Alrededor de 35 catequistas del Arciprestazgo de Gamonal compartieron ayer sábado una jornada de formación bajo el título “Finalidad y tareas de la catequesis”. Siguiendo el Directorio General de la Catequesis, Manolo Madrigal, párroco de San Fernando fue el encargado de iniciar la jornada con la lectura de la Palabra de Dios.
La primera ponencia llevó por título “La catequesis en la misión evangelizadora de la Iglesia”, siguiendo los números 75 al 89 del Directorio. Las 5W de la catequesis llevaron a la conclusión de que el fin de la catequesis no es otro que poner al catequizando en comunión íntima con Jesucristo. La catequesis está orientada a formar personas que conozcan cada vez más a Jesucristo y su evangelio de salvación. Que vivan un encuentro profundo con Él, y que elijan su estilo de vida y sus mismos sentimientos.
En un segundo momento se diseñaron las cinco tareas de la catequesis: conducir al conocimiento de la fe, iniciar en la celebración del Misterio, formar para la vida en Cristo, enseñar a orar y por último, introducir en la vida comunitaria. Cada una de ellas dio pie a un intenso trabajo en grupos que permitió diseñar algunas líneas futuras de acción.
Una formación densa e interesante que lleva a profundizar sobre estos aspectos de la catequesis. El estudio del Directorio General será de gran ayuda para todos. El encuentro concluyó con esta canción que invita a seguir con un horizonte claro y comprometido: “Si tú vives conmigo, yo viviré en ti;si te vas de mí, nada haré por ti, al vivir en mí, yo seré de ti”.
Esta semana celebramos la fiesta de la Inmaculada Concepción de María: dogma de fe –proclamado por el Papa Pío IX el 8 de diciembre de 1854, en su bula Ineffabilis Deus– que expresa que por una gracia especial de Dios, Ella fue preservada de todo pecado desde su concepción.
La «llena de gracia» (Lc 1, 28) desde que comienza la vida humana, ve revestido su rostro sin mácula, sin pecado que mancille su mirada bienaventurada. Por eso la Madre del Salvador nace límpida, enfundada de una gracia singular, «dotada por Dios con dones a la medida de una misión tan importante» (n. 490, Catecismo de la Iglesia Católica) por el privilegio que Dios decide conceder a la Virgen María.
La Madre de Aquel en quien «reside toda la plenitud de la divinidad corporalmente» (Col 2, 9) está libre del pecado porque, en palabras del Papa emérito Benedicto XVI, es «toda de Dios», está «totalmente expropiada para Él» (Ángelus, 8 de diciembre de 2012). En María, sostiene el Pontífice, «está plenamente viva y operante esa relación con Dios que el pecado rompe»; en Ella «no existe oposición alguna entre Dios y su ser: existe plena comunión, pleno acuerdo».
Ese «sí» recíproco, de Dios a Ella y de Ella a Dios, nos recuerda que solo el amor inmaculado puede colmar todos los vacíos de un mundo que, cada vez, vive más necesitado de pureza, de gracia y de palabras de vida –y vida en abundancia– que enjuguen las lágrimas de los días más sombríos. Dios siempre es «mayor que nuestro corazón» (1 Jn 3, 20) y su alianza no conoce el fracaso, porque el Fruto bendito de María es la respuesta que, en tantas madrugadas de desierto y sequedad, nuestro espíritu anhela.
La Madre fiel quedó preservada de toda carencia de gracia desde el momento en que fue concebida en el vientre de santa Ana, su madre. Ella, la «absolutamente pura», como la describía san Agustín, recibe por adelantado los méritos salvíficos de Cristo, pues en su seno inundado de gracia el Verbo se haría carne para habitar entre nosotros (cf. Jn 1, 14). De esta manera, Dios quiso disponer, desde la maternidad divina de María, de un hogar puro y sin una sola mota de abandono donde su Hijo se encarnase.
Un gesto que nos llama a todos, de una manera especial, a la fidelidad, a la alegría y a la confianza. María fue fiel desde el principio, cuando le preguntó al ángel en la Anunciación cómo sucedería aquello (cf. Lc 1, 26-38) para decir que sí con su vida, con su fe, con su respuesta. San Jerónimo llega a decir que «con razón se envía un ángel a la Virgen, porque la virginidad es afín de los ángeles; y, ciertamente, vivir en carne fuera de la carne, no es una vida terrestre, sino celestial». Vivió continuamente esperanzada a pesar de los momentos de dolor, porque en su corazón no habitaba sombra alguna de pecado. Y confió, inundada con la lluvia del Espíritu Santo, porque había hallado gracia delante de Dios (cf. Lc 1, 26-38).
Si anunciamos la victoria de la gracia sobre el pecado y, por tanto, de la vida sobre la muerte, ¿cómo no vamos a permanecer alegres en el Señor? Solo siendo fieles hasta el extremo por amor, respondiendo con una confianza desmedida que experimenta el alma colmada de gracia y contemplando el eterno fiat de María seremos capaces de vivir, aunque sea de puntillas, en su corazón inmaculado.
Ella conservaba todas las cosas en su corazón (cf. Lc 2, 19) para enseñarnos a escuchar la voz de Dios en el silencio.
Que la Purísima Virgen María, quien se hace llamar «sierva» aun siendo escogida como la Madre del Salvador y del nuevo pueblo que Jesucristo ha moldeado con su propia sangre, nos enseñe el camino de la gracia que trae la verdadera alegría: esa que, aunque lloremos y nos lamentemos por la fragilidad de nuestras manos, nada ni nadie nos podrá quitar jamás (cf. Jn 16, 20-23).
Con gran afecto, os deseo un feliz domingo de Adviento.
Poco pudieron hacer Gabriel Moreno, párroco de San Pedro de la Fuente, y los feligreses que habían acudido a la celebración de la tarde. José Luis Esteban Vallejo, aún vestido con la ropa litúrgica, moría de infarto en la tarde del viernes 2 de diciembre. Nacido en Tórtoles de Esgueva el 03/11/1943, ordenado sacerdote el 11/07/1967, vicedirector del Archivo Diocesano y Consiliario Nacional de ARPU. Licenciado en Teología por la Facultad de Teología de Burgos, este sacerdote de 79 años era un enamorado de la eucaristía. Tenía también la Licenciatura de Bienes Culturales de la Iglesia por la Universidad Pontificia Gregoriana de Roma y la diplomatura de Paleografía, Diplomática y Archivística, así como la de Biblioteconomía de la Escuela Apostólica Vaticana (1998). Sus destinos pastorales fueron Vicario de S. Julián (1967-1970), párroco de Nava de Roa y Fuentelisendo (1970-1981) y, en la ciudad, de San Antonio Abad (1981-1996). De 1996 a 1998 estuvo en Roma. En 1998 entra en el Archivo Diocesano como Director Adjunto, a la vez que atiende los pueblos de Sotresgudo, Castrillo de Riopisuerga y Rezmondo hasta 2008.
Esteban Vallejo es autor de varias publicaciones de historia como San Pedro de la Fuente o Historia documentada de Tórtoles de Esgueva. Sin embargo, su gran pasión fue la eucaristía. De ahí sus libros La Eucaristía al ritmo del tiempo y de la vida del cristiano, Figuras y textos eucarísticos en los 20 siglos del cristianismo o Yo canto al Señor porque es vida. Su labor en el Archivo Diocesano fue muy importante. Junto con Matías Vicario publicó el censo-guía-inventario del archivo diocesano de Burgos, donde están todos los documentos y libros parroquiales con más de 100 años de antigüedad.
El Jurado designado por la Comisiones Episcopal para las Comunicaciones Sociales, constituido este viernes 2 diciembre, ha otorgado el Premio Bravo Especial 2022 a la Fundación VIII Centenario de la Catedral de Burgos.
Con estos galardones, que se conceden anualmente, esta Comisión reconoce «por parte de la Iglesia, la labor meritoria de todos aquellos profesionales de la comunicación en los diversos medios, que se hayan distinguido por el servicio a la dignidad del hombre, los derechos humanos y los valores evangélicos”. El acto de entrega tendrá lugar el miércoles 1 de febrero de 2023.
Estos son el resto de premiados en las diferentes categorías:
• Premio ¡Bravo! de Televisión: Almudena Ariza, de TVE.
• Premio ¡Bravo! en Comunicación digital: Ecclesia por el especial “Una visita para la historia”.
• Premio ¡Bravo! de Cine: Adolfo Blanco, por la promoción y distribución en España de The Chosen.
• Premio ¡Bravo! de Música: Manu Carrasco.
• Premio ¡Bravo! de Publicidad: La campaña #30años de Ogilvy para Decathlon.
• Premio ¡Bravo! en Comunicación diocesana: Alberto Cuevas, delegado de la diócesis de Tui-Vigo.
La Fundación VIII Centenario de la Catedral. Burgos 2021 celebró en la tarde de ayer en el monasterio de San Pedro de Cardeña su XII Patronato. A él han asistido alrededor de 120 personas, entre los que se encontraban el alcalde de Burgos, Daniel de la Rosa; el presidente de la Diputación Provincial, César Rico; el presidente del cabildo y deán de la S.I. Catedral de Burgos, Félix José Castro; la viceconsejera de Acción Cultural de la Junta de Castilla y León, Mar Sancho; el subdelegado del Gobierno en Burgos, Pedro de la Fuente; el senador Javier Lacalle y el presidente del Teatro Real, Gregorio Marañón, entre otros. A este último, el presidente de la Fundación, Mario Iceta, y el vicepresidente, Antonio Miguel Méndez Pozo, le han entregado una escultura conmemorativa del VIII Centenario y otra que recrea el Burgos amurallado del siglo XVI.
La asamblea se ha cerrado con un baile en homenaje a Santa María la Mayor, otro tradicional de las Marzas y uno medieval de Alfonso X el Sabio por parte de un grupo de la Asociación de Danzas Burgalesas Justo del Río y con el canto del Himno a Burgos con las notas de la Unidad de Música División ‘San Marcial’ y las voces de la Schola Cantorum, que también ha entonado la Salve.
Los monjes cistercienses han cedido la iglesia del monasterio de San Pedro de Cardeña, que durante siglos fue morada eterna del Cid y doña Jimena, para la celebración de la última reunión del Patronato de la Fundación VIII Centenario. Para ello el cenobio ha sido engalanado de manera solemne, con antorchas y velas. En la zona del presbiterio destacaban la escultura ‘Catedral infinita’ de Óscar Martín, la réplica de Santa María la Mayor con la que la Catedral de Burgos ha recibido a los peregrinos durante el Año Jubilar y una reproducción de la maqueta de la ciudad del siglo XVI que sostiene el ángel custodio del altar mayor de la Seo.