Los nuevos vicarios toman posesión de sus cargos
El renovado consejo episcopal ha mantenido esta mañana la primera de sus reuniones de trabajo. Tras el cese de Jesús Castilla, ha tomado el relevo al frente de la vicaría del clero el sacerdote Miguel Ángel Díez Villalmanzo (1965), mientras que Julio Andrés Alonso Mediavilla (1966) ha asumido la nueva vicaría territorial. Tras hacer profesión de fe y jurar el cargo ante el arzobispo, don Mario Iceta, ambos se han sumado al equipo de sacerdotes que asesora directamente al pastor de la archidiócesis, junto al vicario general, Carlos Izquierdo, el vicario de pastoral, José Luis Lastra, y el canciller secretario, Fernando Arce.
El vicario episcopal territorial se responsabilizará de la acción evangelizadora en los arciprestazgos, unidades pastorales y parroquias, así como de la necesaria remodelación de sus respectivos equipos pastorales y estructuras con vistas a la evangelización. Por su parte, el vicario del clero velará por la atención personal y formación de los 410 sacerdotes y diáconos permanentes con que cuenta la archidiócesis. Ambos asumirán esta responsabilidad durante los próximos cinco años.
Los dos dicen aceptar su nueva misión con «ilusión» y «entrega». Quieren «estar cerca» del arzobispo, de los demás miembros del equipo de gobierno y de las personas a las que atenderán directamente. De modo especial, «de los sacerdotes enfermos, los que están atareados con muchos pueblos o encomiendas o los que sufren cualquier tipo de dificultad», en el caso de Miguel Ángel, y de «agentes de pastoral, de arciprestazgos y equipos evangelizadores y de todas las personas que me necesiten» en el caso de Julio Andrés.
El arzobispo ha recordado que el nombramiento de los nuevos vicarios responde a necesidades sociológicas y eclesiales y son fruto de una terna de nombres que solicitó a los sacerdotes y demás órganos consultivos de la archidiócesis. Ha asegurado que «las personas son más importantes que las estructuras» y afirma que el nuevo consejo episcopal «tiene valía y creatividad suficientes para contagiar ilusión e impulsar la pastoral» en la archidiócesis.