HOAC denuncia el fallecimiento de tres trabajadores

por redaccion,

siniestralidad laboral

 

La plaza de Mío Cid volverá a ser escenario el próximo jueves 29 de septiembre de una nueva concentración de la HOAC, denunciando esta vez el fallecimiento de tres trabajadores en accidente laboral. El acto se enmarca dentro de su campaña «Iglesia por el trabajo decente» y, además de solidarizarse con los trabajadores que han sufrido accidentes laborales y sus familias, busca llamar la atención de instituciones públicas, empresas y sociedad en general sobre la gravedad de estos sucesos y su necesaria erradicación.

 

En la concentración, que tendrá lugar a las 20:30 horas junto al Teatro Principal, se tendrá un especial recuerdo de Jesús Úzquiza, un albañil de 60 años y vecino de Tosantos, que murió el pasado verano al caer desde el tejado que estaba reparando en Villambistia. También se recordará a dos transportistas: uno de 43 años, natural de Cantabria, que perdió la vida en una colisión frontal entre dos camiones el 15 de julio, a la altura de Úrbel del Castillo, y J.J.L.A., de 57 años y natural de la localidad soriana de Navaleno, fallecido al salirse de la vía cerca de Regumiel de la Sierra.

 

Desde la Hermandad Obrera de Acción Católica reafirman su «compromiso en la lucha por unas condiciones de trabajo dignas y por la defensa de la salud laboral», porque, denuncian, «nadie, absolutamente nadie, debería perder la vida por trabajar». Con su campaña quieren alertar de la falta de control en las medidas de seguridad, la escasa formación, el empleo precario, la subcontratación o la economía sumergida como principales causas de la siniestralidad laboral. Para revertir la situación, abogan por mejores condiciones laborales, una implicación más activa de las instituciones para controlar el cumplimiento de la ley y mayor conciencia y sensibilidad social y empresarial.

Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado

por redaccion,

 

Queridos hermanos y hermanas:

 

«Los dramas de la historia nos recuerdan cuán lejos estamos todavía de alcanzar nuestra meta, la Nueva Jerusalén, “morada de Dios entre los hombres” (Ap 21, 3)». Con estas palabras, el Papa Francisco compendia –en voz baja y con el alma esperanzada, convencido de que está cerca la construcción de un futuro más acorde con el plan de Dios– el día que celebramos hoy: la Jornada del Migrante y del Refugiado.

 

El lema, elegido por el Santo Padre, se centra en Construir el futuro con los migrantes y los refugiados. En este sentido, perpetúa que solo es posible tener un horizonte si se camina de la mano de los más vulnerables.

 

Ciertamente, cuando hablamos de seres humanos y de dignidad, no podemos esperar a mañana, porque el futuro empieza hoy. Y si ponemos el corazón en seguridades cimentadas y presentes, la Palabra nos recuerda –una y otra vez– el destino pasajero de lo que somos, pues «aquí no tenemos ciudad permanente, sino que andamos en busca de la futura» (Heb 13, 14).

 

Los obispos de la Subcomisión Episcopal para las Migraciones y Movilidad Humana de la Conferencia Episcopal Española, en su mensaje para esta 108a Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, comienzan afirmando que a pesar de las oscuridades y las malas noticias que nos invaden, «la fe nos dice que hay esperanza» y que «tenemos un futuro que tiene el don de comenzar a realizarse ya en nuestro presente». Aferrados a esta firme convicción, en un mundo globalizado y regado con los flujos migratorios, la Iglesia, en cada lugar, «se pone al servicio del Reino de Dios, sabiendo que nuestra tarea no es pesimista ni alienante, pues es Cristo mismo quien actúa».

 

No podemos esperar, por tanto, a construir un futuro sobre posibles mañanas. Porque, como nos enseña cada día la historia, mañana puede ser tarde. Construir un futuro para todos es una tarea apremiante, «siempre que comencemos aprendiendo a leer y desvelar el paso de Dios por la historia del presente», como recuerdan los obispos en su misiva. Hoy, «cuando se pone en cuestión el derecho a huir de guerras, hambrunas, de construir una vida familiar en entornos seguros, de buscar una vida digna», afirman que es tiempo de atreverse a mirar el futuro de las migraciones «con los ojos de Dios».

 

Una tarea principal es construir un futuro fraterno, en armonía, donde todos quepamos y vivamos en paz. Porque el Evangelio se hace carne en cada uno de estos rostros migrantes y refugiados, y la Iglesia está llamada a ser siempre «la casa abierta del Padre» (Evangelii gaudium, 47). Uno de los signos concretos de esa apertura es, según el Santo Padre, «tener templos con las puertas abiertas en todas partes». De ese modo, «si alguien quiere seguir una moción del Espíritu y se acerca buscando a Dios, no se encontrará con la frialdad de unas puertas cerradas».

 

Lo mismo hemos de llevar a cabo con nuestros hermanos migrantes y refugiados que se acercan a nuestras vidas, con una mirada profunda y contemplativa, acogiendo la invitación que nos hace la propia Iglesia de acogerles, protegerles, promoverles e integrarles. Su presencia en nuestras vidas «representa un enorme reto y una oportunidad de crecimiento cultural y espiritual», tal y como confiesa el Papa en su mensaje para esta jornada. Gracias a ellos, reconoce, «tenemos la oportunidad de conocer mejor el mundo y la belleza de su diversidad». Con ellos, como nos ha enseñado –con sus gestos y sus acciones– el Santo Padre, maduramos en humanidad «hacia un nosotros cada vez más grande».

 

Le pedimos a la Virgen María que, cuando nos cueste encarnar la mirada de Jesús de Nazaret en cada uno de estos hermanos nuestros, Ella nos ayude a caer del lado de Dios, de Su misericordia, de Su compasión. Y cuando pensemos que no somos capaces, recordemos las palabras que el Señor puso en el corazón de san Pablo: «Te basta mi gracia, porque mi fuerza se manifiesta en la debilidad» (2 Co 12,9). Solo así, abrazados a los habitantes más necesitados de las periferias existenciales, podremos construir un futuro inundado de fe, esperanza y caridad; siendo discípulos del Amor y anunciando la alegría del Evangelio, esa que nada ni nadie podrá arrebatarnos jamás (cf. Jn 16, 22).

 

Con gran afecto, pido a Dios que os bendiga

 

+ Mario Iceta Gavicagogeascoa

Arzobispo de Burgos

La Catedral acogerá de nuevo la lectura ininterrumpida de la Biblia durante 24 horas

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Mario Iceta Palabra de Dios

El arzobispo, leyendo unos fragmentos del Apocalipsis el año pasado.

 

Desde las 10:00 horas del viernes 30 de septiembre a la misma hora del sábado 1 de octubre, 144 voluntarios leerán de forma continuada la Biblia, en la segunda edición de este evento, realizado por primera vez el año pasado en el marco del VIII Centenario de la Catedral. Ante el éxito de la primera convocatoria, la Facultad de Teología, la delegación de la Pastoral Universitaria y Cultura y el Cabildo de la Catedral, organizadores del acto, han decidido repetir el acto, que se desarrollará en el marco de la fiesta de San Jerónimo, a quien se debe la traducción de la Biblia al latín y cuyo texto fue el que la Iglesia asumió como canónico en el concilio de Trento.

 

En esta ocasión, se pretende ampliar el número de lectores (el año pasado fueron 110) y que estos procedan no solo de grupos y parroquias de la ciudad, sino incluso de la provincia, que leerán diversos fragmentos del texto sagrado durante aproximadamente diez minutos cada uno. Como sucede en otros rincones del país con la lectura continuada de El Quijote y otras obras literarias, parece que la lectura de la Biblia puede convertirse en un acto reiterativo en el calendario diocesano burgalés. La iniciativa surgió hace un año como resultado de la colaboración de dos profesores y seis alumnos de dos instituciones universitarias de Burgos: la Facultad de Educación de la UBU y la Facultad de Teología.

 

Como ocurriera durante la primera edición, se ha realizado una selección de textos de la Biblia, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento. Dentro del programa, el equipo organizador desea que los responsables de cada delegación diocesana de pastoral puedan estar presentes y realizar una breve lectura en el acto inaugural, que tendrá lugar el día 30 de septiembre, viernes, a las 10:00h, en la capilla del Santo Cristo de la Catedral. El acto también podrá seguirse en directo a través del canal de YouTube de la archidiócesis de Burgos.

 

Los lectores interesados en participar en el evento, deberán formalizar su inscripción a través de este formulario.