«Los que quieran respetar esta vida son bienvenidos»

Eki nació el pasado mes de noviembre. Su madre, Maider, relata en primera persona por qué decidió seguir adelante con su embarazo a pesar de las presiones recibidas para que abortara al bebé.

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«Yo he tomado una decisión y eso me vale. La gente que quiera tomar parte de esta vida que yo he decidido traer al mundo, que se quede, es bienvenida. Pero la gente que ha decidido no estar, que se aparte». Son las palabras que pronuncia con aplomo Maider, para quien sacar adelante su embarazo, en medio de presiones para que abortara, ha sido complejo. Entiende que haya mujeres que se decanten por el aborto y critica que, tanto si se opta por una decisión o por otra, «una parte de la sociedad siempre se va a oponer y te va a juzgar». Ella ha optado por la vida y le duelen las presiones, las miradas y hasta los «pésames» recibidos en los últimos meses por haber traído una nueva vida a este mundo. «Pero es mi decisión y no me arrepiento», sostiene con rotundidad mientras amamanta a su bebé, nacido el pasado 28 de noviembre, de grandes ojos verdes y escondido en un simpático abrigo con forma de osito.

 

Eki –que significa Sol en euskera– vino al mundo de modo totalmente inesperado. Hace un par de años, Maider se divorció de su anterior matrimonio, con el que tuvo dos hijos. Conoció entonces a otra persona y comenzaron una relación con «tan buena puntería» que se quedó embarazada. «Yo no sabía si reír o llorar», recuerda. En un principio, su intención fue seguir adelante con el embarazo, pero las presiones del progenitor le hicieron plantearse abortar.

 

Escucha aquí su historia

 

«Me dijo que estaba haciendo una locura y que le iba a amargar la vida. Que en nuestra situación no lo podíamos tener», explica serena Maider. «Me dijo que si lo quería tenía que abortar; pero yo le dije que si él me quería a mí se tendría que quedar conmigo y sacar esto adelante; que esto era cosa de ambos». Durante el embarazo, él iba y venía, hasta que, después de dar a luz, desapareció. «Yo nunca le llamo padre, porque para ser padre hay que estar, ocuparse y preocuparse. Eki solo lleva su apellido, pero no es un padre que sea un apoyo emocional para el niño. Yo digo que mi hijo tiene, simplemente, un progenitor», lamenta.

 

El punto de inflexión llegó en el IVE, el centro de «Interrupción Voluntaria del Embarazo». La matrona le trasladó que el bebé «estaba sano» y Maider pensó que era una locura acabar con su vida. No quería revivir los difíciles momentos por los que atravesó años atrás, cuando sufrió un aborto de forma natural: «A mí aquel aborto me dejó una huella a nivel psicológico. Te acuerdas del día que lo perdiste, el día que te hiciste el test de embarazo, el día en que tenía que haber nacido… Y esto está ahí siempre, siempre te acuerdas; nunca se olvida. No quería volver a tomar pastillas y estar medicada de nuevo. Tener que pasar por eso es doloroso», revela.

 

Adelante con otros apoyos

 

Así que a sus 43 años, Maider decidió proseguir con el embarazo y ser mamá de nuevo. De esta forma, intentó poner en práctica lo que tantas veces había descubierto en casa de sus padres, en un pueblo de Guipúzcoa, de donde procede: «La vida a veces se planifica, pero otras se improvisa. Y a mí me ha tocado improvisar; no era algo planificado pero hay que seguir el camino que la vida te va marcando. Y cuando improvisas, a veces las cosas también salen bien, y ahí está».

 

Maider ha contado con el respaldo «primordial» de sus padres, que la han apoyado en todo momento, de sus «amigos de verdad» y de sus otros dos hijos, de 13 y 7 años: «Ambos están encantados. El mayor me dijo que no me preocupara, que iba a querer al bebé», mientras la pequeña se apaña en echarle una mano en el cuidado del niño.

 

Junto al respaldo emocional, Maider está recibiendo también apoyo logístico, con la entrega de pañales, cochecito, cuna, productos de higiene y ropa por parte de Redmadre, la asociación que acompañó el año pasado a 192 mujeres en Burgos con diferentes problemáticas durante la gestación y el post parto.

 

«Eki no ha sido un niño deseado ni buscado, pero sí es un niño muy querido. No me arrepiento de haberlo traído; me habría arrepentido de haber abortado», insiste Maider. «Yo le quiero por mí y por su progenitor y por todos los que no están. Y todos los que quieran respaldar esta vida son bienvenidos».

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