Barrios de Colina recupera su iglesia

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Hacía unas tres décadas que la antigua iglesia de San Martín de Barrios de Colina no acogía una celebración litúrgica. El deterioro del templo hizo a los feligreses buscar en el Ayuntamiento un nuevo emplazamiento para celebrar sus ritos. Ayer miércoles, coincidiendo con la fiesta de la Virgen del Pilar, patrona de la localidad, los vecinos volvieron a celebrar la eucaristía en su iglesia.

 

Gracias a una colaboración mutua entre la propia parroquia, el Arzobispado, la Junta de Castilla y León y la Diputación provincial, parte de la iglesia ha sido recuperada. También se ha habilitado una pequeña sacristía. El ábside está aún pendiente de arreglo, en un espacio que se ha cedido al Ayuntamiento para realizar actividades culturales.

 

El acto contó con la participación de numerosas personas, contentas de poder recuperar, en parte, su iglesia. Salieron de procesión desde el Ayuntamiento, donde se habilitó una pequeña capilla para celebra la eucaristía los últimos años, y llegaron al templo, donde se bendijo de nuevo el altar y la pila bautismal, de origen gótico. El vicario para el clero, Miguel Ángel Díez, fue el encargado de presidir la eucaristía.

 

Para el párroco de la localidad, Antonio Martínez Serrano, volver a la iglesia ha sido todo un acontecimiento en la localidad, de apenas 51 habitantes y de la que dependen también San Juan de Ortega e Hiniestra. «Todo el pueblo que se alegraba por tener al fin un lugar donde celebrar la fe», explica mientras recuerda que apenas han tenido espacio amplio para celebrar funerales y otros festejos.

El Monasterio de Santa María de Rioseco protagoniza un encuentro de excelencia en la recuperación del patrimonio

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Encuentro Rioseco
 

El rector de la Universidad de Burgos, Manuel Pérez Mateos, inauguró ayer en el Aula Romeros del Hospital del Rey un encuentro de excelencia en el patrimonio en el que estuvieron representadas la Fundación Monasterio Santa María de Rioseco, Hispania Nostra y la Fundación Banco de Santander y cuya conferencia marco, «Diez años de buenas prácticas», corrió a cargo de la directora de Hispania Nostra, Bárbara Cordero Bellas.

 

Durante la jornada se celebró una mesa redonda en la que René J. Payo, catedrático de la UBU, Fernando Tejerina, ex rector de la Universidad de Valladolid, Francisco Rodríguez de Partearroyo, arquitecto, y Francisco Javier García-Gallardo, jefe de Servicio de Arquitectura y Jardines de Patrimonio Nacional, conversaron sobre la rehabilitación del Hospital del Rey para convertirse en sede de la Universidad, una actuación que mereció el Premio Europa Nostra 1992.

 

«Caminos de Sefarad», Premio Hispania Nostra a la señalización y difusión del patrimonio cultural y natural, fue el tema de debate de la siguiente mesa redonda, moderada por el periodista Rodrigo Pérez Barredo, y en la que intervinieron Alejandra Abulafia, autora del libro Ciudades de Sefarad, y la arqueóloga de la Fundación Atapuerca Ana Isabel Ortega. Carmen Sánchez Gómez, arquitecta y presidenta de la Sociedad Histórico-Arqueológica Martí i Bella, Miguel Ángel María Ballester, consejero de Cultura del Consejo Insular de Menorca, y Roberto Lozano, de la Fundación Oxígeno, Premio Nacional de Medioambiente 2022, fueron los encargados de debatir sobre energías renovables en la mesa redonda «Preservar el paisaje, generar energía, el modelo de Punta Nati», un proyecto que recibió el Premio Hispania Nostra 2022 a la intervención en el territorio y en el paisaje.

 

En el programa de hoy cobra protagonismo el voluntariado. La Fundación Monasterio de Santa María de Rioseco ha sido premiada por la recuperación del monasterio cisterciense mediante la implicación de voluntarios y vecinos y de ello se ha hablado en la mesa redonda que se ha celebrado esta mañana y que ha reunido a Teresa Merello de Miguel, responsable de comunicación y micromecenazgo de Hispania Nostra como moderadora, y Juan Miguel Gutiérrez Pulgar, presidente del Patronato de la Fundación Rioseco, Esther López Sobrado, doctora en Arte y vicepresidenta de la Fundación, Félix Escribano, arquitecto rehabilitador de Rioseco, y Roberto Saiz Alonso, delegado territorial de la Junta en Burgos.

Mons. Martínez Varea, nuevo presidente de la Fundación Las Edades del Hombre

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Martínez Varea Edades del Hombre

 

La sede de Las Edades del Hombre acogió la reunión de patronato extraordinario de la Fundación celebrado este lunes 10 de octubre con el objetivo de llevar a cabo la elección de los cargos de presidente y vicepresidente de la institución. A la reunión asistió también el arzobispo de Burgos, don Mario Iceta. La votación de los obispos ha designado a don Abilio Martínez Varea, obispo de la diócesis de Osma-Soria, como presidente para los próximos tres años. Por su parte, el arzobispo de Valladolid, don Luis Argüello ejercerá como vicepresidente de la Fundación. Don Mario Iceta se responsabilizará de las secciones de liturgia, laicado, familia y vida.

 

Hasta el pasado 1 de octubre, el puesto de presidente estaba ostentado por el entonces obispo de Ávila, don José María Gil Tamayo, actualmente arzobispo coadjutor de la archidiócesis de Granada y que había accedido al mismo en enero de 2019.

 

Las Edades del Hombre, 1988-2022

 

El Patronato de la Fundación Las Edades del Hombre está formado por los arzobispos y los obispos de las once diócesis católicas de Castilla y León: Burgos, Valladolid, Astorga, Ávila, Ciudad Rodrigo, León, Osma-Soria, Palencia, Salamanca, Segovia y Zamora. Por su parte, José Enrique Martín Lozano es el secretario general dentro del organigrama ejecutivo.

 

En estos momentos se está desarrollando en la catedral de Plasencia la XXVI edición bajo el título ‘Transitus’. Desde la primera, celebrada en el año 1988 en la catedral de Valladolid hasta la actualidad, doce millones de personas han visitado las exposiciones, erigiendo a Las Edades del Hombre en el proyecto cultural más importante de Castilla y León  y uno de los más destacados del país.

Vivamos las Témporas de acción de gracias, petición y perdón

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Queridos hermanos y hermanas:

 

Esta semana hemos celebrado las Témporas de acción de gracias, petición y perdón que la comunidad cristiana ofrece a Dios, una vez terminadas las vacaciones y la recolección de las cosechas.

 

El día de las Témporas, que nació en Roma y se difundió con la liturgia romana, es una ocasión propicia y muy especial para realizar una oración comunitaria, familiar y fraterna, teniendo presente la manera en que Cristo asume el trabajo humano como un ofrecimiento amoroso al Padre. Porque la manera de cuidar aquello que Dios nos regala es el resultado del amor que nosotros le profesamos. Y así hemos de cuidar la Casa común, solo si dejamos que Dios roce con sus propias manos nuestra alma.

 

Por medio de esta oración, el Pueblo de Dios agradece los frutos espirituales y humanos recibidos en este tiempo de petición y de acción de gracias. Un gesto en clave de agradecimiento por los frutos de la tierra y por su incansable bendición sobre el trabajo que los hombres y las mujeres del mundo llevan a cabo, en todos y cada uno de los rincones donde, con su buen hacer, plantan la semilla del Evangelio.

 

El antiguo Misal de san Pío V nos recuerda que las Témporas eran una herencia del cómo se vivía el quehacer cotidiano en el mundo rural. En este sentido, el Papa emérito Benedicto XVI aseguraba que, según la tradición de la Iglesia, las Témporas «representan una tradición peculiar de la Iglesia de Roma: sus raíces se encuentran, por una parte, en el Antiguo Testamento – donde, por ejemplo, el profeta Zacarías habla de cuatro tiempos de ayuno a lo largo del año–, y por otra, en la tradición de la Roma pagana, cuyas fiestas de la siembra y de la recolección han dejado su huella en estos días» (J. Ratzinger, 15-III-2014).

 

Aferrados a este recuerdo, que conmemora la importancia de cada cosecha, de cada fruto o de cada esfuerzo en pos de un mundo mejor y más justo, al celebrar estos días «recibimos el año de manos del Señor», insiste el Papa emérito. De esta forma, «confiamos a su bondad siembras y cosechas, dándole gracias por el fruto de la tierra y de nuestro trabajo».

 

San Pablo aseguraba que «la creación en anhelante espera aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios» (Rom 8, 19). Y, por medio de esta celebración de acción de gracias, queda reflejado tal deseo. Pero no sin nuestra plegaria, nuestro esfuerzo y nuestro compromiso de cada día, en cada témpora y en cada lugar.

 

E igual que cada cosecha es un momento propicio para agradecer los frutos recolectados, lo mismo hemos de hacer con las gracias que Dios nos da. Y porque la gratitud es la expresión más noble de un sentimiento humano, aquel que no sabe ser agradecido será eternamente pobre. Y nosotros, por ser hijos de Dios, ya tenemos en nuestras manos la más grande de las ofrendas: «Todo es vuestro; pero vosotros sois de Cristo, y Cristo, de Dios» (1 Cor 3, 22-23).

 

Estos días, como el pueblo israelita en el Antiguo Testamento cuando le pedía a Yahvé su protección, vivamos de manera especial la petición, el perdón y la acción de gracias. Sin olvidar la justicia social y la dignidad del trabajo humano como centro de cualquier tarea.

 

La vida de Jesús era una continua acción de gracias al Padre. Y tal como Él nos enseñó, nosotros debemos humildemente pedir para que se nos dé, buscar para encontrar y llamar para que se nos abra (cf. Mt 7, 7-12).

 

Ponemos en las manos de la Virgen María este tiempo de petición, de perdón y de acción de gracias, por los frutos espirituales y humanos recibidos, porque nunca es suficiente ante tanto amor desmedido. Seamos, a tiempo y a destiempo, colaboradores de la obra creadora de Dios (cf. Gn 1, 28), sabiendo que Él –como Padre que no abandona a ninguno de sus hijos– nos otorga su favor, su misericordia y su amor.

 

Con gran afecto, pido a Dios que os bendiga

 

+ Mario Iceta Gavicagogeascoa

Arzobispo de Burgos

«Hay que ponerse en marcha. Ahora comienza la aventura de la Asamblea»

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Concluida la Asamblea Diocesana y aprobado su documento final, toca ahora poner en práctica sus conclusiones. Las propuestas elaboradas deberán marcar el pulso de la archidiócesis a través de un plan de acción que deberá elaborar, dinamizar y evaluar –«sin prisa pero sin pausa»– el Consejo Diocesano de Pastoral. «No era conveniente crear un organismo más. Este Consejo tiene que dinamizar la Asamblea con las reuniones que haga falta», ha dicho el arzobispo a los miembros de este consejo, reunidos esta mañana en el Seminario. «La Asamblea no es un punto final, sino el punto de inicio y tendremos que arbitrar cómo este consejo dinamizará y evaluará la Asamblea», ha subrayado don Mario Iceta. «Tenemos trabajo para años pero hay que ponerse en marcha porque la aventura comienza ahora».

 

Algunas de las prioridades del documento final de la Asamblea Diocesana han sido abordadas por este consejo consultivo en su primera reunión del curso. Representantes de todos los ámbitos pastorales de la Iglesia en Burgos han reflexionado sobre el modo de mantener «periódicamente» encuentros de carácter sinodal (números 145 y 152 del Documento Final). Al hilo de los encuentros de carácter diocesano que ya se organizan, los miembros han expresado sus opiniones sobre el modo de involucrar a todos los sectores y territorios, las fechas concretas para su mejor desarrollo y cómo lograr que estos eventos sean verdaderamente «sinodales».

 

El orden del día también ha contado con una reflexión, más extensa, en torno al modo de organizar y reestructurar los organismos y delegaciones diocesanas (números 175 y 176 del Documento Final). En el debate se han puesto sobre la mesa criterios, modos de crear equipos y formas de trabajar de forma conjunta entre todos los organismos y la manera de servir adecuadamente a las parroquias y comunidades.

 

Además de la presentación del nuevo vicario territorial y sus funciones, en la reunión también se ha informado sobre la fase continental del Sínodo mundial, el calendario de las próximas reuniones del consejo y una valoración de la última jornada diocesana de formación.