«Con nuestro testimonio queremos transmitir que seguir a Cristo vale la pena»

Conocemos a las Servidoras del Señor y la Virgen de Matará, la última comunidad religiosa en llegar a Burgos.

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Su peculiar hábito azul y su inagotable sonrisa recalaron en la Catedral el pasado 5 de abril, después de que el arzobispo, don Mario Iceta, decretara en noviembre que pudieran erigir una nueva casa en Burgos, a la que han llamado «Santa María la Mayor». Las Servidoras del Señor y la Virgen de Matará –la rama femenina del Instituto del Verbo Encarnado presente en 45 países– extiende de esta manera su apostolado a Castilla y León (esta es su primera comunidad en la región) y con el encargo de atender el culto en el primer templo de la archidiócesis. 

 

«Cada comunidad es una misión», explica María Lirio Angelical Muñoz, al frente de la comunidad de Burgos, compuesta por otras dos hermanas, la argentina María Madre dei Fedeli y la madrileña María Fons Signatus. Su misión se hace real «no solo en lugares de mayor pobreza material, sino también en los países europeos o aquellos del primer mundo donde hay necesidad de una fuerte re-evangelización para combatir la pobreza moral, la corrupción y todo lo que hace olvidar al hombre el verdadero fin de su existencia, que es conocer, amar y servir a Dios y así salvar su propia alma», explica.

 

Evangelización

 

De esta manera, el carisma de las Servidoras del Señor se resume en «evangelizar las culturas» siendo «especialmente misioneros y marianos», explica María Lirio Angelical, también argentina, de 31 años y perteneciente al instituto desde hace 12. Ingresó en el convento después de haber estudiado un año de Derecho y quién sabe si impulsada por el testimonio de su hermana y su prima, pertenecientes a la misma congregación, aunque en su rama contemplativa. «Podemos elegir consagrarnos a Dios en comunidades contemplativas o apostólicas. Somos religiosos que profesamos votos de castidad, pobreza y obediencia y un cuarto voto de esclavitud a María», desgrana la religiosa.

 

En el instituto, Lirio ha pasado ya por varias misiones en Argentina, Italia y Navarra, donde colaboraba en un colegio diocesano. «Nuestro apostolado es muy amplio», comenta, pues se especifica en el estudio y en la enseñanza en universidades y colegios, a través de publicaciones y de presencia en medios de comunicación, en la catequesis y oratorios, por medio de la realización de misiones populares y ejercicios espirituales; en la formación cristiana de niños y jóvenes y en las obras de caridad con los más necesitados, como niños abandonados, personas con discapacidad, enfermos o ancianos. «En Burgos se nos ha encomendado la sacristía y la pastoral de la Catedral», aunque de cara al futuro se abren a los planes que Dios les ponga por delante. 

 

«Hemos sido muy bien acogidas y estamos muy contentas de poder servir al instituto y a nuestra madre Iglesia en esta diócesis, y sobre todo de haber podido llegar en el octavo centenario de la Catedral», revela. «Hemos llegado en los últimos meses de este Año Jubilar y consideramos de gran importancia poder ayudar con nuestra presencia no solo en la sacristía, sino, sobre todo, con tanta gente que entra a la Catedral, ya sean fieles, turistas o peregrinos», cuenta la religiosa. «El Jubileo nos ofrece una ocasión privilegiada para celebrar y dar gracias, para acercarnos más a Dios, a su palabra, a su corazón, redescubrir y contemplar que Dios es misericordia. De ahí la gran importancia de invitar a la gente a visitar el Santísimo expuesto cada tarde en la capilla del Santo Cristo, a las celebraciones de la santa misa y especialmente al sacramento de la confesión. Con nuestro testimonio queremos transmitir que seguir a Cristo vale la pena y que eso debe ser el anhelo de todo hombre».

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