo”, vuelve a traer la armonía de Dios al mundo.

 

Extingue el odio, aplaca la venganza, enséñanos a perdonar.

 

Líbranos de la guerra, preserva al mundo de la amenaza nuclear.

 

Reina del Rosario, despierta en nosotros la necesidad de orar y de amar.

 

Reina de la familia humana, muestra a los pueblos la senda de la fraternidad.

 

Reina de la paz, obtén para el mundo la paz.

 

Que tu llanto, oh Madre, conmueva nuestros corazones endurecidos. Que las lágrimas que has derramado por nosotros hagan florecer este valle que nuestro odio ha secado. Y mientras el ruido de las armas no enmudece, que tu oración nos disponga a la paz. Que tus manos maternas acaricien a los que sufren y huyen bajo el peso de las bombas. Que tu abrazo materno consuele a los que se ven obligados a dejar sus hogares y su país. Que tu Corazón afligido nos mueva a la compasión, nos impulse a abrir puertas y a hacernos cargo de la humanidad herida y descartada.

 

Santa Madre de Dios, mientras estabas al pie de la cruz, Jesús, viendo al discípulo junto a ti, te dijo: «Ahí tienes a tu hijo» (Jn 19,26), y así nos encomendó a ti. Después dijo al discípulo, a cada uno de nosotros: «Ahí tienes a tu madre» (v. 27). Madre, queremos acogerte ahora en nuestra vida y en nuestra historia. En esta hora la humanidad, agotada y abrumada, está contigo al pie de la cruz. Y necesita encomendarse a ti, consagrarse a Cristo a través de ti. El pueblo ucraniano y el pueblo ruso, que te veneran con amor, recurren a ti, mientras tu Corazón palpita por ellos y por todos los pueblos diezmados a causa de la guerra, el hambre, las injusticias y la miseria.

 

Por eso, Madre de Dios y nuestra, nosotros solemnemente encomendamos y consagramos a tu Corazón inmaculado nuestras personas, la Iglesia y la humanidad entera, de manera especial Rusia y Ucrania. Acoge este acto nuestro que realizamos con confianza y amor, haz que cese la guerra, provee al mundo de paz. El “sí” que brotó de tu Corazón abrió las puertas de la historia al Príncipe de la paz; confiamos que, por medio de tu Corazón, la paz llegará. A ti, pues, te consagramos el futuro de toda la familia humana, las necesidades y las aspiraciones de los pueblos, las angustias y las esperanzas del mundo.

 

Que a través de ti la divina Misericordia se derrame sobre la tierra, y el dulce latido de la paz vuelva a marcar nuestras jornadas. Mujer del sí, sobre la que descendió el Espíritu Santo, vuelve a traernos la armonía de Dios. Tú que eres “fuente viva de esperanza”, disipa la sequedad de nuestros corazones. Tú que has tejido la humanidad de Jesús, haz de nosotros constructores de comunión. Tú que has recorrido nuestros caminos, guíanos por sendas de paz. Amén.

Consagración de la humanidad al Inmaculado Corazón de María pidiendo por la paz en el mundo

por redaccion,

Queridos hermanos y hermanas.

 

El Papa Francisco consagrará la Humanidad y, de modo particular, Rusia y Ucrania al Inmaculado Corazón de María en favor de la paz el próximo viernes 25 de marzo, solemnidad de la Encarnación del Señor. Ha pedido al colegio de los obispos y a todos los fieles y comunidades que nos unamos a él en este acto de consagración. Con agradecimiento nos sumamos a esta invitación y pido a toda la archidiócesis de Burgos que secunde esta iniciativa del Santo Padre.

 

Por eso, os ruego que en las Eucaristías, la liturgia de las horas, los diversos ejercicios de piedad como el Rosario o el Viacrucis, y en la oración personal, familiar y comunitaria, recitéis la oración del Papa Francisco, en la que consagra la humanidad entera al Inmaculado Corazón de María, pidiendo por la paz en el mundo y de modo particular en Ucrania.

 

+ Mario Iceta Gavicagogeascoa

Arzobispo de Burgos

 

 

Del Papa Francisco…

 

«No se detiene, lamentablemente, la violenta agresión contra Ucrania, una masacre insensata en la que todos los días se repiten estragos y atrocidades. ¡No existe justificación para esto!

 

¡Todo esto es inhumano! Aún más, ¡es también sacrílego, porque va contra la sacralidad de la vida humana, sobre todo contra la vida humana indefensa, que ha de ser respetada y protegida, no eliminada, y que está por encima de cualquier estrategia! No lo olvidemos: ¡es una crueldad inhumana y sacrílega! Oremos en silencio por todos los que sufren.

 

Permanezcamos junto este pueblo, abracémoslo con afecto, con el compromiso concreto y con la oración. Y, por favor, ¡no nos acostumbremos a la guerra y a la violencia!

 

Invito a todas las comunidades y a todos los fieles a que se unan a mí el viernes 25 de marzo, solemnidad de la Anunciación, en un solemne Acto de consagración de la humanidad, especialmente de Rusia y Ucrania, al Corazón Inmaculado de María, para que ella, la Reina de la Paz, obtenga la paz para el mundo» (Francisco, Angelus 20-III-2022).

 

Oración de consagración de la Humanidad al Inmaculado Corazón de María
Viernes 25 marzo 2022

 

Oh María, Madre de Dios y Madre nuestra, nosotros, en esta hora de tribulación, recurrimos a ti. Tú eres nuestra Madre, nos amas y nos conoces, nada de lo que nos preocupa se te oculta. Madre de misericordia, muchas veces hemos experimentado tu ternura providente, tu presencia que nos devuelve la paz, porque tú siempre nos llevas a Jesús, Príncipe de la paz.

 

Nosotros hemos perdido la senda de la paz. Hemos olvidado la lección de las tragedias del siglo pasado, el sacrificio de millones de caídos en las guerras mundiales. Hemos desatendido los compromisos asumidos como Comunidad de Naciones y estamos traicionando los sueños de paz de los pueblos y las esperanzas de los jóvenes. Nos hemos enfermado de avidez, nos hemos encerrado en intereses nacionalistas, nos hemos dejado endurecer por la indiferencia y paralizar por el egoísmo. Hemos preferido ignorar a Dios, convivir con nuestras falsedades, alimentar la agresividad, suprimir vidas y acumular armas, olvidándonos de que somos custodios de nuestro prójimo y de nuestra casa común. Hemos destrozado con la guerra el jardín de la tierra, hemos herido con el pecado el corazón de nuestro Padre, que nos quiere hermanos y hermanas. Nos hemos vuelto indiferentes a todos y a todo, menos a nosotros mismos. Y con vergüenza decimos: perdónanos, Señor.

 

En la miseria del pecado, en nuestros cansancios y fragilidades, en el misterio de la iniquidad del mal y de la guerra, tú, Madre Santa, nos recuerdas que Dios no nos abandona, sino que continúa mirándonos con amor, deseoso de perdonarnos y levantarnos de nuevo. Es Él quien te ha entregado a nosotros y ha puesto en tu Corazón inmaculado un refugio para la Iglesia y para la humanidad. Por su bondad divina estás con nosotros, e incluso en las vicisitudes más adversas de la historia nos conduces con ternura.

 

Por eso recurrimos a ti, llamamos a la puerta de tu Corazón, nosotros, tus hijos queridos que no te cansas jamás de visitar e invitar a la conversión. En esta hora oscura, ven a socorrernos y consolarnos. Repite a cada uno de nosotros: “¿Acaso no estoy yo aquí, que soy tu Madre?”. Tú sabes cómo desatar los enredos de nuestro corazón y los nudos de nuestro tiempo. Ponemos nuestra confianza en ti. Estamos seguros de que tú, sobre todo en estos momentos de prueba, no desprecias nuestras súplicas y acudes en nuestro auxilio.

 

Así lo hiciste en Caná de Galilea, cuando apresuraste la hora de la intervención de Jesús e introdujiste su primer signo en el mundo. Cuando la fiesta se había convertido en tristeza le dijiste: «No tienen vino» (Jn 2,3). Repíteselo otra vez a Dios, oh Madre, porque hoy hemos terminado el vino de la esperanza, se ha desvanecido la alegría, se ha aguado la fraternidad. Hemos perdido la humanidad, hemos estropeado la paz. Nos hemos vuelto capaces de todo tipo de violencia y destrucción. Necesitamos urgentemente tu ayuda materna.

 

Acoge, oh Madre, nuestra súplica.

 

Tú, estrella del mar, no nos dejes naufragar en la tormenta de la guerra.

 

Tú, arca de la nueva alianza, inspira proyectos y caminos de reconciliación.

 

Tú, “tierra del Cielo”, vuelve a traer la armonía de Dios al mundo.

 

Extingue el odio, aplaca la venganza, enséñanos a perdonar.

 

Líbranos de la guerra, preserva al mundo de la amenaza nuclear.

 

Reina del Rosario, despierta en nosotros la necesidad de orar y de amar.

 

Reina de la familia humana, muestra a los pueblos la senda de la fraternidad.

 

Reina de la paz, obtén para el mundo la paz.

 

Que tu llanto, oh Madre, conmueva nuestros corazones endurecidos. Que las lágrimas que has derramado por nosotros hagan florecer este valle que nuestro odio ha secado. Y mientras el ruido de las armas no enmudece, que tu oración nos disponga a la paz. Que tus manos maternas acaricien a los que sufren y huyen bajo el peso de las bombas. Que tu abrazo materno consuele a los que se ven obligados a dejar sus hogares y su país. Que tu Corazón afligido nos mueva a la compasión, nos impulse a abrir puertas y a hacernos cargo de la humanidad herida y descartada.

 

Santa Madre de Dios, mientras estabas al pie de la cruz, Jesús, viendo al discípulo junto a ti, te dijo: «Ahí tienes a tu hijo» (Jn 19,26), y así nos encomendó a ti. Después dijo al discípulo, a cada uno de nosotros: «Ahí tienes a tu madre» (v. 27). Madre, queremos acogerte ahora en nuestra vida y en nuestra historia. En esta hora la humanidad, agotada y abrumada, está contigo al pie de la cruz. Y necesita encomendarse a ti, consagrarse a Cristo a través de ti. El pueblo ucraniano y el pueblo ruso, que te veneran con amor, recurren a ti, mientras tu Corazón palpita por ellos y por todos los pueblos diezmados a causa de la guerra, el hambre, las injusticias y la miseria.

 

Por eso, Madre de Dios y nuestra, nosotros solemnemente encomendamos y consagramos a tu Corazón inmaculado nuestras personas, la Iglesia y la humanidad entera, de manera especial Rusia y Ucrania. Acoge este acto nuestro que realizamos con confianza y amor, haz que cese la guerra, provee al mundo de paz. El “sí” que brotó de tu Corazón abrió las puertas de la historia al Príncipe de la paz; confiamos que, por medio de tu Corazón, la paz llegará. A ti, pues, te consagramos el futuro de toda la familia humana, las necesidades y las aspiraciones de los pueblos, las angustias y las esperanzas del mundo.

 

Que a través de ti la divina Misericordia se derrame sobre la tierra, y el dulce latido de la paz vuelva a marcar nuestras jornadas. Mujer del sí, sobre la que descendió el Espíritu Santo, vuelve a traernos la armonía de Dios. Tú que eres “fuente viva de esperanza”, disipa la sequedad de nuestros corazones. Tú que has tejido la humanidad de Jesús, haz de nosotros constructores de comunión. Tú que has recorrido nuestros caminos, guíanos por sendas de paz. Amén.

Encuentro entre los grupos de iniciación a la Acción Católica General

por redaccion,

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El pasado sábado, la parroquia de la Real y Antigua de Gamonal acogió un encuentro de grupos parroquiales de iniciación a la Acción Católica General. Con la pandemia de por medio, era la primera vez que se realizaba este encuentro desde que hace cuatro años comenzaron a surgir estos grupos, que ya suman un total de seis en diferentes parroquias de la archidiócesis.

 

El acto pretendió poner en relación a estos nuevos grupos sin olvidar la parte formativa, en la que se reflexionó sobre la vocación laical y que «muchos bautizados aún no han descubierto», según explican los promotores de este encuentro.

 

A lo largo de la mañana, varias personas expusieron su testimonio y cómo entienden su vocación laical. «Fuimos descubriendo cómo Dios nos llama a vivir nuestra vocación laical en nuestra vida ordinaria de cada día, siendo contemplativos en la acción. Una vocación que nos lleva a transformar la realidad en la que vivimos con nuestros compromisos en los diferentes ambientes en los que estamos presentes y que nos hace ser corresponsables en la parroquia y en la Iglesia», explicaron en sus intervenciones.

 

Para poder vivir la vocación desde estas claves, Acción Católica General pone en marcha distintos instrumentos, como el proyecto personal de vida cristiana, la revisión de vida, las campañas y el equipo de vida; herramientas que también quedaron explicadas en el encuentro. Además de esto, se señaló que también es fundamental la alegría, «algo que no puede faltar a la hora de vivir esta vocación y dar testimonio del amor de Dios».

 

La valoración que hacen los organizadores del encuentro es «muy positiva». «Fue una bonita mañana de San. José, patrono de la Acción Católica, de la que nos llevamos alegría, ilusión, esperanza, aprendizaje y camino común».

Escolares visitan la Catedral con motivo del Año Santo

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También los colegios acuden a la Catedral con motivo del Año Jubilar. Recientemente, los cuatro niveles de secundaria del Colegio Círculo peregrinaron hasta la Seo, tras haber preparado en el aula una oración dirigida a Santa María la Mayor.

 

Recibidos por miembros del Cabildo en la plaza de Santa María, conocieron el significado catequético de la fachada principal y el sentido de la Puerta Santa, que cruzaron para ingresar en el templo. Atentos al mensaje de renovación del Jubileo, visionaron la proyección del vídeo explicativo del año Santo. Tras los ritos jubilares, presentaron a Santa María la Mayor las flores realizadas en el colegio. Con la profesión de fe y la oración por el Papa, terminaron la visita, que se completará con el sacramento de la confesión, ya en el colegio, como una de las acciones pastorales de este tiempo de Cuaresma.

 

Jesús María

 

Junto al Círculo, sus vecinos más próximos, el Colegio Jesús María, también peregrinó hasta la Catedral la semana pasada en la que fue la primera salida de todo el centro educativo desde que comenzara la pandemia. Portando las banderas del colegio y después de pasar por la Puerta Santa, se dirigieron a la capilla de Santa Tecla, donde renovaron las promesas del bautismo haciendo la profesión de fe y rezando la oración del Jubileo.

 

Todos los niveles, desde los dos hasta los dieciséis años, visitaron el templo en turnos de 45 minutos con explicaciones catequéticas del edificio adaptadas a su edad. De esta manera, los más pequeños manifestaron gestos de cariño a la Santa María la Mayor y a Jesús en la Cruz, mientras los mayores comprendieron el sentido teológico de las diferentes manifestaciones del arte en el interior y el exterior del templo.

San Pedro y San Felices, premio Escuelas Católicas Castilla y León

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colegio san pedro y san felices burgos

 

Escuelas Católicas Castilla y León entregará el próximo 30 de marzo en Valladolid los premios con los que reconoce la labor educativa, pedagógica o de respaldo a los derechos de niños y jóvenes de distintos organismos de la Región. Así, el colegio diocesano San Pedro y San Felices será distinguido en su 50 aniversario por «mantener su identidad de cole de barrio y evolucionar hacia una educación actual y cercana a la sociedad, con un equipo de gran profesionalidad, capaz de encontrar respuestas educativas y de una evolución constante».

 

Además, también premian al profesor Nacho Díez Iglesia, docente en el colegio Niño Jesús de Burgos, a quien se reconoce «su trabajo de coordinación y su proyecto musical que se desarrolla de forma continuada cada curso escolar». «Por su esfuerzo, dedicación y empeño que hacen que su tarea educativa sea un ejemplo para sus compañeros; por su pasión contagiosa por la música y por su brillante trabajo educativo, referente para todos», destaca el fallo del jurado.

 

Junto a estos premios relacionados con Burgos, Escuelas Católicas Castilla y León también ha reconocido a la fundación ANAR por su labor en la defensa de los derechos de los niños en situación de riesgo. También se premia a los colegios Sagrado Corazón Jesuitinas (Salamanca) y San Vicente de Paúl (Benavente), así como a los docentes Alfonso Rodríguez Pelayo (Centro FP Juan XXIII, Ávila) y Asunción Rodríguez Sanz (Colegio Amor de Dios, Toro, Zamora).

 

Los premios Escuelas Católicas Castilla y León tienen el objetivo de reconocer la labor de profesores, centros, instituciones o personas en la promoción de la educación y de los valores que representan a Escuelas Católicas. Este galardón recompensa los esfuerzos excepcionales desplegados en favor de una educación de calidad para todos, en la que los valores de Escuelas Católicas se vean reflejados.